Rabinovich resaltó que su terapia está cerca de probarse en humanos
“Todo esto data de 30 años, comenzó en la Universidad Nacional de Córdoba, en la Facultad de Ciencias Químicas. Yo era estudiante en ese momento. Y en ningún momento pensé investigar sobre cáncer, yo estaba analizando distintos tejidos de la retina del pollo, generando anticuerpos”, dice Gabriel Rabinovich, uno de los científicos más destacados de Argentina y el mundo, quien visitó Santa Rosa invitado por la UNLPam, donde le entregaron la máxima distinción que otorga esa casa de altos estudios, el Doctor Honoris Causa.
“Fue un descubrimiento inesperado. Cuando comencé mi doctorado tenía que hacer experimentos en el sistema inmunológico. Siempre me gustó la inmunología. La inmunología investiga cómo nuestro sistema de defensas actúa para poder defendernos de microbios, de tumores y no dañar tejidos propios para no causar enfermedades autoinmunes”, abundó al ser entrevistado en el programa La Parte y el Todo de la TV Pública Pampeana.
-Que tenga la selectividad para diferenciar células buenas de otras que no lo son.
-Exacto. Para entender cómo funciona nuestro sistema inmune, cuando un tumor está creciendo, expresa, produce, distintas proteínas extrañas que se llaman antígenos tumorales. Hay unas células que están patrullando nuestro organismo constantemente, que se llaman células dendítricas, que viajan por todos los tejidos tratando de censar y vigilar dónde existe el peligro. Cuando los tumores van creciendo, van captando de esos tumores esos antígenos, esas proteínas anormales, las llevan a unos órganos que se llaman ganglios y se los presentan a los linfocitos, que son nuestro ejército que nos tiene que defender. Si el linfocito tiene un receptor específico para esa proteína extraña, va a aumentar y se van a producir miles de millones de soldados iguales para poder defendernos. Van a viajar hacia el tumor que está creciendo. Ahora bien, ¿cuál es la realidad? Aunque existe esta respuesta inmunológica, los tumores crecen de cualquier modo. En algunos individuos crecen menos, en otros se hacen más evidentes, en otros hacen metástasis y se tornan muy agresivos. Entonces está la paradoja de por qué razón, si nosotros tenemos defensas para poder eliminarlos, los tumores crecen igual. Y lo que hemos visto en los últimos años es que los tumores tienen estrategias de escape. Cuando el sistema inmunológico se acerca para eliminarlos…
-Se camuflan…
-Inmediatamente tienen muchas estrategias. Una de ellas es producir, como proyectiles, proteínas que las libera para poder eliminar al linfocito que va a llegar. Todo esto se inserta dentro de nuestro descubrimiento. En ese momento, cuando nosotros estábamos trabajando sobre la retina de pollo, generando anticuerpos. Yo terminé ese trabajo. En ese momento me recibí de bioquímico, comencé mi doctorado. Durante el tiempo estaba haciendo mi doctorado en el sistema inmune mi tarea era trabajar con las distintas células que yo te mencioné, es decir, células dendríticas, linfocitos, macrófagos… Todas células de la orquesta del sistema inmunológico. Y encontramos que uno de los anticuerpos que -y esto fue una casualidad y muy inesperado- yo había generado...
-Siempre la ciencia tiene una cuota de suerte o de casualidad, ¿no?
-Totalmente porque en ese momento yo estaba con un proyecto, un proyecto que no me salía. Entonces pensé en probar si alguno de los anticuerpos que yo había hecho cuando era estudiante reconocía alguna proteína. Habían pasado ya seis meses.
-¿Y vos habías guardado esos anticuerpos?
-Parte de los anticuerpos estaban en la heladera de la casa de mis padres.
-Con un cartel que decía “no tocar”.
-Por suerte ni mi mamá ni mi papá los tocaron. Y entonces pude utilizar uno de esos anticuerpos y uno de esos anticuerpos reconoció una proteína muy clara que en ese momento no sabíamos de qué se trataba pero fue la identificación de lo que hoy ya sabemos que es Galectina 1 en el sistema inmunológico. ¿Pero qué pasaba? Esta proteína estaba expresada en células de nuestro sistema inmune, pero expresada muchísimo más en los tumores que van creciendo y cuanto más agresivo era un tumor que crecía, mayor era la presencia de esta proteína. Cuando purificábamos esta proteína de las células y la incubábamos con linfocitos -ese ejército que nos iba a defender – pasaba algo bastante paradójico, los linfocitos, cuando habían cumplido su función, se morían, desaparecían, se eliminaban… Entonces nos preguntábamos para qué tendremos una proteína que en vez de estimular a las defensas, mata a los linfocitos. Y esa pregunta nos salvó la vida. Porque básicamente esta proteína sirve para eliminar los linfocitos que ya actuaron porque no podemos tener tantos en el organismo, porque corremos el peligro que causen una enfermedad que dañe nuestros tejidos causando eso que llamamos enfermedades autoinmunes. Y en ese momento hipotetizamos que en realidad, en nuestro organismo, esa proteína serviría para promover la resolución de la inflamación. Una vez que ya no nos sirve tener tantos linfocitos, la Galectina 1 mata a los que están demás.
-Para que el organismo vuelva a un cierto equilibrio.
-Claro. Y ahí pensamos que podía ser útil para aquellas enfermedades donde hay un exceso de linfocitos, como las enfermedades autoinmunes, como son la artritis reumatoidea, la esclerosis múltiple… Pero por otro lado estaba lo que habíamos visto en los tumores, que los tumores tenían muchísimo de esta proteína, y entonces pensamos que quizás cuando se acercaran los linfocitos que estaban activados, tumor lo utilizaba para escapar. Entonces llegamos a lo que llamamos el dulce caso de “Dr. Jeckill y Mr. Hyde”, porque a esta proteína le gustan los azucares y se une a azucares en la superficie celular. Y “Dr. Jeckill y Mr. Hyde” por este caso de la persona que es el bueno y el malo al mismo tiempo. En el caso de una enfermedad autoinmune sería bueno, porque evitaría que los linfocitos dañen tejidos, pero en el caso del cáncer se comporta como la mala de la película porque elimina los linfocitos. A su vez vimos que esta proteína también le servía al tumor para formar vasos sanguíneos a su alrededor. Un tumor forma vasos sanguíneos a su alrededor para tomar oxígeno, tomar nutrientes y para crecer. Eso hace la Galectina 1 formada por el tumor. Entonces se nos ocurrió que podríamos bloquear Galectina 1 y de ese modo tendríamos a los linfocitos matando al tumor. Y por otro lado le quitaríamos los vasos sanguíneos y le quitaríamos oxígeno que el tumor necesita para vivir.
-¿Esto nunca se había investigado en el mundo?
-No. Fue un descubrimiento argentino. Comenzó en este lugar del mundo.
-¿Y cuándo tomó trascendencia?
-Probablemente tomó la fuerza mayor en 2004. Yo en ese momento había terminado mi tesis doctoral y ya estaba en Buenos Aires, en el Hospital de Clínicas. El primer trabajo de purificación de la proteína fue en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), luego me radiqué en Buenos Aires donde realicé la investigación de tumores. En el año 2007 nos mudamos al Instituto de Biología y Medicina Experimental fundado por Bernardo Houssay, premio Nobel de Medicina, que depende del Conicet. Siempre todos los estudios los hice financiado con becas de Conicet.
-Siempre el Estado prohijando la ciencia.
-El Estado tiene que contener en las etapas iniciales. Es una falacia pensar que va a haber un privado en un primer momento de descubrimiento.
-Al inicio no sabíamos para qué iba a servir tu investigación sobre la retina del pollo.
-No sabía que iba posiblemente a curar el cáncer con un anticuerpo monoclonal o con un agonista de Galectina 1. En ese momento inicial, el único que puede contener a un joven que está investigando es el Estado. Sí nos han apoyado mucho fundaciones sin fines de lucro. Pero este paradigma tardó muchos años en conocerse, que fue cuando lo publicamos en la Revista Cáncer Cell. Y lo que sucedió que fue muy bueno fue que mucha gente en el mundo comenzó a trabajar con esto. Hoy en día hay más de 600 trabajos publicados. Y tuvimos la alegría de que muchos científicos de instituciones muy buenas, como Harvard, Stanford, se interesaron en el tema y empezaron a colaborar con nosotros. Y esto nos permitió avanzar en esta idea de poder generar una terapia basada en estos descubrimientos. Básicamente lo que decidimos hacer es un anticuerpo neutralizante, monoclonal, que toma a Galectina 1, la neutraliza y evita su acción para que el sistema inmunológico pueda atacar el tumor.
-¿Estamos hablando de la cura del cáncer?
-Yo prefiero hablar de una terapia, un tratamiento que lo puede frenar. Lo hemos probado en muchos modelos preclínicos, en animales de experimentación que tienen cáncer…
-¿En humanos no?
-No. Sí en el laboratorio en células humanas obtenidas de pacientes. Y en este momento lo que hicimos tanto con el anticuerpo como con un agonista de Galectina 1 para el tratamiento de autoinmunidad, hace dos años nos propusimos llegar a los pacientes. Entonces creamos una empresa de base tecnológica cuya misión es poder generar dos terapias para poder llegar a los ensayos clínicos con pacientes. La empresa se llama Galtec, surgió del Conicet, que nos licenció a un grupo de investigadores y también a un grupo donde hay un economista, que es el CEO de la empresa, y otra gente que nos ayuda.
-¿En qué año se creó Galtec?
-En 2023. Fueron más de 25 años de trabajo para llegar a una hipótesis clara y muy demostrada en el mundo.
-La misión de Galtec es desarrollar un comprimido, un suero o una vacuna para que los tumores del paciente no agredan tanto a los linfocitos.
-Exactamente. Es disminuir el escape tumoral bloqueando Galectina 1.
-¿Y cuál es el grado de avance actual?
-Estamos muy avanzados. El descubrimiento es muy respetado mundialmente. La empresa recibió un fondeo privado de un grupo inversor llamado White Lyon, que juntó mucho dinero de mucha gente que nos ayudó a comenzar con Galtec.
-¿Cuánto dinero necesitaron para crear las dos terapias?
-Al inicio fueron 3 millones de dólares y ahora estamos en una segunda ronda de inversión, porque estamos preparando la fase clínica de pacientes, la fase uno, que es la de seguridad. Estamos preparando el anticuerpo, lo primero que debemos tener son buenas prácticas de manufacturas. No es lo mismo el anticuerpo que uno purifica en el laboratorio, pero luego con esa receta, ya patentado y cuidado, esto debe permitir que llegue a los pacientes en el futuro. Todo lo que vemos en animales y en células humanas en laboratorio es muy optimista. Para nosotros fue muy importante que se puedan verificar los resultados.
-La verificación la realizan científicos internacionales.
-Científicos de distintas partes del mundo intentan reproducir los resultados y esto ha sido muy positivo y ha generado muchas colaboraciones y nos ha permitido validar en algún punto lo que hicimos desde este lugar del planeta y con muchas inseguridades porque fue empezar con algo totalmente nuevo. Pero contamos con la ayuda de un grupo extraordinario que primero me acompañó en Córdoba, luego en el hospital de Clínicas y más tarde en el Instituto. Hay 30 personas entre becarios, investigadores, técnicos, del Conicet, de fundaciones… Pero fundamentalmente el Estado que nos acompañó con becas, con subsidios de investigación, con proyectos de investigación…
-Décadas en las que el Estado apostó por ustedes.
-Y ahora estamos en un momento donde los privados empiezan a invertir porque ya ven que todo está mucho más preparado.
-Porque ya ven una oportunidad de negocio cercana.
-Exacto. Lo cual es lógico. Esto de que si sos bueno vas a conseguir alguien privado que te financie no ocurre en los inicios, sino en las etapas posteriores.
-¿Qué tipo de cáncer se podría tratar con este descubrimiento?
-Hay un espectro grande de tumores cuando uno los clasifica. Hay tumores que son más calientes y más fríos. Los más calientes son aquellos que tienen más mutaciones, que tienen más antígenos diferentes, con lo cual el sistema inmunológico tiene más posibilidades de reconocerlo como extraño y de poder eliminarlo. Ahí están, por ejemplo, tumores como el melanoma, tumores de piel, de pulmón. Y en el otro espectro están los tumores fríos, que el sistema inmunológico los ignora totalmente y crecen y crecen y no los puede eliminar porque tienen pocas mutaciones y los linfocitos no llegan a ellos. Unos son los tumores de páncreas o los del sistema nervioso. Cuando hicimos experimentos en tumores descubrimos que hay uno que responde muy bien, que cuando bloqueábamos con el anticuerpo Galectina 1 aumentaba la respuesta inmunológica, disminuían los vasos sanguíneos… Y estos son los tumores colorectales. Que hemos visto que atacan no solo a las personas mayores sino a los jóvenes de 40 años y son la tercera causa de muerte en el mundo, tanto en hombres como mujeres. Entonces tomamos la decisión justamente porque la inmunoterapia convencional permite solo tratar al 15% de los pacientes con cáncer de colon, que tienen una característica que se llama inestabilidad microsatelital, que son muchas mutaciones, pero hay un 85% que no responden a esa terapia. A este 85% nosotros proponemos llevarles esta terapia, no porque no nos interesen los otros sino porque debemos comenzar por uno.
-¿Qué tiempo demorará esta terapia en estar disponible? ¿Es una pastilla, una inyección…?
-Seguramente un inyectable, un suero, porque es un anticuerpo monoclonal, por vía endovenosa, que tiene que llegar hacia el tumor, neutralizar a la proteína y de ese modo activar todo este circuito. En este momento, nosotros estamos listos, con el anticuerpo como lo queremos, y estamos haciendo una ronda de inversión para contar con el dinero necesario para producirlo con buenas prácticas de manufactura. Estamos contratando empresas mundiales que hacen esto a gran escala todos los anticuerpos que se venden. Esto nos va seguramente hasta mitad del 2026 y el resto será presentar el I&D a las autoridades regulatorias que son Anmat, EMA en Europa, FDA en Estados Unidos. Y los ensayos clínicos queremos hacerlos a nivel global, pero siempre con base en Argentina.
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