Una disputa de poder
Se trata de una disputa de poder entre quienes detentan la propiedad de los medios de producción y cambio del sector y los trabajadores, que son quienes hacen mover todo el complejo agroindustrial.
Eduardo Lucita*
El conflicto entre los sindicatos aceiteros y las cámaras empresarias del sector comenzó por diferencias en la paritaria por el ajuste salarial, involucra también al gobierno. Por debajo de esta puja distributiva hay otra disputa, más política e ideológica.
Desde principios de año hasta ahora el salario que perciben los trabajadores aceiteros se incrementó en un 77%, frente a una inflación del 79.8%. La oferta de los empresarios es de un 12% en julio y un 5% en septiembre, lo que según sus estimaciones daría un acumulado del 94% con lo que dicen superarían la inflación que se proyecta para ese período. Por el contrario para las organizaciones sindicales del sector la oferta patronal es insuficiente. Según el criterio que adoptaron hace unos 15 años, cuando recuperaron el sindicato, los aumentos no los definen por porcentaje sino por el valor de una canasta básica para que el trabajador y su familia vivan dignamente. Así, en esta discusión sostienen que el aumento debe garantizar un piso de $1.550.000, lo que implica un incremento salarial del 25%.
Guerra de comunicados.
La huelga nacional aceitera decidida por la Federación aceitera y el SOEA San Lorenzo fue declarada -en una asamblea conjunta con más de 250 delegados- después de tres semanas de infructuosas negociaciones en la que los sindicatos reclaman una propuesta salarial que mejore lo que ofrecen las patronales. Se trata de una disputa entre una fracción del capital asentada en un complejo industrial de alta tecnología, de los mejores del mundo, que goza de ganancias extraordinarias y una fracción de los trabajadores, con buenos salarios, que tienen conciencia de su rol estratégico para la economía nacional, que cuentan con una organización sindical y una dirección honesta, basada en la tradición de la democracia obrera: en la consulta a las bases y en acatar lo que estas decidan.
“No vemos razones objetivas para que no se acepte nuestra propuesta y que podamos seguir trabajando a los efectos de no seguir dañando la industria”, dice el comunicado de las cámaras empresarias. “Esta huelga comenzó después de tres semanas de reuniones en las que no hicieron más que dilatar el diálogo”. ..”Ellos tienen tiempo, nosotros no”, responden los dirigentes sindicales.
Los empresarios argumentan que pagan de los mejores salarios del país, que los trabajadores llegan a ganar 2,8 millones por mes, (algo poco comprobable) y que los huelguistas perderán el presentismo que estiman en 50.000 pesos diarios. Los trabajadores se preguntan quién gana más, los que queremos vivir dignamente o “las empresas multinacionales y grupos nacionales que triangulan exportaciones, fugan divisas y anotan lo que exportan en una declaración jurada”.
Complicaciones.
La paralización de la producción afecta a todo el complejo, sea las plantas industriales, la logística, los puertos e incluso las carreteras. Complica la exportación, con camiones varados y buques a la espera en los principales puertos del país. Según la cámara de empresarios aceiteros (Ciara) en cuatro días son 15.000 los camiones que no pudieron descargar y otros 12.000 con fecha de carga y entrada, que han sido suspendidas. Hay además 20 barcos en espera para entrar a puertos (se rumorea que algunos ya pegaron la vuelta para ir a cargar a Brasil). Estiman la pérdida millones de dólares.
Todo demora aún más la liquidación de una cosecha que avanza lentamente, tanto porque los precios internacionales están en valores mínimos en los últimos cuatro años, como porque las cerealeras están esperando una devaluación o alguna mejora, aunque sea indirecta, en el tipo de cambio para liquidar los remanentes de soja y trigo, lo que implicaría ingreso de dólares por 13.000 y 2,800 millones respectivamente.
Más que una puja salarial.
El gobierno entiende que el conflicto complica su política de incrementar el ingreso de dólares a las reservas y obtener ingresos fiscales vía retenciones por eso es que buscan interesar a las patronales para que acepten la conciliación obligatoria. Pero los empresarios han rechazado sentarse en una mesa de diálogo si los sindicatos no levantan el paro. Aducen que “el conflicto va más allá del reclamo salarial, sostienen que los sindicatos cuestionan la reforma laboral y la reincorporación del impuesto a las ganancias para la 4ta. Categoría, además de buscar un espacio político dentro de la CGT”, y claman porque les “devuelvan la llave”, traducido: han perdido el control del complejo. Los trabajadores responden que los empresarios están utilizando el conflicto para forzar una devaluación, que están usando para presionar al gobierno y nosotros “No queremos perder lo que conquistamos con años de lucha”.
La huelga, en principio declarada por 24 horas se ha transformado por tiempo indefinido. Por ahora cuando van cuatro días de paro las negociaciones están suspendidas y no hay una solución a la vista. (Cuando esta nota ya estaba redactada, la Secretaría de Trabajo, a pedido de las cámaras empresarias, decretó la conciliación obligatoria. Se abre ahora un pedido de 15 días de negociaciones).
La cuestión de fondo.
La huelga encierra más que una disputa por la distribución del ingreso, pero no es por la reforma laboral o el impuesto a las ganancias como argumentan las patronales. Es una disputa de poder entre quienes detentan la propiedad de los medios de producción y cambio del sector y los trabajadores que son quienes hacen mover todo el complejo agroindustrial. Cuando lo paralizan, como en estos días, disputan el control (la llave). A esto es lo que reaccionan a los dueños del capital /cámaras, bolsas de comercio…) y sus principales voceros mediáticos, que reaccionan violentamente, incluso porque puede ser emulado por otros trabajadores en lucha.
En última instancia se trata del histórico conflicto de clases en el sistema del capital. Entre quienes producen la riqueza y quiénes se apropian de ella y la disfrutan. (*Integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda).
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