Martes 03 de junio 2025

Un hecho trascendente

Redacción 02/06/2025 - 08.37.hs

Un hecho prácticamente inédito tuvo lugar en el día de ayer en México: se concretó la elección de los jueces del país mediante el voto popular. El tema es muy trascendente. Por una parte porque deja de lado efectivamente una estructura jurídica que es prácticamente común a toda América y por otro marca la vuelta a una de las formas más originales y antiguas de la democracia, con participación popular en la justicia. Hasta ahora, y sólo parcialmente, Bolivia era el único país del continente con una forma de elección de esta clase. En México, la elección por voto popular de todos los miembros de la judicatura se convirtió en una de las banderas políticas más importantes del movimiento político que motorizaba Andrés López Obrador y continúa la presidenta Claudia Sheinbaum.

 

La actitud del gobierno mexicano constituye una avanzada sobre uno de los aspectos más controvertidos de las estructuras de gobierno, como lo es el aparato judicial. La teoría, el respeto por la actividad y también la burocracia han contribuido en muchos gobiernos constitucionales a que la elección de los jueces –desde las categorías inferiores a los estratos más altos- quede en manos y decisión de los otros poderes del Estado y aún dentro de la propia estructura judicial. Con el paso del tiempo ese funcionamiento, que tiene una condición vitalicia que lo vuelve irritante a los ojos del ciudadano común, se ha ido deteriorando en diversos aspectos y ha pasado a ser cuestionado por otros sectores que integran los sistemas representativos y democráticos.

 

El paso dado por los mexicanos, inobjetable en cuanto a su legalidad, causó una evidente molestia en algunos ámbitos judiciales del continente ya que, a no dudarlo, implica una disminución de las ventajas, y hasta se diría de los privilegios, que tienen los magistrados en algunas judicaturas.

 

Por cierto que la elección popular de los jueces no garantiza una justicia impecable, pero en su forma sugiere un distanciamiento de las influencias políticas, económicas y personales que suelen afectarla. Además, y no es lo menor, parece conllevar el fin de la condición vitalicia de ese cargo.

 

En nuestra América abundan los casos de jueces de escasa probidad y apego a la justicia que dicen administrar, con los escándalos consiguientes que a menudo son disimulados por el sistema. Se han dado casos, incluso, de haber obrado con abierto favoritismo para con una de las partes. Y hasta se diría que los jurados de enjuiciamiento (única solución constitucional para con esos casos) dejan muchísimo que desear.

 

La Argentina, lamentablemente, es uno de ellos y en los últimos días alcanzó límites insólitos cuando una jueza –increíblemente- se prestó a intervenir en un audiovisual en un caso de mucha resonancia, para más con una presencia en la que al parecer adelantaba el fallo.

 

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