Sabado 20 de abril 2024

“Soy feliz con el trabajo que hago”

Redacción 17/09/2023 - 00.36.hs

Aún en estos días persisten prejuicios en cuanto a la presencia femenina en determinados ámbitos de trabajo. No obstante las mujeres colectiveras son ya una realidad, aunque todavía se necesiten más.

 

MARIO VEGA

 

“¡Hola!!! ¿Cómo estamos Martita?”. El diálogo podría ser el de una persona en un comercio recibiendo a una clienta habitual, en una despensa de barrio, o en cualquier sitio donde pueda darse cierta cercanía entre la gente… Pero no. En este caso es Vanina que saluda a Martita apenas pone un pie en el micro de la Línea 5. Parece un trato evidentemente frecuente y familiar, que se dará a lo largo del trayecto que habitualmente realiza el colectivo en un extenso recorrido urbano.

 

La chofer es Vanina López, la joven que se muestra amable con quienes son usuarios del servicio público de pasajeros, y a quien acompañamos en una parte del camino para conocer un poquito más de qué se trata su trabajo.

 

En todos los ámbitos.

 

En los últimos años nos hemos ido acostumbrando a ver mujeres llevando adelante distintas actividades que, tiempos atrás, se consideraba que sólo podían realizar los hombres. Ellas, con determinación, con los cambios de paradigmas que afortunadamente se fueron dando en la sociedad, demostraron que casi no hay tareas –que se suponía propia de los hombres-- que no pudieran hacer. Así sabemos de damas que hacen tareas de tendido eléctrico –en la CPE Santa Rosa hay alguien que se desempeña en redes junto a compañeros varones--, otras que son pintoras de obra; y están las que son hábiles con la cuchara y el fratacho para levantar paredes. Y así con todo… si conocemos guías que resultan tan buenas o mejores tiradores que tanto cazador que llega a nuestra provincia para llevarse una valiosa presa.

 

Y ni hablar si vamos al ámbito del deporte, donde practican todas las disciplinas que antes les estaban vedadas, incluso el riesgoso boxeo. Y además incursionan con buen suceso en la “vaca sagrada” del machismo: el fútbol, antes intocable y sólo reducto de los hombres. Hoy ya no es de su propiedad exclusiva. Eso está claro.

 

Se avanzó, pero falta.

 

Mucho se habla y se ha venido exigiendo por la equidad de género que permita a la mujer y a los hombres las mismas oportunidades, condiciones y formas de trato; y la persistencia en ese reclamo hizo que se pudiera avanzar. Y si bien todavía falta, en esta época casi no hay espacio donde esta circunstancia no se dé. La resistencia del género masculino, a partir de costumbres arraigadas desde el fondo de los tiempos, la desinformación, la ignorancia al cabo, fueron una pared para avanzar en esa pretendida paridad. Pero poco a poco esa resistencia cerril empezó a ceder y por suerte la realidad ha cambiado. Y bastante.

 

Todavía sorprenden.

 

Cabe recordar que el Ente Municipal de Transporte Urbano de Pasajeros (EMTU), cuyo titular es Emanuel Alfayate, desde el 1 de junio de 2020 tiene a cargo el transporte público de pasajeros en Santa Rosa. La creación de ese organismo fue para tener a su cargo los micros urbanos, y el servicio de higiene y salubridad, además de otros que pudieran surgir en la ciudad en el futuro.

 

Algunos datos de nuestro país daban cuenta que para 2019 menos del 1% de quienes tenían licencia profesional para conducir eran mujeres. Aunque se estima que el número de conductores damas de micros, camiones o grandes maquinarias aumentó, no ha sido de manera exponencial y por eso verlas manejar un vehículo de gran porte --como es un colectivo-- todavía llama un poco la atención.

 

Alejandra del Río, gran chofer.

 

El titular de la Unión del Transporte Automotor (UTA) en La Pampa, José Álvarez, al ser consultado por el tema contó que el gremio cada vez que se firma un acuerdo paritario, pone entre algunas exigencias a nivel nacional que se debe contar con cupos para que la mujer trabaje en esa área. El dirigente de todos modos dijo que “en Santa Rosa era complicado el tema, porque nadie quería manejar. Primero apareció esta chica Alejandra del Río, que manejaba una combi y empezó a manejar micros… y resultó ser terrible chofer, y como se necesitaba gente en el EMTU se incorporó”,

 

“¿Te animás a manejar un micro?”

 

Y el caso de Vanina iba a ser más o menos parecido. Ella cuenta que “antes había trabajado en el Casino de moza y la verdad es que me gustaba mucho, pero se me complicaba por los horarios porque tenía mi hijo”, argumenta. Más tarde se desempeñó algunos años en Pampa Goma; y luego “surgió esta posibilidad”, completa.

 

La joven agrega que “iba dejando curriculum por todos lados, hasta que un día me encontré con el ‘Gallego’ (José Álvarez) que me preguntó si me animaba a manejar un colectivo y si tenía carné de conducir… creí que era un ‘re bolazo’ pero igual le dije que sí… La cuestión es que un día, yo estaba trabajando en una rotisería y me llamaron para que me presente… y fui. Lo cierto es que no tenía el carné, así que tuve que hacer bien rápido ese trámite para poder incorporarme”, recuerda.

 

“Las chicas, una barbaridad”.

 

“Es que era verdad –señala José Álvarez--, y cuando apareció una vacante hablamos con el gerente Emmanuel Alfayate y Vanina arrancó. Está establecido que un 30% de conductores de micros tienen que ser mujeres… todavía faltan varias y estamos procurando que eso se pueda cumplir”, sostuvo.

 

El dirigente gremial se muestra totalmente complacido con las damas que manejan: “La verdad es que la experiencia es buena, y diría que las chicas son una barbaridad y mas cuidadosas que nosotros los varones. Y además en estos casos puedo decir que son flores de personas”, las elogia abiertamente.

 

La historia de Vanina.

 

Vanina acepta charlar, de su trabajo, y de cómo pudo adaptar su vida a este oficio de manejar un micro –una mole que puede transportar 44 pasajeros sentados--, en medio de un tránsito caótico como el que caracteriza a nuestra ciudad.

 

La joven tiene un único hijo, Bautista de 19 años, quien se viene destacando como joven promesa del fútbol del Deportivo Mataderos donde son varios los Benvenutto que se ponen su camiseta. “A veces, cuando puedo o tengo libre lo voy a ver jugar…”, admite la madre.

 

“Un familión”.

 

Café de por medio Vanina habla de su historia. Expresa que su padre es Hugo López, mecánico de oficio; y su mamá Coty Cornejo, quien tuvo que atender una casa donde son seis hermanos. “Vivimos siempre en el barrio Matadero, y mis hermanos son Negrito; Quique; Gabriel; Nicolás y Astrid, y tengo un montón de sobrinos: nada menos que 13, y uno de ellos tiene a su vez dos hijos, Ridwan e Isaac, y este es mi ahijado… Hice la primaria en la Escuela 18; después estuve en el EGB 4 y después el secundario en el Liceo… ¡Que te puedo decir! Una vida familiar hermosa… con unos padres que quiero que sean eternos y si bien siempre fuimos humildes nunca nos hicieron faltar nada. Y te cuento, mi padre es una persona sumamente generosa y solidaria, y todos los domingos nos subía a un montón de chicos a su Ford Falcon, algunos vecinitos, y nos llevaba a disfrutar del superpancho y la gaseosa en YPF Norte”, dice y se le ilumina la mirada.

 

Vanina, la chofer.

 

Y sigue contando como fue eso de convertirse, desde el 20 de julio de este año, en colectivera. “Empecé haciendo prácticas en los micros Mercedes Benz en el Parque Industrial… ¿Si se necesita tener fuerza para el volante? Diría que no, pero eso sí tenés que ir muy atenta, porque la verdad es que es terrible como se maneja en Santa Rosa…”, señala. Y hay que decir, no le erra en nada: “Es un tema el de las motos, y las bicicletas, que a veces andan sin una luz y no tienen ni un ojo de gato… ”, advierte.

 

La primera vez.

 

Recuerda cómo fue el inicio, la primera vez que le tocó ahora sí, salir a la calle y comenzar los recorridos levantando y dejando gente en las distintas paradas... “El viaje inaugural fue con dos chicos de la empresa… hicimos una vuelta para memorizar por dónde iba la Línea 5, que es la circular que va desde la estación de servicios Aspro que está en Poblador Desconocido y la colectora de Avenida Luro; después se toma por Avenida San Martín, Ayala, 9 de Julio, Olascoaga, Uruguay, Perón, luego de la rotonda se toma por Catriló, luego Barrio Jardín, Santiago Álvarez, Macachín, Unanue, General Acha, México, Juan XXIII, Gentili, hasta llegar al lugar de regreso. Se tarda unos 45 minutos en dar esa vuelta, y en cada turno de 8 horas de trabajo hacemos doce”, precisa.

 

Las dificultades.

 

Al momento de responder cuáles son las mayores dificultades cuando está manejando es muy explícita: “Lo más más difícil son las horas pico; cuando los chicos entran o salen de las escuelas… y ya dije, un problema son las bicicletas que se meten por cualquier lado y a veces van sin luces, y las motos, y también muchos conductores de autos desaprensivos…”, puntualiza.

 

Tuve oportunidad de viajar algunas cuadras en el micro con Vanina en la conducción, y pude advertir el cuidado y la seguridad conque hace su trabajo. Saluda amable a cada persona que sube, y se percibe cierta familiaridad con algunas que –obviamente-- utilizan frecuentemente el servicio.

 

Sin mayores problemas.

 

“Es como todas las cosas. Hay gente que es un amor, que le gusta conversar un poquito; y otra que a lo mejor se levantó con el pie izquierdo y no te trata del todo bien… Pero en general no sucede que nos hablen mal; y cuando lo hacen lo primero que digo es: ‘¿me estás hablando a mí?, no me grites por favor!’. Pero no es lo habitual por suerte”, comenta.

 

Le pregunto si su condición de mujer hace que alguno se pase de vivo y niega que eso suceda… “Una vez subieron tres muchachos que se notaba que estaban demasiado alegres… parecía que venían de caravana y se pusieron un poco densos; y por eso llegando al Parque Oliver les dije que la terminaran, que se bajaran o llamaba a la policía… y se bajaron. Pero fue algo menor, y generalmente no pasa nada”, completa.

 

Persona agradecida.

 

A Vanina ya no le quedan dudas: “Este es mi trabajo para siempre”, asegura. Los pasajeros siguen subiendo y ella los saluda con amabilidad… mientras toca los botones de una computadora ubicada a la derecha del volante y va registrando el pasaje (cabe hacer notar que los y las choferes no llevan dinero en el vehículo).

 

Se le nota muy complacida con lo que hace y lo confirma. Por eso no quiere dejar de agradecer a quienes le abrieron las puertas para ejercer este oficio tan particular: “Y en ese sentido quiero nombrar al ‘Gallego’ Álvarez y a Ruly Serrano, que siempre han sido muy generosos con nosotras”, los menciona.

 

Una chofer feliz.

 

Me bajo en una esquina céntrica y me quedo observando el micro que se aleja, mientras la joven chofer sigue haciendo lo suyo de la mejor manera: aproximándose al cordón lo más posible para que el o la usuaria puedan subir o bajar sin riesgos; tomando las precauciones del caso ante otros conductores desaprensivos, y enojándose un poco con los que estacionan en el lugar indicado como parada de micros…

 

“¿Cómo estás, todo bien?”, “¿Está haciendo mucho frío?”, “¿Hola Norma, cómo le va?”… Diálogos que se tiene generalmente con personas con las que hay un trato frecuente… Vanina empezó el 20 de julio de 2022, por lo que no tiene tanto tiempo como chofer –”sí, chofer” , reafirma-- pero luce convencida que será su trabajo “para siempre… porque me gusta y lo disfruto. Y diría que tengo motivos: tengo una familia hermosa, salud y un trabajo que me encanta… ¡Cómo no voy a ser feliz!”, concluye con esa sonrisa que aparece como un gesto indeleble de su rostro.

 

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