Marie-Monique Robin declaró en Córdoba sobre el horror
La periodista y documentalista francesa Marie-Monique Robin estuvo en Córdoba, donde dio su testimonió en el juicio por los crímenes de la dictadura y dictó una conferencia sobre agroecología.
IRINA SANTESTEBAN
La investigadora Marie-Monique Robin, nacida en Francia hace 55 años, es autora de diversos libros y más de cuarenta documentales, donde aborda temas como el tráfico de órganos, la agroecología y los escuadrones de la muerte franceses. Su obra "El Mundo según Monsanto", es una esclarecedora radiografía de la multinacional que lidera la producción de semillas transgénicas, que fabrica herbicidas y productos químicos que han sido prohibidos y cuya radicación en Córdoba está siendo resistida por los pobladores de Malvinas Argentinas.
También es autora del libro "Escuadrones de la Muerte-La Escuela Francesa", del año 2003, donde realiza una pormenorizada investigación sobre las fuerzas de seguridad francesas, que desarrollaron las técnicas de "guerra antisubversiva" a partir de la represión al movimiento de liberación en Argelia, y que luego enseñaron a los militares latinoamericanos y estadounidenses. En el prólogo a esa obra, el periodista argentino Horacio Verbitsky califica a la investigación como una "proeza periodística", por la exhaustiva búsqueda de antecedentes, que Robin realiza sobre la guerra de Francia en Indochina, hasta que es derrotada en Die Biem Phu, la batalla de Argel y finalmente el papel de los militares franceses en la formación de los ejércitos contrainsurgentes en Argentina, Chile, Brasil y EEUU.
Testigo de contexto.
Por este trabajo es que la periodista fue convocada por la querella de los abogados Claudio Orosz y María López, para declarar como "testigo de contexto" en el juicio que se desarrolla en Córdoba, en el Tribunal Oral Federal 1, por los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención, conocido como La Perla.
Este campo de concentración fue el más grande del interior del país, y se calcula que por él pasaron aproximadamente 2.000 personas durante la dictadura militar, la mayoría de las cuales permanece como desaparecida.
El lunes 22 de junio, previo a su declaración en la audiencia oral ante el Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba, se proyectó el documental sobre los Escuadrones de la Muerte, donde se incluyen sus entrevistas a los militares argentinos Alcides López Aufranc, Albano Harguindeguy, Rámón Díaz Bessone y Reynaldo Bignone. En ellas, los militares reconocen haber sido formados por los militares franceses, justifican la tortura y hablan por primera vez de los fusilamientos clandestinos y las desapariciones.
"No podíamos fusilar".
En la entrevista con Díaz Bessone éste reconoce que recurrieron al método de las desapariciones porque "no podíamos fusilar a 7 mil personas porque se nos venía el mundo encima". Y que tirar los cadáveres al mar también lo aprendieron de los franceses, que así se deshacían de los prisioneros luego de torturarlos y sacarles información en los centros clandestinos donde estaban secuestrados.
Según Verbitsky: "Al primer curso de guerra contrarrevolucionaria, organizado por franceses y argentinos en Buenos Aires hace más de medio siglo, los oficiales norteamericanos no asistieron como profesores sino como alumnos, junto con los de otra docena de naciones que estaban preparando sus propias guerras sucias. Marie-Monique demuestra que argentinos y estadounidenses fueron formados en la misma escuela francesa", en el prólogo al libro "Escuadrones de la Muerte, La Escuela Francesa".
Algunas de las prácticas aplicadas por los militares no eran francesas sino "autóctonas", como la picana, que ya era utilizada por la policía argentina y su invención se le atribuye a Leopoldo Lugones (hijo).
La periodista cordobesa Marta Platía, que diariamente recoge el testimonio de las audiencias orales de este juicio, escribió que mientras se proyectaba la película en la sala del Tribunal, el imputado Ernesto "Nabo" Barreiro sonreía, como si estuviera "en su salsa". Para este represor, no hubo ni Escuela francesa ni de las Américas, sino que fue la "escuela criolla". Recordemos que Barreiro fue uno de los militares que inició en Córdoba la asonada militar de Semana Santa de 1987, cuando comenzaban los primeros juicios por los crímenes de la dictadura, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, exigiendo el fin de esas causas. Las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, en 1987, beneficiaron a la mayoría de los militares, pero luego fueron anuladas durante la presidencia de Néstor Kirchner, y por eso se están desarrollando estos juicios en todo el país.
Testimonio.
En su declaración que se prolongó por más de dos horas, Robin habló sobre las investigaciones que plasmó en su libro, y dejó un ejemplar del mismo al Tribunal para ser incorporado como prueba en la causa.
Repasó la documentación que consultó y las entrevistas que realizó, y destacó que según esos testimonios, los argentinos fueron los "mejores alumnos" de la Escuela Francesa, y así es que luego fueron a adiestrar a otras fuerzas armadas latinoamericanas, que estaban combatiendo a los movimientos revolucionarios, como en Nicaragua y Honduras.
El defensor de los acusados, Osvaldo Viola, le preguntó qué les había pasado a los militares franceses, luego de terminado el conflicto en Argelia. Y la periodista contestó "Nada, en 1962 el general Charles De Gaulle dictó una amnistía, y no hubo nunca un juicio como éste". Según el relato de Marta Platía, Barreiro sonrió satisfecho con la pregunta de su abogado defensor y la respuesta de la francesa. Es que para los militares acusados por los crímenes del Terrorismo de Estado, no debería juzgarse a quienes "actuaron en una guerra".
Conferencia sobre Agroecología.
Robin no vino sólo a hablar sobre los escuadrones de la muerte, sino que participó también de diversas actividades que tienen relación con la defensa de la vida y el medioambiente.
En sus libros "El veneno nuestro de cada día" y "Las cosechas del futuro", por los cuales fue condecorada en su país con la Orden de la Legión de Honor, Robin pretende demostrar que es posible un mundo sin pesticidas, y contradice a las grandes multinacionales alimenticias y productoras de agroquímicos, que sostienen la necesidad de fabricar esos agroquímicos, para aumentar la producción y poder alimentar a más poblaciones.
Sin embargo, la agricultura mundial puede elaborar alimentos para 12 mil millones de personas, el doble de la población actual, pero decenas de millones de niños y adultos mueren anualmente a consecuencia del hambre y la desnutrición.
Contra el consumismo.
El martes 23 Robin fue invitada por la Cátedra Libre de Agroecología y Soberanía Alimentaria (Claysa) de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba, a disertar sobre sus investigaciones. En la charla, expresó que es necesario cambiar de paradigma y pasar de una cultura basada en el consumismo y la explotación abusiva de los recursos naturales, a una vida más austera, respetuosa del medioambiente, menos extractivista y más equitativa.
Para fundamentar esta afirmación, Robin recurrió a un indicador que se denomina "huella ecológica", que toma la demanda humana para la apropiación de los recursos existentes en los ecosistemas, y la capacidad ecológica del planeta para regenerar esos recursos.
Así, se estima que la biocapacidad del planeta para cada habitante es de 1,8 hectáreas, que sería la porción de tierra productiva que le tocaría a cada uno de los más de seis mil millones de habitantes, por año, si la repartiéramos en partes iguales para todos. Pero según datos del 2005, el consumo medio por habitante y por año, representa 2,7 hectáreas. Por ello, remarca Robin, la población está consumiendo más recursos de los que la tierra puede generar y produciendo más residuos de los que el planeta puede soportar.
A ello se le suma que ese hipotético reparto no es tal, porque en los países más pobres, la huella humana es de 0,8, mientras que en los de medianos ingresos es de 1,9 y en los países más desarrollados, de ingresos altos, esa huella es de 6,4.
"Si todos los habitantes del planeta consumieran como lo hacen los países de Europa o Estados Unidos, necesitaríamos cuatro Tierras", concluyó Robin.
Pobladores contra Monsanto.
En la sala colmada de gente, la escuchaban con atención vecinos de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida, que resisten la instalación de una planta de Monsanto en su población y las mujeres del Grupo de Madres de Barrio Ituzaingó, que han denunciado y llevado a juicio a los responsables de fumigaciones ilegales que han afectado severamente la salud de los pobladores de ese barrio ubicado en la zona sudeste de Córdoba.
El profesor José Luis Zamar, de Claysa, que disertó junto a la periodista francesa, se pronunció en contra del "extractivismo desarrollista" que está siendo aplicado, paradójicamente, por gobiernos progresistas en América Latina. Criticó este modelo, pero a la vez reconoció que existen políticas sociales, como parte de un "Estado compensador" que intenta morigerar las consecuencias de ese extractivismo en los sectores más vulnerables.
Estaban presentes también productores de La Pampa, que manifestaron su preocupación por la utilización creciente de pesticida por hectárea en la producción agrícola. Y Robin expresó que eso se debe a que las semillas generan resistencia a la utilización de esos herbicidas, por lo cual las empresas, como Monsanto y otras, van desarrollando cada vez productos más potentes, con nefastas consecuencias para la salud de animales y personas.
Una visita que tuvo un doble efecto positivo en Córdoba: el testimonio de Robin en el juicio por los crímenes de lesa humanidad; y el debate sobre los temas agroecológicos, en defensa del medioambiente. Una periodista que investiga y muy bien, sobre la muerte y la vida.
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