Viernes 16 de mayo 2025

Focos de conflicto en el plan primarizador

Redacción 14/05/2025 - 00.20.hs

Más allá de su viabilidad de largo plazo, existe un problema de corto plazo para el éxito del proyecto de la Argentina pastoril y minera.

 

Por Adrián Rojze *

 

El eje de acumulación que plantea la actual administración se centra en la explotación primaria de recursos renovables y, especialmente, de no renovables. Más allá de su viabilidad de largo plazo, que tiene que ver con su incompatibilidad con la estructura social y económica preexistente a la asunción de las actuales autoridades, existe un problema de corto plazo que es la continuidad de determinados hitos que arbitren la transición a la Argentina pastoril y minera que el colectivo liberautoritario y su alianza social pretenden conseguir.

 

En primer lugar, la reversión hacia el alza del ciclo económico. Cabe destacar que el gobierno necesita a la recesión como el agua para reducir la performance de actividades económicas como la industria que en una economía semidesarrollada como la argentina implica una importante demanda de divisas.

 

A esta se suman otras fuentes como el consumo interno de un país altamente urbanizado que también requiere de moneda extranjera en forma directa o indirecta, por un lado, y la demanda de dólares para ahorro, ya que a medida que el crecimiento de la actividad económica aumentan los ingresos personales de los actores sociales en una estructura bimonetaria donde el dinero mundial funciona como presunta reserva de valor para los actores económicos internos.

 

En segundo lugar, el mantenimiento de la primarización como eje de acumulación. 2025 presenta dos problemas que el año anterior no tenía. El primero, de corto plazo, es la disminución de la previsión de cosecha, por problemas climáticos, de cereales y oleaginosas que es la base de las exportaciones del sector primario.

 

El otro dilema que enfrenta el modelo de creación del sultanato petrolero es la reducción de los márgenes de rentabilidad de la actividad del fracking aprisionado por dos pinzas. Por un lado, la decisión de la recientemente asumida administración estadounidense de priorizar la más barata explotación de energías fósiles tradicionales que, tendencialmente, reducirá el precio internacional del petróleo. Por otro lado, el aumento de los costos operativos debido a la combinación de aumento de costos variables por el atraso cambiario y de incremento de los costos fijos de infraestructura por la desinversión pública en la materia.

 

Frentes de conflicto.

 

Los dos frentes de conflicto citados constituyen la base de la discusión generalizada entre los economistas profesionales acerca del mantenimiento del atraso cambiario. Cabe consignar que el año pasado es irrepetible en materia de provisión de divisas, dado el excepcional superávit comercial producto de la gran caída de importaciones, por un lado y la ya gastada bala de plata de ingresos por el blanqueo impositivo, por otro. Hitos que le permitieron a la actual administración sortear casi sin inconvenientes el actual esquema cambiario, que, además, le produjo el beneficio adicional de reducir la tasa de inflación en los precios de los bienes.

 

Una primera señal de alerta de lo que está sucediendo es la reducción del superávit comercial. Una segunda señal es la progresiva descapitalización de las reservas internacionales en poder del Banco Central que exceden los estándares estacionales habituales y que se potencian con el boom de turismo de argentinos en el exterior.

 

En cuarto lugar, como consecuencia de lo hasta aquí expuesto se presenta el problema del mantenimiento de la relativamente baja tasa de inflación. Esto es consecuencia de dos factores. Por un lado, el presunto crecimiento del nivel de actividad es un factor que induce al recupero de los márgenes de comercialización acortados durante el año pasado por el aumento de los costos internos de energía. En ese sentido, la recesión es un poderoso factor disciplinante al mantenimiento de la actual pero inestable tensión de precios relativos. Por otro lado, el ya citado conflicto cambiario que se traduce en presiones a la devaluación del peso que, en una economía bimonetaria, se trasladan casi automáticamente a los precios.

 

Bajo la alfombra.

 

En quinto lugar, la continuidad de la divisa política de la actual administración que es el superávit fiscal. La forma de contabilización benévola con que se obtiene el resultado positivo de las cuentas públicas oculta bajo la alfombra un importante y creciente endeudamiento contingente que, tarde o temprano, hará presión hacia arriba. A lo que hay que agregar la postergación explícita de gastos que financian capacidades blandas y que son la razón por las que la sociedad consiente en pagar impuestos. Ya pasó en los tardíos 90 donde esa omisión fue una de las causales de la crisis fiscal que terminó con el experimento social de la convertibilidad.

 

En sexto lugar, pero no por eso menos importante, la sostenibilidad política del modelo propuesto. A las manifiestas incompatibilidades señaladas al principio de este análisis hay que agregarles las presiones coyunturales de los aliados empresariales del bloque concentrado ligado a la producción industrial, la comercialización en el mercado interno y el capital financiero internacional de corto plazo, por los diferentes conflictos aquí expuestos.

 

Sumado al hecho que no se podrá repetir en 2025, lo que pasó el año pasado, esto es, un escenario de la casi nula participación de la oposición en el debate público, dado que hay elecciones de medio término.

 

Por lo aquí analizado puede concluirse que este año será mucho más ríspido y conflictivo, por decir lo menos, para la actual administración. Cada tropiezo y conflicto económico irresuelto va a tener su costo, para lo cual este colectivo parece no tener la suficiente profesionalidad y capacidad institucional para afrontarlo. En estos días de excesos y errores grotescos, se está disolviendo lo que parecía ser una marcha triunfal hacia la revalidación de un modelo que ni en el corto ni en el largo plazo tiene la suficiente sostenibilidad.

 

* Economista

 

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