Milei baila en la cornisa cambiaria
La demanda creciente de dólares erosiona la campaña electoral del oficialismo, mientras el respaldo de Trump, por ahora, es más ideológico que económico. Los vencimientos de deuda acorralan al Tesoro y a las grandes empresas. Lo que está en juego ya no es solo el plan financiero, sino la gobernabilidad de Milei.
Alfredo Zaiat
La economía financiera de Milei es un barril sin fondo de dólares. Desde el momento de la flexibilización del denominado “cepo” para personas, a mediados de abril pasado, la compra de dólares suma casi 18.000 millones.
Cinco meses duró el salvataje del Fondo Monetario Internacional. Para mantener a flote el acuerdo, Estados Unidos, a través del secretario del Tesoro, Scott Bessent, tuvo que publicar tres posteos en la red X de apoyo irrestricto al gobierno de Milei para evitar el naufragio. Por ahora, solo son palabras; los dólares adicionales todavía no aparecieron.
El interrogante que atrapó a los protagonistas del mercado financiero es si, finalmente, habrá un giro de dólares al Banco Central desde la administración Trump. Las declaraciones de Bessent no fueron suficientes para convocar a los inversores a no desprenderse de activos bursátiles argentinos. Trump recibirá entonces a Milei en la Casa Blanca el 14 de octubre, pocos días antes de las elecciones de medio término.
Es otra señal para evitar la caída de Milei. Trump continúa, de este modo, con la estrategia de rescate del gobierno de ultraderecha, único aliado incondicional en la región. Pero ese sostén no es gratis: cada gesto de respaldo implica mayor subordinación política a los intereses de Washington, lo que agrava la debilidad de Milei en el frente interno. Y lo que necesita la economía libertaria, más allá de fotos y posteos, son dólares.
El Fondo Monetario Internacional ya desembolsó 14.000 millones de dólares, de un acuerdo por un total de 20.000 millones. De acuerdo al comportamiento de los activos bursátiles y las presiones en la plaza cambiaria, este aporte extraordinario de divisas no ha sido suficiente para alejar el fantasma de la cesación de pagos. Como se detalló en El Destape el domingo pasado, pese al auxilio fabuloso, la economía financiera de Milei es un barril sin fondo de dólares. Desde el momento de la flexibilización del denominado “cepo” para personas, a mediados de abril pasado, la compra de dólares suma casi 18.000 millones.
Dupla desesperada.
La demanda de billetes verdes se está acelerando y, en una medida que exhibe desesperación, el Banco Central ordenó —sin ninguna resolución normativa respaldatoria— que las entidades bancarias no actúen de intermediarios de compraventa de dólares con las billeteras virtuales -Ualá, Mercado Pago- y agentes de bolsa como Cocos.
La versión oficial dice: “La compraventa de dólares está regulada por el Banco Central de la República Argentina y sólo puede realizarse a través de entidades autorizadas. Esto significa que únicamente los bancos y las casas de cambio habilitadas pueden canalizar operaciones de compraventa de moneda extranjera. No está permitido tercerizar las operaciones. Los Alyc pueden vender dólares ccl/mep sin restricciones".
El argumento del Banco Central, en concreto, es que estas compañías no podían hacer lo que estaban haciendo desde hace dos meses, incluso con publicidad callejera y en redes. O sea, ofrecían la posibilidad de realizar operaciones cambiarias, pero recién ahora, con la soga al cuello de la pérdida de reservas y las creciente presiones en el mercado cambiario, el Banco Central interviene para interrumpir esas transacciones con el dólar.
Es una muestra más de la asfixia del plan especulativo de los socios Luis Caputo, ministro de Economía, y Santiago Bausili, presidente del Banco Central. Esta última medida se suma a otras tres dispuestas en las últimas semanas: se restringieron las operaciones de compra de dólares de los agentes de bolsa por cartera propia, se limitaron las compras de divisas de directivos y accionistas de bancos, y se aplicó la restricción cruzada a personas, lo que se denomina “rulo” cambiario (comprar en el mercado oficial para vender en la plaza del mep o ccl, para ganar la diferencia por la existencia de brecha cambiaria).
Ancla y gobernabilidad.
El límite de la pésima estrategia de Caputo y Bausili en la administración de las reservas está, precisamente, en la disponibilidad de dólares, cada vez más estrecha pese al extraordinario financiamiento externo e interno en lo que va del gobierno de Milei.
El plan especulativo no solo muestra sus grietas en la city, sino también en el frente político: ¿cuánto más puede sostenerse un gobierno cuya única oferta económica es la bicicleta financiera, con reservas que se evaporan, otro ciclo de recesión y con la amenaza permanente de una devaluación que el FMI ya escribió en la hoja de ruta para después de octubre?
La demanda privada creciente de dólares impacta en el objetivo electoral de Milei. El discurso de la “estabilidad” cambiaria se está evaporando cuando, día a día, el Banco Central muestra escasa capacidad para sumar reservas. No compra dólares y debe concentrarse en desacelerar la corrida cambiaria improvisando medidas restrictivas, que dejan al descubierto la debilidad del plan. En estas semanas de campaña electoral, lo que se suponía un activo político —el supuesto orden fiscal y monetario— se transforma en la mayor vulnerabilidad de Milei.
La corrida cambiaria pone en jaque la campaña electoral del oficialismo, y el salvavidas de Trump, por ahora, es más político que financiero, mientras que los próximos vencimientos de deuda en dólares presionan sobre las cuentas del Tesoro y de grandes empresas. Este crítico panorama desemboca en un interrogante que alimenta la incertidumbre de inversores: ¿tiene Milei capacidad de recuperar gobernabilidad? O sea, existe la posibilidad de un ancla política para estabilizar el mercado financiero y, a partir de esta base, impulsar el crecimiento de la economía. Está en juego entonces no solo la continuidad de un programa económico fallido, sino la viabilidad política de un gobierno que depende de dólares que no tiene, de un FMI que exige más ajustes y de una Casa Blanca que utiliza a Milei como ficha de su geopolítica en la batalla por la hegemonía con China. (Extractado de El Destape)
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