Domingo 17 de agosto 2025

Juan miraba el Matadero

Redaccion Avances 17/08/2025 - 09.00.hs

La mirada atenta de Juan Carlos llevó a la creación de estos párrafos a modo de crónica por parte de la colaboradora. La presencia del Estado y su impacto social.

 

Thays Teixeira *

 

Mientras acariciaba a su perro sonriente en la puerta de su casa, Juan Carlos observaba en silencio a los trabajadores que limpiaban la canchita frente a su hogar. Quizás, en otras épocas, esa misma canchita haya sido testigo de incontables partidos de potrero, de esos que marcan la infancia en cualquier barrio argentino. Pero lo que veía hoy no era tan común como los gritos de gol o las corridas de los más chicos. Lo que veía era algo distinto: el barrio en movimiento, el Estado presente, la esperanza en forma de trabajo colectivo.

 

La mirada atenta de Juan Carlos nos llevó a imaginar sus pensamientos. ¿Qué pensaría este señor que desde hace tantos años comparte su existencia con aquel rincón? Elegimos creer que sus ojos encontraban un alivio al ver que, en las últimas dos semanas, su barrio había sido tomado por trabajadores municipales que ponían en orden el espacio público, que esparcían derivados del petróleo que pronto se convertirían en asfalto, que cambiaban el tono amarillento de las viejas luces por el blanco nítido de las luminarias LED. Su rostro no ocultaba la satisfacción de presenciar esa escena.

 

Ver el impacto social que generan estas intervenciones en un barrio como Matadero -con su historia, su entramado comunitario y sus condiciones socioeconómicas particulares- nos reafirma una convicción profunda: la presencia del Estado en un territorio va mucho más allá de la ejecución de obras, del arreglo de calles, de la poda de árboles o del recambio de luminarias.

 

Lo que verdaderamente se transforma son los vínculos, los derechos, la manera en que cada vecina y vecino vive y siente su lugar. Se modifica el paisaje, sí, pero también se enraíza la esperanza. Cada mejora -una calle más transitable, una plaza más limpia, una luz encendida donde antes había oscuridad- representa mucho más que infraestructura: expresa la dignidad de quien habita ese espacio, el deseo de ver su comunidad reflejada con otra luz.

 

Como nos recuerda Juan Pablo Pérez Sáinz, en los años ‘80, América Latina vivió un proceso de despolitización de la cuestión social, donde la pobreza fue impuesta como categoría neutral, desprovista de conflicto o relaciones de poder. Hoy, experiencias como esta demuestran que lo social es profundamente político, porque donde hay derechos garantizados, también hay ciudadanía fortalecida. Y donde hay comunidad con derechos, hay futuro.

 

Ver hoy a Juan Carlos en la puerta de su casa nos llevó a transitar por una América profunda, multicultural, también desigual, pero que nos recuerda que la riqueza de las personas no se mide solo en bienes materiales, sino en la vivencia que llevan, en las experiencias que atesoran y en esos momentos de conexión que les dan sentido.

 

La vida paga.

 

* Dra. en Comunicación y docente en la UNLPam

 

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