Jueves 08 de mayo 2025

“Todo indica que fue una estafa”

Redacción 20/02/2025 - 01.05.hs

El argumento de que $Libra estaba destinada a financiar emprendedores pymes que no tienen acceso al mercado de capitales “es una simple declaración de intenciones porque en el proyecto digital técnico no existe nada de eso. Parece muy burdo el fundamento porque el proyecto tiene asociada una página web rudimentaria, su correo es un Gmail y en media carilla de Word (en inglés) expresa que los fondos recaudados se utilizarán para promover inversiones de pymes argentinas. Y adjunta un formulario de Google Docs para que las empresas se registren, sin mayores detalles”, afirmó Ramiro Adrián Rodríguez.

 

Contador público, especialista en economía digital y docente de la UNLPam, fue entrevistado ayer por Radio Noticias (FM 99.5) para aportar información sobre un tema aún desconocido para la mayor parte de la población. “A simple vista, este proceso de $Libra exhibe todas las características de una estafa, pero eso debería determinarlo la justicia”, reconoció.

 

Token y criptomoneda.

 

En teoría, $Libra no es técnicamente una criptomoneda sino un token. Ramiro lo explicó así: “la criptomoneda es un medio de pago dentro de una blockchain (cadena de bloques). Una blockchain es un libro contable público y descentralizado al que todos tienen acceso y pueden ver sus movimientos. Es público porque todos acuerdan y comparten valor mediante un soporte digital. Dentro de las blockchains de segunda generación se pueden crear tokens, que son representaciones digitales de un valor dentro de la plataforma, pero no una criptomoneda”.

 

Una diferencia sustancial es que “un token se elabora con muy poco dinero y conocimiento técnico, en cambio para confeccionar una blockchain se requieren muchísimos conocimientos informáticos”. De esta manera, un token como $Libra “puede ser confeccionado por cualquier usuario medio de criptomonedas, en forma muy barata, dentro de Solana, una blockchain cuya cripto se denomina SOL que ha resultado muy exitosa”.

 

En el mundo cripto “hay proyectos que tienen valor porque resuelven problemas de la vida real y otros que no”. Entre estos últimos están “los tokens de fans club, como el de la Roma de Italia, o memecoins de consumo irónico. Los usuarios los intercambian y la entidad utiliza esos recursos para algún proyecto y ofrece a cambio beneficios como prioridad en venta de entradas o compra de camisetas”.

 

En el caso de las memecoins “su consumo irónico puede estar asociado a una estrategia de marketing”, pero también existe un alto riesgo porque “permite actuación de especuladores financieros, que ingresan como usuarios movidos solamente por la especulación misma”.

 

Milei tenía los datos.

 

Un proyecto cripto serio “debe acreditar determinadas características, entre ellas resolver un problema de la vida real”. Ramiro aclara que “igualmente si fuera para consumo irónico y queremos gastar unos pesos en algo que no sirve para nada, obviamente somos libres de hacerlo” pero quienes pretenden hacer una inversión ficianciera deben tener en cuenta otras condiciones.

 

Un requisito básico y esencial de las criptomonedas es “su descentralización: las cantidades de tokens deben estar en muchas manos y las decisiones sobre el proyecto se adoptan por voto”. En los proyectos de valor real, “sus creadores se quedan con unidades de tokens a emitir, según una pauta de emisión que puede ser fija o no pero está programada y no puede modificarse. Generalmente es un porcentaje muy menor, que no llega al 10 por ciento, y el resto se distribuye entre millones de personas”. Como todas las decisiones se adoptan colectivamente “para cambiar pautas vinculadas a la red, deben votar todos los usuarios”.

 

Consultado sobre la participación del presidente argentino en la promoción de $Libra, Ramiro respondió que “evidentemente alguien le suministró información técnica sobre ese token, incluyendo la dirección del contrato, porque Milei no hizo un retuit, sino que copió la información que tenía, incluyendo datos técnicos que solo sus creadores conocían”.

 

Una hora después del mensaje presidencial “se realizó una maniobra conocida como rug pull (tirar de la alfombra) que está comprobada porque la blockchain es un libro contable público”.

 

Si bien los registros en las blockchains no son nominativos (con nombre y apellido), “sí conocemos las direcciones y cuando se asocia una dirección a una persona podemos conocer todos sus movimientos”. Es lo que ocurre, por ejemplo, “cuando lanzan un proyecto solidario pidiendo donaciones para determinada ayuda y asocian la dirección: todos los donantes pueden sabe cuánto se recaudó y cómo fueron utilizados esos fondos”.

 

Falta de regulación.

 

En cuanto a los “problemas de la vida real” que podría resolver una criptomoneda, recordó el ejemplo de Fil (Filecoin), una blockchain activada hace tres años que crea un “sistema de almacenamiento descentralizado basado en el Sistema de Archivos Interplanetario (IPFS)”. Según Ramiro, “permite resolver problemas de almacenamiento sin recurrir a servicios dominantes y descentralizar datos que actualmente están concentrados en unas pocas empresas” (como Amazon o Google).

 

Si bien la actividad cripto avanzó notablemente en la última década, en una mayoría de países todavía no existen regulaciones. “En Argentina hay fintech (compañías que ofrecen servicios financieros mediante tecnología digital) dedicadas a la compra y venta de criptomonedas que ya están reguladas, como Ripio, y hasta tienen criptos propias”. En algunos casos, “están atadas al precio del dólar para cubrir ante problemas cambiarios a sus usuarios, quienes allí pueden hacer depósitos y acceder a préstamos”, por lo cual ya cumplen funciones financieras.

 

De todas maneras, el proceso de legislación regulatoria sigue avanzando y “países como España ya obligan a incluir todas las direcciones cripto en la declaración de bienes personales, a través de un formulario especial”. En Argentina, estos valores todavía se mantienen “como bien no registrado”.

 

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