Ultimos destellos de la farsa honestista
Una dinámica de larga data en la política argentina encuentra un punto de saturación en el fallido trámite para bloquear la candidatura de Cristina. Preguntas sin respuesta y una sociedad que elige creer cuando conviene.
Sebastián Lacunza*
Una vez consumado el rechazo de los senadores al proyecto de Ficha Limpia, pactado entre el Gobierno y el mandamás misionero Carlos Rovira, el foco se dirigió a la dirigencia del PRO, que había hecho del tema un caballito de campaña.
El proyecto aspiraba a impedir las candidaturas a cargos nacionales de personas con condena por corrupción en dos instancias judiciales, lo que habría significado la exclusión de Cristina de la contienda de este año. Gracias al giro de dos senadores por Misiones y pese al apoyo de los de la oficialista La Libertad Avanza (LLA), Ficha Limpia quedó a un voto de los 37 necesarios para ser aprobado.
Con Clarín a la cabeza, el sistema mediático había organizado un banquete para coronar a Silvia Lospennato, la candidata a legisladora del PRO, como la heroína del proyecto. La plasticidad de los senadores misioneros le aguó la fiesta a la diputada macrista, pero, de inmediato, ésta vio la oportunidad de sugerir un acuerdo espurio entre el Ejecutivo y el Gobierno de Misiones. Con medias palabras -al fin y al cabo, es una postulante que manifiesta pesar por no haber acordado listas con la ultraderecha para los comicios del 18 de mayo-, Lospennato profundizó en la línea de que lo que está en juego en las elecciones de la Ciudad y del país es una divisoria entre honestos y corruptos. Del lado de los primeros se encontraría el “institucionalista” macrismo y quien quiera sumarse; del lado de los corruptos, el kirchnerismo y el mileísmo. Así será para cierto sector del PRO en estos días de mayo hasta que las urnas reordenen el tablero.
Por ahora, cruzan palabras, “asco”, “decepción”, adujo Lospennato. “Mentirosa”, lanzó el irascible de Casa Rosada en un encuentro de finanzas. Nada que no pueda ser reparado en cuestión de semanas, si toca regresar las citas en Casa Rosada para continuar unidos con la gesta libertaria.
La jefa de campaña del PRO en las elecciones para la Legislatura porteña, María Eugenia Vidal, levantó la bandera de Lospennato. La exgobernadora cuenta con el beneficio de que un juez de Comodoro Py la sobreseyó este año de la sospecha de enriquecimiento ilícito por la compra de un departamento oneroso en Recoleta, al que accedió mediante un particularísimo préstamo otorgado por su vendedor, luego de declarar por TV que su divorcio la había dejado en Pampa y la vía, “con media casa y medio auto”, para la carcajada de Fantino.
La exhaustiva investigación sobre el patrimonio de Vidal fue llevada a cabo por Ariel Lijo y Ramiro González. El juez firmó el sobreseimiento en pleno remo para ser juez de la Corte, una mera casualidad. El fiscal, quien suscribió el criterio de Lijo, seguramente no estuvo condicionado por haber quedado en el ojo de la tormenta tras su fastuosa fiesta de cumpleaños en Puerto Madero, de la que rápidamente quedó indemne.
Otras aristas.
El debate sobre Ficha Limpia tiene otras aristas. Una de ellas es constitucional, lo que habría deparado nuevas escenas en el pantano judicial, por si hubiera pocas. Juristas cuestionan en qué medida una ley puede alterar el principio de presunción de inocencia hasta tanto no se alcance sentencia firme, y por qué correspondería agregar un impedimento para ejercer el derecho de ser elegido, pilar de la democracia.
Otra cuestión es el argumento elemental de que una disposición legal que otorgue tamaña responsabilidad a los jueces como sumarles a sus decisiones la posibilidad de vetar candidaturas requiere un elenco de jueces y fiscales intachable, que sería lo contrario de lo que ocurre en los tribunales federales. Quizás es casualidad, pero ocurre que muchos jueces y fiscales que abren, cierran, cajonean, manotean, absuelven y sentencian causas visitaron a Macri en sus altillos más reservados, se dejaron invitar a viajes por Clarín y/o acumulan prontuarios por supuestos delitos graves.
Del lado de los Milei, hubo razones comprensibles desde la óptica del interés político. Con el voto de los senadores de la Libertad Avanza, el Gobierno no terminó de ceder la bandera que hoy reclama con exclusividad el PRO, aunque el acuerdo con Rovira haya quedado demasiado expuesto. Dejar a Cristina en carrera implica extender una polarización en un principio eludida y luego fomentada por el mandatario, con la presunción de que es una rival a la que le gana. Macri podría explicarle los riesgos de la estrategia. En segundo orden, la vigencia de la expresidenta actúa como factor discordante en todo el campo opositor y erosiona la emergencia de Axel Kicillof, el único liderazgo potencialmente competitivo que asoma en el peronismo.
Y nada de ello exime a Cristina y prominentes funcionarios kirchneristas de la promiscuidad de relaciones con empresarios corruptos como Lázaro Báez. El cristinismo se desentiende de las fundadas sospechas, por ejemplo, en el soterramiento del tren Sarmiento, la obra pública bajo el aspirante a monja de medianoche José López, las deudas impositivas acumuladas por Cristóbal López y un sinfín de casos de presunta corrupción, con el argumento de que Macri resuelve de taquito las cuentas offshore de su familia, los millones obtenidos del pase de manos de los parques eólicos, el soterramiento del Sarmiento (alcoyana) y otro sinfín de casos de presunta corrupción.
Impostura honestista.
Una clave para abordar esta podredumbre está dada por la impostura honestista que sobrevuela la política hace décadas. En la medida en que la lucha contra la corrupción sea un arma de uso circunstancial e intermitente, a ser activada para dañar al rival y proteger a los propios, el estrago que causa la deshonestidad en las políticas públicas tendrá un largo recorrido.
No es una cuestión de dirigentes más o menos oportunistas e inescrupulosos, sino de instituciones y de actores centrales de la democracia, como los medios de comunicación. La filmación fraguada en el living del departamento de Elisa Carrió de un narco falsamente arrepentido por parte del programa de Jorge Lanata en Canal 13 para señalar a Aníbal Fernández como “La Morsa” a días de la elección que ganaría Vidal no sólo habla de la moralidad de los implicados, sino también de parte de la sociedad que decidió creerlo. (*Extractado de Eldiario.ar)
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