Miércoles 30 de julio 2025

Una medida acertada, la de suprimir AFJP, pero aún falta un plan

Redacción 09/11/2008 - 03.47.hs

Diputados dio media sanción a la ley que recupera para el Estado los fondos previsionales. El Senado dirá su palabra. Es una buena medida, pero por ahora aislada. Falta un plan para enfrentar la crisis internacional.
EMILIO MARÍN
Ya era madrugada del viernes cuando la cámara baja votó el proyecto para suprimir las AFJP, al cabo de una maratónica sesión que había comenzado al mediodía del jueves.
El resultado fue claramente favorable a esa iniciativa, que recogió 160 votos a favor y 75 en contra, con un par de abstenciones. Agustín Rossi, el titular de la bancada oficialista, fue el centro de todas las felicitaciones como artífice de un guarismo tan favorable. Hubo en él cintura política, muñeca o como quiera llamarse, para haber atraido al voto positivo a legisladores del socialismo, SI, Proyecto Sur y otros, con lo que la diferencia con la cerrada oposición de la derecha se hizo insalvable para ésta.
A los detractores del proyecto ni siquiera les quedó la esperanza de que tal votación sea revertida en el Senado como ocurrió el 17 de julio pasado gracias a las deserciones de legisladores justicialistas y el voto "no positivo" del bautizado "Judas" Cleto.
Esa desesperanza de la derecha no tiene que ver sólo con el resultado ampliamente adverso que cosechó en Diputados sino ante todo con la correlación de fuerzas en la sociedad. Esta vez, a diferencia de lo manipulado por los exportadores sojeros y multinacionales del agrobusiness, los banqueros controlantes de las AFJP no pudieron trasvestirse "de pueblo". El seudo campo lo pudo hacer; los banqueros dueños de Orígenes, Máxima, Siembra, Consolidar, etcétera, no podían, ni aunque se disfrazaran de gauchos.
La raquítica movilización del miércoles, en la víspera de la sesión, con las caras largas de los dirigentes de la Mesa de Enlace Rural y el quinto jinete, Alfredo de Angeli, preanunció el fracaso total. No pudieron movilizar a nadie, a pesar del guiño cómplice de varios multimedios de intereses vinculados al sistema financiero.
Incluso la votación dejó una herida que puede ser profunda en el interior de la Coalición Cívica. ¿Acaso se trata de la denuncia que María A. González (SI) hizo en pleno debate contra Patricia Bullrich? No, porque la ex ministra de Trabajo de la Alianza, ex socia de Domingo Cavallo y antes joven ligada a la JP y Montoneros está tan quemada políticamente que las imputaciones que le hizo González no significaron una novedad.
La herida en la Coalición de la apocalíptica Elisa Carrió puede estar dada por el voto del bloque socialista, que por primera vez acompañó al kirchnerismo, mientras la bancada que conduce Adrián Pérez se mantuvo firme en la trinchera junto al PRO y radicales. Sabido es que el compañero de fórmula de la matrona fue en 2007 Rubén Giustiniani, dirigente socialista y senador nacional. ¿Querrá decir que el socialismo se encamina en 2011 (con la antesala del año próximo) a una fórmula encabezada por Hermes Binner? Si es así sería una catástrofe personal para Carrió, que extrañamente no la ha pronosticado, en medio de tanta futurología puramente subjetiva que desparrama ante cámaras y micrófonos.
El 20 de noviembre será el tratamiento del proyecto jubilatorio en el Senado. Cobos ha seguido tirando pálidas en estos días contra aquél, pero todo parece indicar que no podrá usar otra vez su voto pro empresario.

 

La "pata" peronista.
Por la vasta y variada representación social que tiene el peronismo, aún en los políticos más neoliberales, como Mauricio Macri, es una preocupación buscar el concurso de dirigentes de aquél origen para hacer del PRO algo menos cajetilla de lo que es.
Desde el punto de vista objetivo hay muchos dirigentes peronistas que están en oferta, a los que se sumó desde el viernes en forma ostensible Felipe Solá, que volvió a votar en contra del gobierno como ya lo había hecho con el tema de las retenciones móviles a la soja.
Otro que está armando alianzas políticas es Eduardo Duhalde, ponderado por su esposa, la senadora, como el hombre capaz de "reconstruir el PJ". Por ahora acumula con la máscara del Movimiento Productivo Argentino por donde desfiló como expositor Eduardo Buzzi, el mismo que declaró que "hay que desgastar al gobierno" como tarea central de los ruralistas. Que la Mesa de Enlace Sojera se sumara al PRO, CC, UCR y dueños de AFJP en la escuálida marcha del miércoles pasado, fue parte de ese operativo desgaste. Sin embargo los mayores desgastados fueron sus organizadores, algunos de los cuales, como Buzzi, no dieron la cara.
Entre los muertos vivos también reapareció José M. de la Sota, denostando al matrimonio Kirchner como "maltratador". Al colgar ese rótulo, el cordobés no sólo defendía a los duhaldistas con los que rompieron los aludidos en 2005, sino también a los empresarios, que se consideran "expropiados" por el gobierno.
Pero aún si Macri, que quiere pescar peronistas, y los políticos de ese origen recién mencionados se pudieran sentarse a una misma mesa, sería extremadamente difícil que lograran coincidencias en cómo operar como flamante oposición. ¿Quién sería el jefe de esa eventual concordancia? Todos ellos creen tener los suficientes títulos para ejercer esa función pero son expresiones de anhelos. En realidad a ninguno de ellos les da el pinet, al menos por ahora.
Y encima tienen un problema extra: para sus ideas conservadoras y de derecha, tienen un competidor muy fuerte, con manejo de resortes de poder, que se llama Daniel Scioli. Scioli es uno de ellos. ¿Qué harán con él? ¿Lo atraerán al redil opositor, para lo cual tendrían que ofrecerle algo más importante de lo que le garantizan los Kirchner? Y si el ex motonáutico aceptara ese cambio de bando, ¿qué cargo le reconocerían teniendo en cuenta que aquél quiere ser presidente en 2011, aunque no lo diga?
El gobernador de Buenos Aires les ha birlado una bandera muy cara a los mencionados y la derecha en general: la baja de la edad de imputabilidad penal a los menores. Está resurgiendo en el conurbano el movimiento por la "mano dura" fundado por el seudo ingeniero Blumberg y que mañana manifestará de luto ante la Quinta de Olivos.
Una cuota de sensatez y sentimientos puso en ese tema la ministra de la Corte, Carmen Argibay: "dentro de poco van a meter presos a nenes de tres años".

 

Sin plan.
Ya se dijo que el gobierno adoptó una medida razonable y correcta al dar por concluida la etapa de las AFJP donde la previsión social se convirtió en timba financiera dentro y fuera del país.
Pero eso no puede ocultar que no hay un plan consistente y de sentido popular para hacer frente a la crisis nacida en mares remotos, primer mundistas, pero que ya está haciendo olas en la Argentina.
Para ilustrarlo con un ejemplo. La misma Renault que despidió a 300 obreros, ahora anunció que al total del personal sobreviviente, unos mil, lo suspenderá un día a la semana y en algunos casos dos días, con lo que en noviembre cesará diez días su producción de la planta de Santa Isabel, Córdoba.
Es un caso. Sin tanta repercusión como ese, hay decenas de empresas en cada provincia que han solicitado ante el ministerio de Trabajo la apertura del procedimiento preventivo de crisis, que a la corta o a la no tan corta terminará en restricciones al empleo y el salario.
Que las conducciones gremiales respectivas contemplen la situación y no adopten medidas concretas para contrarrestarlas, es algo que ya tiene acostumbrados al mundo laboral.
Pero aquí no se está frente a un mero problema gremial. Es algo político nacional e internacional y se supone que el gobierno tiene que decir algo al respecto y, más importante aún, decidir e implementar acciones. ¿Está pintado el ministro de Trabajo, Carlos Tomada? ¿Ocurre otro tanto con su colega de Economía, Carlos Fernández?
Tampoco a la presidenta no se le conocen planes de contingencia, para afrontar en mejores condiciones esos vientos huracanados adversos, excepto las críticas que con buen sentido de oportunidad dejó caer sobre el escaso prestigio de Wall Street.
Pero hacen falta muchas más cosas. Actuando en forma vergonzante, como para que no la acusen de "estatista", Cristina Fernández ha hecho saber a empresarios españoles y argentinos que no piensa profundizar la senda que recorrió con la medida anti AFJP. Los dueños de Repsol se fueron a dormir tranquilos. No así les ocurrió a los dueños de las ART (Riesgos del Trabajo), pese al mismo mensaje pacificador, pues sienten que su negocio de los ´90, que convirtió a la salud en una mercancía, será el próximo en bajar la persiana.
Falta decisión política gubernamental para acometer una serie de medidas contra los controlantes del poder económico y financiero, que pongan a resguardo el trabajo y el nivel de vida de la mayoría de los argentinos.
Claro está que semejante desafío es complejo y difícil. Mucho más fácil es salir a contestarle a Guido Antonini Wilson, quien insistió ante la CNN en que la valija con los 800.000 dólares era de PDVSA, Venezuela, para la campaña de Cristina Fernández. El ministro Aníbal Fernández lo calificó de "mequetrefe, un hombre de alquiler al que le han pagado para decir cualquier cosa". Esto, descalificar al valijero vendido al FBI, lo hace cualquiera. Lo otro, adoptar un plan anticrisis, para favorecer a los más humildes, es de estadistas.

 


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