Miércoles 01 de mayo 2024

El viaje del cardo

Redaccion Avances 12/02/2023 - 09.00.hs

Viajamos en el tiempo y conocemos la historia de una canción escrita por la docente Hilda Olga Correa López de Carrizo, y a la que luego musicalizara Leandro “Coco” Gómez.

 

Ernesto del Viso *

 

Puesto a analizar el poemario infantil pampeano, hallamos que, muchas de las poesías que permanecen en nuestros días, han sido escritas por docentes. Maestros que han decidido pedirle prestado a la literatura infantil sobre todo, para acercar a sus alumnos un determinado conocimiento.

 

La herramienta y bella por cierto, en más de una oportunidad ha permitido al educador, lograr su valioso cometido: brindar e intercambiar al niño/a: un saber.

 

Qué mejor que una cuarteta, simplemente una copla, para sintetizar la ofrenda que la naturaleza nos hace a cada instante y en el medio que nos rodea. Además, creemos que todo sirve para agudizar en ese educando su sensibilidad, posibilitando su externación, sabiendo a priori del potencial del pequeño/a, muchas veces abroquelado, reprimido, por no permitir su sinceramiento espiritual. Instrumento éste y otros a los que pone en experiencia el docente, permitidor de que ese alumno/a que lo “absorbe” todo y que todo lo quiere conocer, aprehender, lo haga realidad.

 

Hoy en día, globalización mediante, pareciera que no se le presta atención desde lo pedagógico a lo que llamamos “El Terruño”.

 

Claro está que la generalización trae su rápida consecuencia: lo injusto y parcializado de tal aseveración. Siempre hubo y habrá buenas intenciones en ese sentido.

 

El terruño, la comarca, es el ambiente más temprano con el que se encuentra el hombre en su niñez. Allí se darán las primeras interpretaciones del espacio que lo rodea, dotadas esas cosas de un peso histórico generacional, con gran significación de vitalidad y que la tradición se encarga de transmitir a ese niño/a.

 

Allí la docencia debe intervenir como estrella y guía, que al decir de Ovide Decroly, pedagogo belga, debe preparar al niño/a para la vida social; y en esto el conocimiento del medio natural que rodea a ese educando es primordial, relacionándolo con el mundo interior de ese niño/a los que deben crecer en forma simultánea.

 

Tal vez para muchos docentes, como seguramente haya sido para nuestros Ricardo Nervi, Marcelino Catrón, Hilda O. Correa López de Carrizo, Blanca Cuco y Clementina Dorado y tantos otros, hayan resultado significativos puntos de partida y cómo poder exponer su veta poética-musical-pedagógica.

 

De todos ellos, hoy convoco al resplandor de nuestros sueños, a la poetiza y docente castense – pampeana Hilda O. Correa López de Carrizo, más conocida como la “China Carrizo”.

 

Tiempo azul la niñez…” (Chacho Muller)

 

Sin lugar a dudas, la niñez es terreno fértil para sembrar futuros bienhechores. Es posible que no siempre deba resultar así, pero es dable tener muy en cuenta cómo lo infieren corazón adentro los buenos maestros.

 

Es el territorio de la siempre aventura, del descubrir cómo la hoja amarillea y cae al llegar el otoño, hasta por qué no, abonar la tierra con su existencia ya fenecida en el árbol del que se ha precipitado y ese enriquecer el sitio, le pueda servir para ponerla otra vez en alto, en los albores primaverales, como una bandera más de libertad ondeando en estío crecido.

 

Todo eso lo descubre ese ser pequeñito para luego echarse al vuelo como las palomas, como dice el Chacho Müller en su bella canción “La Niñez”, todo un tratado de pedagogía en síntesis, que formulara en los sesenta este autor del litoral argentino: “Descubrir al pasar / el olor del nogal / y que brota el rosal… y el viejo misterio hondo y lejano” (Chacho Müller).

 

Una florcita de cardo…”

 

Una mañana, de hace muchos años, la docente China Carrizo debía acontecer ante sus pequeños alumnos, y enseñarles un elemento integrante de nuestra flora autóctona: el cardo. Tal vez el solo nombrarlo, nos remita a espinas, más que a esa bella flor que posee… entonces puede y debe recurrir a la poesía. Inmediatamente, la poetiza posó sus manos sobre la hoja en blanco y en cinco cuartetas, lo describió. Lo acercó al niño/a, dulcemente. Es decir, lo ubicó al alcance de todos esos pequeños y sin “pinchos” posibles.

 

Dulcificó la estructura del cardo que está ubicado por “mamá naturaleza”, en sitios más bien poco amables pero no por ello, olvidables.

 

Las canciones infantiles de La Pampa generalmente nos cuentan una historia. Acá también existe y no es otra cosa que el gran Pampero (viento), que invita a la flor de cardo a realizar con él un viaje.

 

Pero mejor nos lo cuenta “China” Carrizo, que ha heredado de su abuela materna Juana Isabel Moretti De María, ese don del relato fantástico: “Este es un cuento pampeano con humor, dicho en poesía. Me gusta hacer hablar a las cosas inanimadas como por ejemplo hablar a la florcita de Cardo con el viento pampero, dos elementos naturales muy de nuestra provincia de La Pampa. Hablo del ‘cardo asnal’, el de la flor muy grande y entonces digo, que el viento pampero pasaba como un ‘refucilo’ y entonces estoy utilizando una terminología bien campera, en vez de relámpago como se dice en la ciudad”.

 

Yo soy el viento pampero,

 

veloz como el refucilo…”

 

El poema fue musicalizado en julio de 1997 por el gran músico de jazz de Santa Rosa Leandro “Coco” Gómez. Sobre el final viene la pizca de humor que tanto agrada al niño/a y donde la flor de cardo le dice al viento:

 

Pero si tengo que estar

 

volando como un avión,

 

pongo freno. Ya me bajo

 

en la próxima estación”

 

Sin duda, Hilda Olga combina en justa medida el relato con el verso. Lo trae en la sangre, ya lo decíamos, de esa “nona” Juana, a quien le escuchaba con atención grande, las más increíbles ocurrencias que una abuela elucubra para bendecir a sus nietos.

 

Qué te parece, Coco, si musicalizás…?

 

Capítulo aparte, es la musicalización de éste y otros cinco poemas pampas más, por Leandro “Coco” Gómez, pianista y arreglador musical por entonces de La Trigueña Jazz Band.

 

La invitación a realizarla no estaba exenta de cierto temor a que no la aceptara. Coco sentía cariño y afecto por la poetiza, era hermana de un amigo suyo de la juventud, de cuando se hacían en los años 50’ en el salón de la planta alta de la confitería La Capital de don Arturo de la Mata ciertos encuentros con el jazz. Antecedentes muy interesantes, pues a mediados de los 70’ comenzaría sus actuaciones el Grupo de Jazz Santa Rosa, banda de la que por muchos años Coco fue su pianista y fundador.

 

Leandro Gómez me contó que nunca había compuesto una música pampa ni musicalizado a sus poetas, a los que conocía y hasta de alguno de ellos era muy amigo.

 

Todo era novedad para el “Coco”, y sobre todo hacer sus primeras armas como compositor de canciones infantiles. En menos de 15 días, había musicalizado 6 poemas; trasuntaba en cada uno de ellos su alma generosa de niño, descubriendo un universo al que sin embargo le retaceaba su credibilidad. Hasta que con todos sus sentidos observó in situ la reacción de los niños ante el blues “La Vizcacha”, con letra de Julio Domínguez “El Bardino” y ésta de la florcita de cardo “El viaje”, cantada junto a La Trigueña Jazz Band aquel 30 de octubre de 1997 en el Teatro Español y que aún no tiene ninguna grabación.

 

La canción infantil de La Pampa, tiene buena poesía y excelente musicalidad. Pero también generó lo que en su momento denominamos “Primera muestra de arte infantil pampa sobre su música”. De ella, acompañamos la ilustración correspondiente que en agosto de 1997, un alumno de la Escuela 38, de Santa Rosa, compuso con la profesora de artes plástica sobre esta canción infantil pampeana: “El viaje”. El autor es el entonces niño de 2º año Jonatan Cejas, la técnica es: Collage de papel y témpera.

 

Poesía, música y pintura para nuestra canción infantil de la provincia de La Pampa, en definitiva los sonidos, palabras y colores para conocer La Pampa.

 

* Músico

 

 

El Viaje”

 

Letra: Hilda O. Correa López de Carrizo

 

Música: Leandro “Coco” Gómez.

 

 

Una florcita de cardo

 

se fue a pasear con el viento.

 

Iba muy alto, muy alto

 

sin detenerse un momento.

 

 

Más despacio -dijo al viento-

 

la flor de cardo asustada,

 

viajando como usted viaja,

 

¡ay,señor!, no veo nada.

 

 

Pero, florcita de cardo,

 

¿no sabe dónde ha subido?

 

Yo soy el viento pampero,

 

veloz como un “refucilo”.

 

 

Escuche, señor pampero;

 

soy una flor campesina

 

y decidí ir a pasear,

 

porque usted me lo pedía.

 

 

Pero si tengo que estar,

 

volando como un avión,

 

ponga freno. Ya me bajo

 

en la próxima estación.

 

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