Jueves 17 de julio 2025

Marea poderosa del acontecer incesante

Redacción 28/06/2012 - 04.38.hs

Señor Director:
El pasado viernes terminaba de pulir el JV sobre escuela y sociedad, cuando leí una revista semanal, que se distribuye los viernes, en cuya tapa aparece este titular principal: "La escuela, ¿un invento obsoleto?".
La intención de la autora, Paula Sibilia, o la del editor, es llamar la atención principal del lector hacia una nota que, en páginas interiores, ya no dice obsoleta ("esa máquina anticuada", dice) y permite saber que Sibilia es una investigadora que en estos días publica un ensayo sobre el tema. La revista semanal es ADN, del diario La Nación.
La idea, que realmente viene barajándose en estos años, aquí y en todo occidente, es parte o efecto de lo que llamamos globalización y de uno de sus instrumentos, que ha cambiado muchas cosas que tienen (tenían) aire familiar. Un factor determinante de este fenómeno es la computación, Internet y las criaturas que le van naciendo a Internet y al naciente imperio digital, que se convierte en ariete de la globalización y tiende a desconocer fronteras y otras creaciones de la comunidad humana, entre ellas la escuela.
En esta columna he estado ocupándome de otros efectos de la misma causa, especialmente los económicos y sociales, por creer que las estructuras surgidas desde que la burguesía predominó (el burgo, la ciudad, la explosión demográfica) están bajo la piqueta inexorable de la dinámica propia de las formas de agrupamiento de nuestra especie. La crisis actual y la serie de crisis que se han dado en pocos años con inusual frecuencia, ya exigen que se entienda que el acontecimiento ha sobrepasado las previsiones e impone adecuar las ideas con que nos venimos manejando desde el final del feudalismo y que comenzaron a acelerarse con el crecimiento de las ciencias y las técnicas. La actual celeridad de las comunicaciones ha sido la frutilla del postre. El propio postre incluye ingredientes que estaban dados y maduran velozmente con la comunicación digital. Ya con la fotografía había irrumpido la imagen con una fuerza que no tuvo con el arte plástico. El cine hablado en la propia lengua había "liberado" a muchos de los que quedaban al margen de la alfabetización. Otra vez, para entender bastaba con la imagen y la oralidad. Se tornaba menos necesario poseer las claves para entender la escritura. La televisión acentuó este avance de la imagen y también inició la rebelión contra la educación escolarizada, pues reemplazó rápidamente los modelos de educación intelectual y moral confiados a la escuela. La escuela pública y los ordenamientos estatales para toda institución de enseñanza, propusieron y buscaron imponer modelos de conducta. En mi nota de ayer tocaba este punto que, sin duda, necesita tratamientos más detenidos de los que permite una columna de opinión. Sucede también, valga notarlo, que estas propias columnas de opinión trepidan por el sismo digital, porque les alcanza la peripecia del libro y de las publicaciones con soporte de papel.
Digo que lo que se dice, en el ensayo de Sibilia y en las fuentes que ella misma cita, acerca de la escuela, no es otra cosa que lo que ya se venía debatiendo acerca del devenir del libro y del periodismo "tradicional" (desde Gutenberg).
El nudo del problema se hace más visible en las crisis que sacuden un orden económico que se propuso y aun se sostiene como un "orden natural" y, por tanto, inmodificable por la acción humana. La historia muestra que tales "órdenes" son funciones del conjunto de los procesos de la sociedad y expresan el estado de las relaciones de poder que se van dando en el incesante proceso dinámico que, si parece detenerse ante algunas concreciones, termina pasándoles por arriba.
El tema excede mi espacio. Valga señalar que la descripción de la crisis de la escuela no deja de estar condicionada por los intereses que luchan por permanecer y los que procuran su relevo. Toda crisis es síntoma visible.
Atentamente:
JOTAVE

 


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