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Domingo 28 de diciembre 2025

Nadie es olvidado, nada es olvidado

Redaccion Avances 28/12/2025 - 12.00.hs

A 80 años de la derrota del nazismo por el Ejército Rojo, y ante la irrupción de fascismos y neonazismos actuales es necesario reflexionar y apelar a la memoria, porque sino se repiten genocidios como el de la Franja de Gaza.

 

Sergio De Matteo *

 

Apelamos a la pedagogía de la memoria, donde se desarrolla y manifiesta un proceso activo y constante de construcción de identidad, ciudadanía y derechos humanos, en el cual se articulan la memoria individual y colectiva con el presente y el pasado, para, de dicha forma, pueda ser fortalecido el pensamiento crítico, la democracia y, por sobre todo, el conocimiento de la historia y la resignificación de la política como herramienta transformadora de la realidad.

 

Esta reflexión que se propone bajo tales tópicos y conceptos, tiene como referencia la celebración del 80º aniversario del triunfo soviético contra el nazismo en 1945, así como de China contra el imperio japonés, lo que marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial. La conmemoración principal, de lo que se conoce como la Gran Guerra Patria, tuvo lugar en Rusia el 9 de mayo pasado, mientras que en Pekin el 3 de septiembre se celebró la Victoria de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial Antifascista. Estos hechos también fueron recordados en otras partes del mundo como un hito de la lucha contra el fascismo y el nazismo, así como repensar su legado en el siglo XX y XXI.

 

Hegemon.

 

En ese sentido, se resalta que el hegemon, es decir, la hegemonía, en términos gramscianos, se manifiesta y ejerce en todas las actividades de la sociedad. Planteaba el pensador y político italiano -encarcelado por el fascista Mussolini-, que esa construcción de poder se refiere a la dirección intelectual y moral que una clase social dominante ejerce sobre la comunidad, obtenida a través del consenso y no solo de la coerción. En consecuencia, ese trabajo cotidiano y constante sobre las cabezas, sobre las subjetividades, es mucho más sutil que la violencia. La hegemonía se logra a través de un proceso complejo que involucra la creación de alianzas, la difusión de ideas a través de instituciones como la escuela y los medios de comunicación, y la adaptación de la ideología dominante a las diferentes realidades sociales.

 

El escritor, artista plástico y docente Leonardo Herrmann ha señalado que la disputa hegemónica “no se desarrolla solo en el terreno de las relaciones sociales, de las relaciones económicas, de las relaciones entre pueblos y las relaciones entre clases. Es aún más perverso, es un reformateo también desde lo simbólico. El fascismo es una reacción a la lucha de los pueblos desde lo cultural. Negar la historia de los pueblos es un aspecto central de un revisionismo fascista. Los trabajadores de la cultura somos parte central en esta lucha. Somos parte de una memoria viva de las masas y debemos tomar partido: o nos ponemos al servicio de la liberación de nuestros pueblos o seremos simples bufones de un poder decadente, inmoral e inhumano. Como decía Gramsci, la historia condena a los indiferentes”.

 

El resultado fascistoide se ve claramente en varios países de Occidente, con gobiernos neoliberales, sea derecha radical o nueva derecha, vinculados al fascismo, en algunos casos, y al nazismo, en otros. El ejemplo más contundente es Ucrania, pero también el intento que hubo en Alemania, con Alice Weidel, líder del partido Alternativa por Alemania, considerado de extrema derecha. Pero ya están instalados Viktor Orbán en Hungría, Giorgia Meloni en Italia, Donald Trump en Estados Unidos, Javier Milei en Argentina, VOX lo pretende en España, ahora José Antonio Kast en Chile, y el reo Jair Bolsonaro ya pasó a la biografía de los réprobos en Brasil.

 

Gran Guerra Patria.

 

La Gran Guerra Patria ha sido el nombre que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas dio a su participación en la Segunda Guerra Mundial, librada entre 1941 y 1945 en su propio territorio. Fue la lucha principal de los rusos contra la Alemania nazi y sus aliados; además la victoria soviética en este frente, especialmente con la defensa de Leningrado y la batalla de Stalingrado, con más de 2 millones de muertos, fue crucial para la derrota del nazismo-fascismo, que buscaba extender un sistema esclavista y racista, a grosso modo, por todo el mundo.

 

La hegemonía se pelea en varios planos, sea el político en sí, pero también en el campo económico, militar y, por sobre todo, en el cultural; por lo tanto, la intencionalidad de manipular la opinión pública busca el objetivo de modificar imaginarios, tomas de posición y subjetividades. En mayo de 1945, poco después de la rendición alemana, el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) preguntó a los franceses qué país, en su consideración, había hecho más por ganar la Segunda Guerra Mundial: el 57% respondió que la URSS, seguida por un 20% que mencionó a EEUU y un 12% al Reino Unido. En 1994, y una generación después, se repitió la consulta, y esta vez Norteamérica salió como principal vencedor para el 49% de los que respondieron, la URSS (25%) y el Reino Unido (16%). En el año 2004 la encuesta se realizó de nuevo: el 58% señaló a Estados Unidos como triunfador, mientras que sólo el 20% a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Entre las causales, se puede señalar que se había fundado Hollywood y su industria de películas de guerra con héroes yanquis, para modificar, de esa manera, la memoria y la historia. Es que sin educación y con la manipulación de la información se forman ciudadanos y ciudadanas sin conciencia ni conceptos claros, es decir, se los formatea para responder a los intereses del opresor.

 

Esa percepción errónea que se instala a través del trabajo constante de los símbolos y los imaginarios, tiene como contraparte la historia, su verdad en datos duros que contrasta con la propaganda falsa, pues, se sabe que casi 27 millones de soldados, soldadas y civiles soviéticos murieron en la Gran Guerra Patria, 20 millones de chinos y chinas, mientras que perecieron alrededor de 400 mil norteamericanos en total (quede claro que no se desmerecen las caídas yanquis). Por eso, este ejercicio de resignificación de la historia, de recuperación de la memoria, es para desmontar la continua tergiversación militar hollywoodense y para rendirle homenaje a los pueblos rusos y chinos que “liberaron” (de Libertad de verdad, no la de la falsedad libertaria mileista), sí, que liberaron al mundo de la megalomanía de Adolf Hitler.

 

Olga Bergholz.

 

Poeta soviética que nació en un suburbio obrero de San Peterburgo en 1910 y falleció en Leningrado, en 1975. Se graduó en filología en la Universidad de Leningrado en 1930 y se radica en Kazajistán y trabaja como periodista en el diario La estepa soviética. Tras su vuelta a Leningrado es redactora en el periódico de la fábrica Electrosila (1931-1934). En 1934 se suma a la Unión de Escritores Soviéticos. Con el inicio de la Gran Guerra Patria en junio de 1941, Bergholz fue enviada a trabajar a la Radio de Leningrado. Pasó casi todos los días del bloqueo animando a las y los ciudadanos hambrientos de la ciudad con sus discursos y poemas. Pensamientos e impresiones sobre este período, sobre los problemas del heroísmo, el amor, la lealtad y el compromiso, se pueden encontrar en Diario de Febrero o Poema de Leningrado, ambos de 1942. Es una de las poetas más conocidas del Sitio de Leningrado y permaneció los 900 días en la ciudad asediada hasta que los rusos triunfaron sobre los nazis: “¡Que Leningrado sea una medida de honor!/ Que sea una medida inagotable de amor/ y de fuerza humana viva,/ para que en un momento de duda, como símbolo de fe,/ repitan su amargo nombre./ No podemos apartarnos de él ahora:/ dondequiera que nos lleve la guerra,/ su alma está llena de grandeza,/ y estamos en todas partes, en todas partes, leningradianos”. Este poema fue escrito en abril de 1942, pero Bergholz no sólo escribía, documentaba, también dejaba el testimonio de un época, de la resistencia y la lucha del pueblo ruso contra el nazismo; además, desde la radio, alentaba y daba esperanza a las y los habitantes de Leningrado, dejando un fresco de época, una enseñanza que no se debe olvidar.

 

El 9 de mayo de 1960 se inauguró el Cementerio Conmemorativo de las víctimas del Sitio de Leningrado, y las palabras de Olga Bergholz quedaron grabadas en el muro tras el monumento a la Madre Patria Llama. La frase “Nadie es olvidado, nada es olvidado” se convirtió en un lema popular desde entonces, y se menciona con frecuencia en Rusia durante los días conmemorativos. Fue condecorada con la Orden de Lenin y numerosas medallas; una calle de San Petersburgo, un cráter de Venus y el planeta menor 3093 Bergholz, descubierto por la astrónoma soviética Tamara Smirnova en 1971, llevan su nombre como homenaje y reconocimiento.

 

Konstantín Simonov.

 

Nacido en 1915 en Petrogrado, también llamada Leningrado y, actualmente, San Petersburgo. Fallece en Moscú en 1979.

 

Fue un reconocido poeta dedicado al género bélico. Su poema más popular se titula “Espérame”, y trata de un soldado que durante la Gran Guerra Patria le pide a su amada que aguarde su regreso. El poema escrito en 1941 fue dedicado a su pareja, la actriz ucraniana Valentina Serova, que también estaba en el frente defendiendo a la Patria y resistiendo contra el ejercito nazi. Realizó en 1938 un curso en el Instituto de Literatura Máximo Gorki, y luego ingresó al posgrado en el Instituto de Historia, Filosofía y Literatura de Moscú (IFLI). Se convirtió en corresponsal de guerra y trabajó para el periódico Estrella Roja, estuvo en Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, Polonia y Alemania y presenció la Batalla de Berlín.

 

Un fragmento del artículo “Datos escalofriantes” de Simonov, publicado en el periódico Estrella Roja, el 19 de diciembre de 1943, resalta: “Tres alemanes con uniformes gris verdosos llevan todo el día sentados en el banquillo de los acusados, escuchando el testimonio de los testigos. Los testigos hablan, los intérpretes traducen. Y los tres asesinos alemanes escuchan en silencio. ¿En qué piensan? ¿Quizás recuerdan con cariño a sus familias, a quienes nunca más enviarán un solo paquete con la ropa manchada de sangre de los asesinados? Sé y siento una cosa con certeza: no les interesa lo que dicen los testigos. No les interesa en absoluto. Saben todo esto, lo vieron, lo hicieron con sus propias manos. Y saben cosas mucho más terribles y monstruosas que lo que dicen los testigos uno tras otro. Y me parece que aquí, en esta sala, la sangre de sus víctimas gotea de las manos de los acusados y gotea el suelo…”.

 

La figura de Konstantin Simonov sigue siendo una referencia en la literatura soviética, especialmente por su capacidad para describir las vivencias de la guerra. Su legado también está marcado por su capacidad para conectar con la cultura popular.

 

Muchas de sus obras, específicamente aquellas donde relató los horrores de la guerra, fueron adaptadas en varias ocasiones al cine y al teatro.

 

Ilyá Ehrenburg.

 

Poeta y periodista soviético, nacido en Kiev, en 1891 y fallecido en Moscú en 1967. Fue testigo de la revolución rusa, la guerra civil española y el holocausto. A grandes rasgos, podríamos equipararlo a Rodolfo Walsh, el de Operación Masacre y la Carta a la Junta Militar, porque Ehrenburg escribió, en los casi cuatro años de guerra, cerca de 1500 artículos, de los que casi 450 fueron en el Krásnaya Zvezdá (Estrella Roja), entre los que se destaca uno de los más polémicos de su trayectoria, “Matar”, “Matad! ¡Matad! En la raza alemana no hay nada aparte de mal. ¡Acabad con la bestia fascista de una vez para siempre en su guarida! Aplicad fuerza y romped el orgullo racial de esas mujeres alemanas. Tomadlas como vuestro despojo legal. ¡Matad! Cuando vuestro asalto avance, ¡matad, bravos soldados del Ejército Rojo!”. Una de las órdenes impartidas en el Ejército Rojo es que los partes de guerra y los artículos de Ehrenburg no podían quemarse, es más, eran llevados por las y los soldados en sus bolsillos y leídos con orgullo.

 

La lista de sus conocidos parece interminable e incluye casi a todas las celebridades del siglo XX. A lo largo de su período parisino, que duró nueve años, el autor se hizo amigo de Pablo Picasso, Diego Rivera, Amedeo Modigliani y otros famosos artistas. Más tarde su círculo se ampliaría: Vladímir Maiakovski, Borís Pasternak y Anna Ajmátova. Durante la guerra civil española estuvo en contacto con Pablo Neruda y Ernest Hemingway. Después de la Segunda Guerra Mundial participó en el Consejo Mundial de la Paz prosoviético, reuniéndose con docenas de políticos y científicos izquierdistas, incluyendo a Frédéric Joliot-Curie y Albert Einstein.

 

Hizo predicciones alucinantes: “Pronto se producirá la solemne eliminación del pueblo judío en Budapest, Kiev, Argel y muchos otros lugares... El proceso incluirá quemar y enterrar vivos a los judíos y rociar los campos con sangre judía. Y mucho más”. Suena como el plan de Hitler que hoy conocemos como el Holocausto, pero es una cita de su primera novela publicada en 1922. El libro satírico se llamaba Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito y sus discípulos. A parte del Holocausto, Ehrenburg predijo Hiroshima: en la novela, un inventor crea un arma de destrucción masiva. El americano que controla el arma decide: “La usaremos con los japoneses”.

 

Ante los datos de los campos de concentración, las cámaras de gas y el exterminio en masa, Ehrenburg dijo que “Los hombres de Hitler eligieron el antisemitismo. Revivieron prejuicios olvidados, supersticiones que la gente solía considerar ridículas. Si no se intenta cambiar la opinión de los fascistas, se los mata”.

 

Bajo su dirección y la de Vasili Grossman, con la participación de otros 38 autores, se redactó “El Libro Negro sobre la malvada exterminación de los judíos por los invasores fascistas alemanes en las regiones provisionalmente ocupadas de la URSS y en los campos de exterminio en Polonia durante la guerra de 1941-1945)”.

 

Memoria.

 

Como síntesis del abordaje de lo qué significa la Gran Guerra Patria, con las breves referencias y ejemplos que se hicieron, vale recordar a través de las reflexiones de Dmitry Feoktistov, Embajador de Rusia en Argentina, que “Entre 1944 y 1945 las tropas soviéticas contribuyeron de manera decisiva a la expulsión de los fascistas del territorio de Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia, Austria y la parte oriental de Alemania. A medida que avanzaban, las tropas soviéticas liberaron los campos de concentración nazis de Majdanek, Sobibor, Treblinka, Stutthof, Sachsenhausen y Ravensbruck. En enero de 1945 el Ejército Rojo entró en el mayor de ellos, Auschwitz, donde se descubrieron horribles pruebas de exterminio en masa”.

 

* Colaborador

 

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