Miércoles 23 de julio 2025

Lazzari: “Estaban invisibilizados”

Redacción 06/07/2024 - 00.28.hs

Axel Lázzari no tiene vínculos familiares con La Pampa. Llegó a nuestra provincia a partir de “Una excursión a los indios ranqueles”, el libro de Lucio V. Mansilla. Seis años trabajó sobre ese texto, luego de los cuales le surgió la inquietud de adentrarse más en la actualidad de los indios que habitaron y habitan nuestra provincia.

 

“La vuelta de los ranqueles”, el título de su libro, sugiere que regresan de algún lugar, pero Lázzari aclara: “No vuelven de ningún lugar, sino de una condición, porque estaban invisibilizados y se vuelven a visibilizar”. El investigador y antropólogo fue entrevistado el miércoles por la noche en La Parte y el Todo, en la Televisión Pública Pampeana, donde se explayó sobre su extensa investigación.

 

“A partir de la ‘Conquista del Desierto’ se da todo un proceso de invisibilización de lo que son los restos de las poblaciones indígenas. Lo que se trata de lograr desde el Estado nacional es el borramiento de la marca indígena a través de distintos instrumentos como la conscripción obligatoria, la escuela, la pérdida de los territorios… Todo eso generó una dispersión de gente que fue teniendo el mensaje y las prácticas compulsivas respecto a que no estaba permitido ser ‘indio’ en La Pampa”, explicó.

 

-¿Era una vergüenza serlo?

 

-Era vergonzoso, era un estigma. Eso persiste en la sociedad, en un nivel subterráneo, tanto en la sociedad pampeano como en la Argentina, pero hay un gran corte en la década del noventa, con la Reforma de la Constitución de 1994 que por primera vez reconoce la persistencia étnica y cultura de los pueblos indígenas y eso luego se reproduce en la Constitución de La Pampa, y da un marco para que esta gente, que venía muy estigmatizada por ajenos, pero también por ellos mismos, comienza a organizarse y ha reclamar reconocimiento y derechos.

 

-Concretamente reclaman tierras.

 

-En La Pampa el reclamo territorial no es tan fuerte como en otras provincias. Existe y hay reclamos territoriales de comunidades indígenas en Colonia Emilio Mitre y otras zonas en el oeste, que han pasado por instancias administrativas, como el famoso relevamiento territorial que se hizo en 2008 y 2009, pero hay una instancia que es la expropiación de la tierra que también se dio pero no está la escrituración de la tierra. Hay más de diez años de demora en eso.

 

-Es un tema que parece no estar en la discusión pública.

 

-Será cuestión de que los interesados empiecen a moverse. La Pampa fue uno de los pocos lugares en Argentina donde el relevamiento territorial funcionó. Hubo provincias que directamente se negaron, algunas de la Patagonia. Pero la cuestión en nuestra provincia es que todo venía sobre ruedas hasta que ingresó en un limbo y es una lástima porque no se terminó de cerrar y eso implica para la gente del lugar la inseguridad jurídica respecto de la propiedad de la tierra, que no iba a ser individual, sino comunitaria. No a nombre de una persona, sino de una comunidad, lo que implicaba que esa tierra no iba a poder ser enajenada. A parte de estos reclamos territoriales hay otros que tienen que ver con la salud intercultural, la educación intercultural y bilingüe donde se ha avanzado más.

 

-¿Por qué hablás de los fantasmas de la Argentina blanca en el libro?

 

-Porque Argentina hasta hace un tiempo se preciaba de no tener problemas raciales, porque el dicho era que los argentinos descendían de los barcos y la verdad es que está probado que no es así, que había una negación no solo de los indígenas sino de los mestizos o lo que fuera. Esa idea del blanqueamiento, que es muy fuerte en el imaginario argentino. En Brasil hay muchos problemas de racismo, pero ellos no se consideran blancos sino una sociedad mestiza. Los argentinos se consideran blancos.

 

-¿Los pampeanos participamos de ese imaginario?

 

-Totalmente, imaginate que La Pampa es el resultado del poblamiento a través de colonias agrícola ganaderas, sobre tierras que originalmente estaban ocupadas y tenían una soberanía de facto de los pueblos indígenas, no solo ranqueles. Entonces esta idea de la ola civilizatoria que viene, que blanquea en términos poblacionales, pero genera prácticas agrícolas, la idea de progreso, es todo un paquete que genera una estigmatización de lo indio como el pasado, la supervivencia… ¿Y por qué hablo de fantasmas? Porque lo indígena siempre vuelve, nunca lo podés matar porque es un fantasma, primero, en la propia conciencia culposa del pampeano medio. ¿Cómo opera esto? Porque sabe que ocupa un territorio donde antes había otras familias, otras sociedades, pero también en la cuestión compensatoria, de decir, que soy una familia que vino acá, colonizó, pero rindo culto a la tierra, entonces tengo ciertas prácticas que rinden culto a la tierra, que tienen que ver con el folclore, con las artesanías… Y eso expresa una suerte de compensación simbólica.

 

-La Pampa está llena de nombres indígenas en sus pueblos.

 

-La primera segmentación catastral de La Pampa fue numérica, con números romanos. Y es interesante que luego se cambió por una especie de toponimia indígena, es una forma de compensación simbólica.

 

-Los departamentos tienen nombres indígenas, salvo el Departamento Capital.

 

-Interesante que Capital no lo sea. No digo que esto sea también algo culposo, pero por dónde dejo que el fantasma exista, bueno, en la toponimia, en alguna comida, en la mitificación en algún sentido del oeste pampeano. Yo en el año 2000, cuando empecé a trabajar en el terreno, hice algo de historia y de etnografía, y preguntaba dónde estaban los indios. Y la respuesta que me daban era que acá no había ninguno, que el único era el del mural del Hotel Calfucurá y que si había estaban lejos, en Colonia Emilio Mitre. Entonces yo llamé a eso el indio fantasma, como que están pero no están. Eso opera en la conciencia de la sociedad pampeana. Y lo otro que está, y que me comentaron mucho otros intelectuales y escritores que hicieron muchísimo por los movimientos indígenas, es esta sensación de que en La Pampa no tenemos una identidad, que no somos como los cordobeses, los salteños, los santiagueños, y que esto tenía que ver con su relación con lo originario, con lo que estaba antes en la provincia. Por eso el movimiento indígena tiene que ver con los ranqueles, pero también con la sociedad pampeana. Los ranqueles y su organización a partir de los años noventa con fuerza, no podrían haber hecho lo que hicieron sino hubiera habido ese abono previo creado por los escritores, por los músicos, por un campo de la cultura que hacía ese guiño medio culposo a los indios, pero que era un guiño al fin. Y la gran diferencia es que en algún momento, a partir sobre todo de Germán Canuhé, que fue el líder que movilizó esto hasta que falleció en 2011, fueron los propios indígenas quienes empezaron a tomar protagonismo y no eran simplemente hablados, representados, por los intelectuales.

 

-¿Por qué elegiste este tema para tu tesis doctoral en la Universidad de Columbia?

 

-Hay mucho de azar en esto. Escribí una tesis de maestría sobre “La excursión a los indios ranqueles”. Estuve seis años escribiendo sobre ese tema, termina la tesis y mi profesor en el extranjero, en Brasil, me pregunta qué pasa con los ranqueles, y yo le respondí, no hay ranqueles, pero ahí me cayó la ficha, porque había hecho un trabajo completamente histórico en otro lugar, sin haber puesto un pie en La Pampa. Cuando vuelvo al país, me empiezo a encontrar con toda una movida y me surgió la idea de hacer esto.

 

-¿Los pampeanos tenemos rasgos de la cultura ranquel?

 

-En la presentación del libro, en la UNLPam, se dio una charla muy interesante en la intervención que hizo la lonka Diana Oliva, que decía que lo ranquel está en lo pampeano en esto de ir a tomar un mate abajo de un caldén y disfrutar con el canto de los pájaros, en actitudes que tienen que ver con los hábitos más básicos y no tienen ni que ver con la articulación de una palabra.

 

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