Lunes 05 de mayo 2025

El libro de la selva

Redacción 05/02/2023 - 01.11.hs

Continuando con nuestra muy requerida columna de noticias del mundo animal, hoy nos toca reportar un estudio científico llevado adelante por la bióloga Agnieszka Sergiel, miembra de la Academia Polaca de ciencias, que viene a arrojar una luz novedosa acerca de un tema que nos ha causado no pocos insomnios: ¿por qué los osos se rascan la espalda contra los árboles? Hasta ahora la ciencia suponía que se trataba de un sistema para dejar señales olorosas a sus congéneres, acaso marcando territorio; o quizá para ayudar al cambio de pelaje; o tal vez para combatir esa picazón en un área inaccesible a sus garras. Pero no, señores. La tía Agnieszka ha arribado a la conclusión de que lo hacen para impregnarse de repelente contra garrapatas.

 

Houdini.

 

Sergiel es bióloga especializada en osos, así que habrá que prestarle atención. En su estudio se dedicó a recoletar los alquitranes, savias y resinas de hayas (uno de los árboles que los osos suelen usar como "palenque ande ir a rascarse") y, en laboratorio, sometieron a un grupo de garrapatas a la experiencia de su aroma. A no dudarlo, todas ellas huyeron despavoridas. Incluso algunas no sólo escaparon del tubo de ensayo: se retiraron por completo del laboratorio, ganándose el apodo de "Houdinis". Como se ve, a nuestra Agnieszka no le falta sentido del humor.

 

Tampoco está escasa de cautela nuestra bióloga polaca: a la hora de hacer el estudio, eligió emplear garrapatas como sujetos. A no dudarlo habrá sopesado los peligros de ingresar un grupo de osos malhumorados en su laboratorio, para no hablar de la dificultad de meterlos dentro de un tubo de ensayo.

 

El estudio se publicó en el Diario de Zoología internacional, y ya ha recibido comentarios de biólogos de todas partes del mundo, aparentemente extasiados con la novedad. Hay toda una legión de estos estudiosos relevando los casos de animales que se automedican, como los cuervos que se drogan con el ácido fórmico que secretan las hormigas, o los primates que se agarran unas curdas machazas comiendo frutos fermentados.

 

Kipling.

 

Acaso la mayor virtud de estos científicos sea la habilidad y el descaro con que consiguen los fondos necesarios para investigar pavadas como ésta, cuyo supuesto misterio no es tal, para cualquiera que haya visto la película "El libro de la selva" de Disney, basada en el libro de Rudyard Kipling.

 

Recordará el lector que el personaje más simpático de esa aventura es el Oso Balú, cuyo momento estelar en la película llega al momento de cantar una canción bien pegadiza, en la que asegura que "nunca del trabajo hay que abusar", y educa al pequeño humano Mowgly en las artes del dolce fare niente, y en la necesidad de limitarse a buscar sólo lo indispensable, ya que "Mamá Naturaleza proveerá".

 

Este es el motivo por el cual los osos se rascan contra los árboles: son unos vagos irredentos, unos hedonistas impenitentes, de aquí a la China. Cualquiera que vea Animal Planet lo sabe: se alimentan robándole la miel a las abejas (ni hablar de hacerla ellos mismos) cuando no se parapetan al costado de esos ríos por los que los salmones remontan el cauce para desovar, y los esperan con las garras listas para devorárselos enteros. A los tipos les gusta el sushi: no sólo son hedonistas, son gourmet. Ah! y después de eso, cuando engordaron como cerdos con las saludables grasas y los aceites omega del salmón, se pasan el resto del año hibernando, palabra elegante con la que designamos a las eternas siestas que se clavan estos úrsidos.

 

Brevatas.

 

Pero ya bastante nos hemos dedicado a los osos, como si por sí solos no ocuparan suficiente lugar. Vamos a otras noticias en este boletín.

 

Se sabe ahora, gracias a los esfuerzos de la ciencia, que no es verdad que los perros vean sólo en blanco y negro, como todavía hoy creen los no avisados. Lo que pasa es que sus ojos no están diseñados para ver el color rojo, y toda la variedad de tonos que surgen de su combinación con los otros colores primarios. Sólo ven (además del blanco y el negro, por supuesto) azules y amarillos, y todo los verdes que están en el medio.

 

Los científicos no han llegado tan lejos como para afirmar que todos los perros son hinchas de Boca. Sobre todo, porque temen las consecuencias que tendría aplicar, a esa sentencia, el carácter recíproco de la lógica.

 

Los delfines también son noticia, los están delatando por su aparente costumbre de ayudar a los pescadores a capturar otros peces. ¿Son acaso traidores a sus congéneres marinos estos simpáticos animalitos? ¿O será acaso que se identifican más con nosotros porque son mamíferos? En tal caso, ¿qué son? ¿Espías submarinos?

 

Finalmente se reporta que ha cesado en el primer mundo la tendencia a adoptar mascotas que pululó durante el Coronavirus. Los "cachorros de la pandemia" han pasado ahora a ser reemplazados por las "gallinas de la inflación". Es en serio: durante el último año, el precio de los huevos casi se duplicó, debido al aumento de los precios de los alimentos y la energía, y a una epidemia de fiebre aviar que se llevó puestas a millones de gallinas. Como la gente consume muchos huevos (en EEUU, casi 290 por persona por año) ahora vino la fiebre de comprarse pollitas, futuras ponedoras, para abastecerse en casa. Qué pasará con todas esa gallinas cuando termine esta moda, todavía no se sabe, pero por las dudas ya hay una ONG (The Chicago Roo Crew) que se está preparando para rescatar a las huerfanitas.

 

PETRONIO

 

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