Martes 23 de abril 2024

Controles buenos y controles malos

Redacción 19/01/2023 - 08.38.hs

El ensordecedor griterío de la derecha política y mediática por los controles de abastecimiento y de precios que lanzó el gobierno nacional con apoyo de algunos sindicatos contrasta rotundamente con los aplausos de aprobación que esos mismos sectores dedicaron a los controles que lanzó el mismo gobierno con respecto a los llamados “planes sociales” destinados a la población en situación de pobreza e indigencia.

 

El mensaje es muy claro: hay controles buenos y controles malos. Para nuestra derecha está muy bien que el Estado vigile minuciosamente que ningún pobre que reciba un plan social se quede con un centavo de más en su bolsillo, pero está muy mal que el mismo Estado ponga el mismo celo para verificar si las grandes empresas cumplen con los acuerdos de precios que firmaron, o si las compañías mineras declaran correctamente los volúmenes que extraen, o si en los puertos privados se pesa con precisión toda la mercadería que se exporta, o si las entidades financieras especulan o cometen fraude en sus operaciones en el mercado de capitales, o si se respetan los límites a las posiciones dominantes de mercado de las grandes corporaciones.

 

A los pobres hay que vigilarlos muy de cerca porque, ya se sabe, no pueden con el genio; se la pasan pidiendo plata al Estado y no quieren trabajar. A los ricos, en cambio, hay que dejarlos en paz, sin molestas regulaciones del Estado ni auditorías que interfieran en su noble propósito de generar riqueza no para beneficio personal –el Señor no lo permita— sino para el engrandecimiento de la nación.

 

Ese discurso, tan burdo como aquí se presenta, es el que predomina en los medios de comunicación más poderosos del país; esos que son voceros y aliados del poder económico, que es el poder real, el que no necesita legitimarse con elecciones periódicas porque es el poder permanente. Siete días a la semana, veinticuatro horas al día, ese discurso se reitera sin cesar con una lógica comunicacional goebbeliana: una mentira repetida mil veces termina convirtiéndose en verdad. Por eso en los canales de televisión, los diarios, las radios y los portales web de las mayores corporaciones mediáticas desfilan sin descanso periodistas, dirigentes políticos, economistas, encuestadores, politólogos que recitan el mismo mantra sin solución de continuidad. Y es evidente que obtienen buenos resultados porque infinidad de personas que no viven de su capital sino de su trabajo, que no pertenecen a la elite económica sino a las mayorías que deben transpirar para ganarse el pan, terminan haciendo suyo ese discurso, esa ideología, de los poderosos. Sin advertirlo terminan convirtiéndose en defensores de intereses que no son los de su clase sino los de la clase propietaria. “El producto más logrado del capitalismo es el pobre de derecha”, este pensamiento sintetiza, con admirable precisión, una trágica verdad de nuestro tiempo.

 

Muy poco ha hecho el actual gobierno nacional por defenderse de esta propaganda envenenada. Creer que se puede ceder terreno en el frente comunicacional es ignorar una herramienta estratégica para cualquier proyecto político. Y lo está pagando caro, como todos los que antes cayeron en el mismo error.

 

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