Lunes 28 de julio 2025

El ruido electoral

Redacción 28/07/2025 - 00.15.hs

El lunes 12 de agosto del 2019, el todavía Presidente Mauricio Macri dio una conferencia de prensa junto a su candidato a vice, Miguel Pichetto. Con cara de tránsito lento, culpó al kirchnerismo por las turbulencias financieras: “El riesgo país sube porque en el mundo hay miedo de que los argentinos quieran volver atrás”. El día anterior, la fórmula del Frente de Todos había obtenido más de 15 puntos de diferencia con respecto a Juntos por el Cambio en las PASO. No sin cierto candor, Macri se había ilusionado con dos encuestas imaginarias publicadas unos días antes en Clarín, que anunciaban “un final cabeza a cabeza” con una leve diferencia a favor del Frente de Todos en la primera vuelta y una victoria suya en la segunda. Al creer en esas encuestas amañadas, el Presidente padeció el llamado Mal de Tony Montana, que consiste en consumir el producto que sólo se debe vender.

 

Con fastidio, Macri explicó a los periodistas que “los que no nos votaron representan una bronca del proceso duro económico que arrancó con la herencia que recibimos”. También sostuvo que “el problema que tenemos es que la alternativa no tiene credibilidad. El kirchnerismo debería hacer autocrítica”. El kirchnerismo debía hacer una autocrítica por su victoria y no el oficialismo por su derrota. “El Presidente está en control”, aseguró Pichetto hacia el final de la conferencia, lo que no hizo más que confirmar el visible desconcierto de ambos.

 

Entre la pesada herencia recibida del inicio y el miedo al kirchnerismo del final, “el mejor equipo de los últimos cincuenta años”, como lo definía el propio Macri, fue en realidad un gobierno jardín de infantes, sin responsabilidad alguna sobre sus decisiones.

 

Hace unos días, Federico Sturzenegger –un funcionario que incendió el país dos veces y aspira a mejorar su marca– habló con algunos periodistas sobre la volatilidad financiera. “No es riesgo país, es riesgo Kuka”, afirmó, y llamó a que la gente “apoye el rumbo que estamos tomando” en las elecciones de medio término.

 

Unas semanas atrás, el banco de inversión JP Morgan recomendó a sus clientes vender los bonos argentinos: “Con el pico de ingresos agrícolas ya superado, la probabilidad de salidas continuas de divisas por turismo, posible ruido electoral y cierto bajo rendimiento del peso (...) preferimos dar un paso atrás y esperar”. Desensillar hasta que aclare, hubiera dicho el General Perón.

 

Lo más notable del texto, escrito en la lengua franca de los financistas, es la comparación de las elecciones a un ruido, es decir, a algo objetivamente negativo.

 

La tarea del kirchnerismo, el único espacio opositor relevante a la coalición político-empresarial que sostiene a Javier Milei, es desandar el camino que nos lleva hacia ese modelo de exclusión, un mundo con dos territorios antagónicos. El contraejemplo a tener en cuenta es el Frente de Todos, cuyo fracaso impulsó a una parte de la ciudadanía a confiar en un desquiciado. El kirchnerismo no debe volver a construir una alianza de referentes con bordes programáticos laxos para incluir a todos los que hoy se proclaman “anti-Milei”. Es un listado que podría incluir a Victoria Villarruel, a Alejandro Biondini o incluso a algunos empresarios que piden aún más ajuste.

 

Al contrario, el mejor camino para volver a representar a las mayorías es impulsar cambios mayores, inspirándose en el primer peronismo y los doce años kirchneristas. El odio tenaz de nuestro establishment hacia esos dos períodos políticos es una pista sobre su virtud. No se trata de defender un statu quo apolillado que la propia ciudadanía pone en tensión o conformarse con una democracia formal que se cae a pedazos, sino de radicalizar la agenda política, correr los límites de lo decible y dejar de tolerar lo inaceptable. En definitiva, volver a transitar el ejercicio pleno e impaciente del poder, ese que genera mucho ruido electoral. (Sebastián Fernández, en elcohetealaluna.com)

 

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