Lunes 28 de julio 2025

La historia prosigue, pero condicionada a su tiempo

Redacción 12/08/2012 - 04.10.hs

En La Pampa han estado desapareciendo los maestros rurales (y también las escuelas) de la época territoriana. Cada vez que me entero de una partida digo algo en mi columna diaria, porque tengo la convicción de que ellos dieron contenido y proyección a una etapa histórica.
Días atrás, leyendo a Mempo Giardinelli (en un diario porteño), supe de un maestro de esa época que parece estar aferrado a la existencia. Mempo, cuya lealtad con su tierra (Chaco) es también un dato para entender una relación asumida como obligación, se refiere a Aledo Luis Meloni, llegado a Chaco como maestro rural (enviado por el Consejo Nacional de Educación). Nacido en un pueblito bonaerense, estuvo tres décadas a cargo de la escuelita de Campo del Cielo, cerca del límite con Santiago y se jubiló en Resistencia.
En las últimas semanas, cuenta Mempo, al difundirse que cumpliría cien años (el pasado miércoles 1°), Meloni fue requerido desde todos los lugares por donde pasó y por otros que supieron de su existencia porque hacia los cincuenta años se había decidido a publicar sus versos y se hizo conocer por varios libros. Tantas invitaciones le llovieron, que tuvo que hacer una carta a un diario para excusarse, porque "tanto incienso termina por ahogar... (y porque) después de todo, acercarse a los cien años no es un ningún mérito". Es de saber que Meloni ha tenido que aceptar la silla de ruedas desde hace un tiempo, aunque Mempo da fe que su cabeza tiene la lucidez de siempre.

 

Deber.
Puedo contar que durante muchos años asumí como responsabilidad propia conocer la vida de los maestros rurales de la Normal y de otros que llegaron desde varios orígenes (Catamarca, San Luis...). En una ocasión propuse dar nombre a escuelas nuestras con la mención de esas provincias de procedencia. Creo que sólo conseguí que una se llame Provincia de San Luis (yo propuse Maestros Puntanos).
Conocí en la Normal de Santa Rosa las últimas camadas de maestros que aceptaron destinos en cualquiera de los territorios nacionales y he podido hablar en particular de algunos de ellos. Di cuenta de mi admiración por los que, desempeñándose en esas escuelas, cursaron carreras universitarias como alumnos libres. Sucede que pude conocer la escuela, el lugar donde ellos vivieron (en la misma escuela o en sus inmediaciones). Yo sentía entonces (y sigo sintiendo) estar tratando con una raza singular, aunque luego inferí que eso era el magisterio inicial: una tarea para con los niños y la comunidad y una tarea para seguir creciendo ellos mismos, para saber dar respuesta si eran requeridos.
En General Pico me acerqué a un maestro que se desempeñaba allí, pero que venía de una larga estada en la Patagonia. Cuando entramos en confianza, me reveló parte de sus secretos, entre los cuales estaba una montaña de manuscritos propios, en los que había volcado sus conocimientos y, sobre éstos, sus reflexiones acerca de temas científicos, sociales, políticos. Era una especie de diario, pero de incontables páginas manuscritas. Imaginé entonces su habitáculo en el sur, la luz de una lámpara y él leyendo y escribiendo como quien tiene que dejar testimonio de saberes que el mundo necesita para su propio sostenimiento y equilibrio. Poco llegó a publicar de lo suyo y supongo que todo terminó quemado o vendido como papel usado.
Ya retornado a Santa Rosa, supe de la muerte de un maestro que terminó sus días en Arata, pero que se había desempeñado en la zona de montes de La Pampa. Fui a su sepelio sólo para estar allí, pues a nadie de su familia conocía. Unos años antes lo había presentado a mis alumnos en la Normal de Pico para que les hablara de su experiencia. Por entonces yo quería que el nexo no se cortara. Ese maestro venía de Salamanca, en España, donde se había titulado. Fue uno de los hombres sabios que he podido conocer.

 

Centenario.
Que recuerde, de nuestros maestros territorianos ninguno llegó a centenario como Meloni, el de Chaco.
Mempo sabe contar y muestra, en pocos párrafos, que el normalismo originario cumplió la misma misión en todas las gobernaciones, las que ahora son provincias, pero que conocieron un largo relegamiento porque entonces la Argentina parecía sobrada de territorio, como si le bastase con la pampa húmeda.
Mempo hace lugar para algunos versos de Meloni que, dice, repiten muchos chaqueños y recitan en todas las escuelas. En unos, habla de su amor, una maestra, con la que formó familia, pero que durante el noviazgo debía visitar cabalgando diez leguas, que era la distancia entre ambas escuelas. Y menciona esta copla, que dice mucho de su autor: -El hombre llega al otoño /como a una tierra de nadie: /para morir es muy pronto /y para amar es muy tarde".
Jotavé

 


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