Con el argumento de la política, adiós a la justicia
Después de casi tres décadas de democracia ininterrumpida, y viendo el comportamiento de muchos dirigentes políticos y funcionarios, es difícil pensar que las conductas de algunos de ellos todavía puedan sorprender; sin embargo, sorprenden. Sólo bastaría recordar, entre otros tantos ejemplos en la provincia, uno de los hechos más paradójicos de los últimos años, cuando un ministro del Superior Tribunal de Justicia prefirió disculparse con un abogado -para eventualmente no pagar un puñado de pesos si hubiera recibido una sentencia en contra-, después de advertirle que no dilatara con chicanas los tiempos de una causa penal de fuerte impacto político.
En estos días hubo otros dos casos en los que se privilegió la "política" por sobre la justicia, con argumentos absolutamente endebles. Por eso es complicado entender, desde el sentido común, porqué políticos y funcionarios no defienden hasta las últimas consecuencias las resoluciones y los hechos que consideran irregulares o directamente ilegales por estar afuera de la ley.
El presidente del Partido Justicialista antes de que el Tribunal Electoral Provincial diera vía libre al oficialismo para que eligiera, sin limitaciones, un nuevo candidato a gobernador, había advertido que la oposición "zapatearía" si la decisión no pasaba por un corrimiento hacia arriba de la fórmula; es decir que la candidata a vicegobernadora fuera por la gobernación y a su vez ella fuese reemplazada por uno de los postulantes a diputado provincial.
Eso mismo repitió el dirigente una semana después cuando el Tribunal desechó el corrimiento -en una resolución fuertemente cuestionable-, más aún sabiendo que el fallo fue dividido y que el voto de la minoría respaldó esa hipótesis. En ese momento el ex gobernador también dijo algo más que pasó inadvertido para muchos: que a él no le faltaban ganas de apelar la resolución contraria a su pensamiento, más siendo él abogado, pero que no lo haría, ni tampoco su línea interna, "para no ahondar una fisura mayor" en el partido que gobierna en La Pampa.
Ahora, después de las internas del PJ para la intendencia, el precandidato derrotado denunció que hubo fraude. Sostuvo que le tacharon del padrón a un millar de votantes que iban a respaldarlo y que otros adherentes "seguros" aparecieron votando cuando no lo habían hecho. Pero, concluyó que tampoco irá a reclamar a la justicia porque "no me gusta judicializar los procesos electorales" sino más bien "potenciar los métodos políticos". ¿O habrá sido por falta de pruebas concretas?
Uno y otro dirigente no son lo mismo en términos políticos, pero ambos son actualmente, dentro de la crisis que vive el peronismo pampeano, hombres con peso específico. Si ellos, al igual que aquel ministro del STJ, no dan el ejemplo a seguir de luchar a fondo por sus convicciones para evitar lo que consideran una gran injusticia, ¿qué imagen pueden tener los miles de afiliados del PJ, y el resto de la ciudadanía, a los que les interesa la política como una herramienta idónea para producir cambios en la sociedad?
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