Viernes 21 de noviembre 2025

La contrapartida del salvataje

Redacción 21/11/2025 - 00.18.hs

Una alianza con Estados Unidos tiende a cristalizar una relación cuya asimetría se profundizará y avanzará en la desindustrialización del país, con las consecuencias sociales previsibles.

 

Eduardo Lucita*

 

Nuestro país se encamina a conformar una alianza estratégica con EEUU, al que se subordina incondicionalmente, que profundizará las asimetrías ya existentes y condicionará a cualquier gobierno que suceda al actual.

 

Casi cien años después Argentina vuelve, de la mano del presidente Milei, a encadenar su destino al de una potencia declinante. Así fue en los inicios de la década del 30 del siglo pasado, cuando el vicepresidente Julio Argentino Roca firmó el acuerdo Roca-Runciman con Gran Bretaña, la potencia declinante de aquel período histórico. Así sucede ahora con la declaración conjunta sobre “Comercio recíproco e inversiones” entre Argentina y EEUU, la potencia declinante de este período que se repliega sobre su patio trasero, tratando de blindarlo frente al ascenso de China.

 

Algo más que un marco general.

 

La declaración que conocimos merced a un comunicado unilateral del país del norte, constituye un “marco general” sin mayores precisiones (los acuerdos se darían a conocer por tramos). Sin embargo de su texto es posible deducir que se trata de una relación entre gobiernos, que redefine el rol del Estado, que busca dar garantías a los inversores estadounidense mientras les abre nuestros mercados, al mismo tiempo que otorga libre acceso al flujo de información digital.

 

En apretada síntesis: nuestro país dará preferencias a numerosas exportaciones estadounidenses de productos industriales (entre ellos medicamentos, químicos, tecnológicos, maquinarias y automotores), al ingreso de ganado en pié y a una amplia gama de productos agrícola-ganaderos. Para ello se eliminaran barreras para arancelarias y se adoptarán nuestras normas a los criterios y reglamentos técnicos estadounidenses, incluido un nuevo régimen de propiedad intelectual. En contrapartida EEUU eliminaría aranceles sobre “ciertos recursos no disponibles y productos no patentados para aplicaciones farmacéuticas”. Como se verá no hay demasiada reciprocidad en esta declaración.

 

“Recuperando” América latina.

 

La declaración conjunta constituye el último eslabón (al menos hasta ahora) de una cadena de decisiones que incluyen el inédito salvataje del Tesoro de EEUU (interviniendo directamente en nuestra plaza cambiaria), el swap por 20.000 millones (ya se habría activado) la posibilidad de un crédito contingente por igual monto sostenido por un pool de bancos (capitaneados por el J.P Morgan) y la creación de un fondo en el que participarían el Tesoro de EEUU y organismos multilaterales que intervendrían ante cualquier posibilidad de default de la deuda argentina.

 

Este encadenamiento no es solo resultado de la decisión del presidente Trump de proteger a su principal aliado en la región y bloquear el ascenso de China, sino que forma parte de una estrategia de EEUU sobre su “patio trasero” al que había descuidado por décadas luego de los fracasos de la Alianza para el Progreso (1961) y el ALCA (1994). El secretario Scott Bessent lo dijo sin eufemismos: “Estamos recuperando América latina a través de nuestro liderazgo económico, no habrá balas”. Claro nada dijo del despliegue naval frente a las costas de Venezuela.

 

Nuevo orden del comercio global.

 

Bajo la presidencia de Trump, EEUU esta rediseñando el comercio global, dejando atrás las normas de la OMC y los acuerdos consensuados entre países para pasar al modo de “imposición negociadora” en la que los aranceles no solo articulan el comercio internacional según los intereses estadounidenses, sino que también son un arma contra determinadas medidas políticas (por ej. como sanción a la prisión de Bolsonaro en Brasil). Todo puede tener un carácter provisorio, circunstancial y arbitrario creando un estado de caos que Trump administra para finalmente negociar.

 

Se trataría de un nuevo orden basado en el comercio y las inversiones cuya orientación está determinada por la necesidad de achicar el enorme déficit comercial y de cuenta corriente de EEUU. Están en juego la necesidad de incrementar sus exportaciones y volcar un flujo de inversiones en áreas consideradas estratégicas por el país del norte.

 

Argentina ocuparía un lugar subordinado en este nuevo orden. El salvataje fue obligado para garantizar la estabilidad económica del gobierno Milei como un primer paso imprescindible para luego, abrir las posibilidades de una complementación parcial de las economías de los dos países Es lo que subyace en la declaración conjunta. Las nuevas tecnologías hacen posible esa complementación ya que Argentina tiene recursos estratégicos (minerales críticos, tierras raras) que EEUU necesita. En este plano es donde entran tanto las reformas Laboral y Tributaria (exigidas por el FMI y el Círculo Rojo) para reducir costos y bajar la carga impositiva a las empresas y la modificación de la Ley de Glaciares (exigida por los gobernadores de varias provincias) para redefinir el área “periglaciar”, habilitando así inversiones hoy bloqueadas por límites ambientales. Como se sabe los recursos hidrocarburíferos y minerales son provinciales pero es una ley nacional la que determina las protecciones ambientales.

 

En definitiva esta declaración conjunta es un marco general, caracterizado por el secretismo de las negociaciones, sin ningún tipo de consulta a los sectores que serían afectados. Sería el prólogo de una alianza estratégica a consolidar que tiende a cristalizar una relación cuya asimetría se profundizará y que avanzará en la desindustrialización del país con las consecuencias sociales previsibles.

 

Como con la reforma laboral es necesario convocar a la más amplia movilización para rechazar este acuerdo de sometimiento y subordinación al imperio que condicionará a cualquier gobierno que suceda al actual.

 

* Integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda-

 

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