Domingo 06 de julio 2025

Un organismo y la necesidad de segundas oportunidades

Redacción 09/08/2012 - 04.42.hs

El presidente del Tribunal de Cuentas de La Pampa acaba de decir que la administración pública debe ser más ágil y menos burocrática que el sector privado porque, detrás de él, hay un fin público. También habló de otras propuestas para el sector, como la de transparentar los trámites de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, controlar con eficacia los manejos de los dineros de los contribuyentes, y apostar a una carrera administrativa en base al mérito.
Las palabras del funcionario merecen respeto y consideración hacia quien quiere cambiar el estado de cosas para mejorarlo. El funcionario quiere mostrar que un cambio de funcionamiento y de imagen de ese organismo es posible, teniendo en cuenta que el presidente anterior se fue destituido del cargo, por mal desempeño, a través de un jurado de enjuiciamiento.
Pero propuestas como estas caen, indefectiblemente y en la mayoría de los casos, bajo el manto del descreimiento. El ciudadano común está descreído de las palabras de cambio que se le presentan desde la esfera pública, ya que ha sido defraudado muchas veces. Ha observado que a pesar de los controles que se dicen hacer en la administración pública, hay casos de ex funcionarios que han despilfarrado y se han apropiado de los dineros públicos, hayan terminado o no esos casos en la justicia. Ese descreimiento también se traslada a la idoneidad del TdeC actual para controlar a la burocracia provincial, ya que antes sobraron ejemplos de que el organismo no estuvo a la altura de su responsabilidad.
Sin embargo, hay algunos indicios que esta vez animan a creer de las palabras de un funcionario público. El nuevo presidente del TdeC ha mostrado, a priori, que busca enderezar una dependencia que se había descarriado, donde se notaban las falencias en los controles y había una política deliberada de hacerse los distraídos con determinados casos. José Sappa, el titular del Tribunal en cuestión, prometió así que habrá un control más sobre las rendiciones de cuentas, y lo llamó control concomitante o de gestión. Un reclamo de vieja data, que es saber no sólo si lo que se gasta va al destino asignado, sino además si se invierte bien.
Durante años este diario fue una voz casi solitaria en los cuestionamientos a los manejos del TdeC. Lo hizo a pesar de los oídos sordos que hacían las autoridades de la Casa de Gobierno y de la soberbia de algunos funcionarios que se escudaban en el poder. Ese debate propuesto pocas veces encontró eco en el oficialismo, que prefirió convalidar mecanismos de contralor claramente desfavorables para los bolsillos de los pampeanos. Hizo falta que saliera a la luz mucha información, que hubiera juicios penales, que quedaran a la vista las negligencias u omisiones -por utilizar los términos menos duros- y que se tramitara un jury al presidente de ese organismo, para que se cambiara de opinión.
Hoy, pasado algún tiempo, el propio TdeC acepta tácitamente esos desmanejos y habla de corregir los controles. Bienvenido sea. Todos quienes quieren actuar de buena fe merecen una oportunidad. Este tribunal la debería tener, a pesar de los antecedentes que pesan sobre su accionar pasado. También deberían saber sus funcionarios que quienes están realmente interesados en que la cosa pública se maneje con transparencia, los estarán observando todavía con desconfianza. Porque la historia reciente pesa.

 


'
'