Miércoles 17 de abril 2024

Datos insuficientes y con deducciones apresuradas

Redacción 27/01/2015 - 04.21.hs

Señor Director:
Pocas veces he tenido la sensación de una aceleración del tiempo como en este comienzo de 2015.
Lo que puso el acelerador fue el hecho terrorista que se desarrolló en París. Para nosotros el vértigo comenzó desde ese hecho y es así por su inesperada conexión con el acontecer nacional. Estábamos en desentrañar el contexto del caso Charlie Hebdo, cuando la tapa altisonante de un diario argentino nos hizo saber que el canciller Timerman no había participado de la marcha de repudio a ese suceso, en París. Y que no había participado por expresa decisión de la presidenta argentina. Ya habíamos sabido que el canciller, llegado a París, se pronunció por escrito acerca del suceso y luego supimos que también había participado de la marcha. Y supimos, valga decirlo, que la corresponsal del diario argentino que suscribía la crónica de aquella denuncia, no estaba en París, sino en Punta del Este, Uruguay. Pudo parecer que se cerraba ahí la "conexión argentina" con el caso ya que no todos sabían que el fiscal a cargo de la investigación de otro atentado (el de la AMIA, Argentina, de veinte años atrás) se hallaba también en Europa, de vacaciones (feria judicial), pero que por alguna razón había partido de regreso a Buenos Aires con tanto apremio que no tuvo tiempo de traer consigo a la hija que lo acompañaba.
Charlie Hebdo comenzó a borrarse de la actualidad argentina cuando ese fiscal anunció que había dado forma final a una acusación contra la presidenta y el canciller por estar vinculados con una operación a favor del terrorismo internacional. Al trascender esta singular acusación, jueces y juristas que debieron dar opinión observaron que los dos objetivos de semejante operación, según el fiscal, fueron 1) desincriminar a Irán en el caso de AMIA (recuérdese que se produjo hace algo más de veinte años), lo que se haría pidiendo que la policía mundial eliminase a los sospechados de su lista roja con orden de captura internacional, para obtener en reciprocidad que Irán nos vendiese más petróleo y nos comprase más granos. Interpol negó que la Argentina hubiese modificado su pedido de captura y dejó constancia de que tanto la presidenta como el canciller habían insistido en mantener sin modificación dicha demanda. También fue de fácil comprobación que el comercio con Irán no mejoró en medida alguna. Con acierto o error, la política del gobierno argentino había sido una tentativa por avanzar en la investigación del caso AMIA mediante un acuerdo que permitía interrogar a los acusados en su propio país. El jurista Zaffaroni y otras autoridades se limitaron a recordar que si hubiese existido la intención mencionada en la acusación, aun así no habría delito, pues sería como acusar del asesinato de una persona que sigue viva. Además, un gobierno debe empeñarse por avanzar en la investigación de aquel grave atentado y también es su deber procurar mejoras en el comercio internacional.
Cuando parecía que retomaríamos las vacaciones en paz, se produjo la muerte del fiscal Nisman, el acusador. Esta muerte tiene inicialmente todos los rasgos de un suicidio, pero el sector periodístico que había destacado la denuncia fiscal orientó a sus lectores y oyentes en la dirección de que el gobierno pudo haber querido acallar al fiscal. Y ahí estamos, terminando ya enero.
En lo que se coincide por afuera de presunciones oscuras es en la necesidad de profundizar la investigación de esa muerte. Lo piden el gobierno, tranquilo por la falta de consistencia de la prueba aducida, y el arco de oposición política que, en año electoral, parece esperar que este suceso se traduzca en más votos favorables. Y también se ha comenzado a coincidir en un plan para reformar el actual servicio de inteligencia del Estado, propósito que han venido repitiendo desde hace años no pocas personas que apoyan las políticas básicas del actual gobierno.
Atentamente:
JOTAVE

 


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