Martes 23 de abril 2024

En la timba de la vida

Redacción 22/05/2022 - 00.11.hs

Con motivo de la pandemia, se produjo un impresionante movimiento de fondos públicos destinados a estimular la economía, en casi todos los países del mundo. Muchas veces, ese dinero no fue usado para los fines intentados, como es el caso de un joven japonés, Sho Taguchi (24) a quien accidentalmente las autoridades le transfirieron el total de los subsidios destinados a la gente de bajos recursos en su pueblo, Abu, de 3.000 habitantes. Los 46 millones de yens que aparecieron en su cuenta (unos 360.000 dólares) se los gastó en un casino de internet.

 

Casino.

 

La información no incluye la foto del funcionario municipal que cometió el error. Su cara habrá sido para alquilar balcones. Lo curioso del caso es que el problema fue descubierto antes de que Taguchi gastara el dinero, e incluso aceptó ir con los funcionarios hasta el banco para devolverlo. Pero, cuando estaba a punto de cumplir con su deber cívico, reculó en chancletas y pidió ver a un abogado.

 

Debe haber consultado con Saul Goodman, ya que la devolución nunca se produjo. El muchacho habrá previsto cumplir con su palabra, pero habrá pensado que bien valía la pena tratar de sacarle algún rédito a ese dinero, timbeándoselo on-line. Parecía un buen plan, ¿qué podía salir mal?

 

Ahora un tribunal de Osaka lo arrestó bajo cargos de fraude, delito que le podría significar un largo tiempo de reflexión sobre los peligros del escolaso. Por su parte, el fiscal del caso reflexionó que, a lo mejor, el enfoque de las autoridades no fue el correcto, ya que habrían partido de considerar a la naturaleza humana como básicamente buena. Miren el berenjenal en que se metió, él solito: en Occidente, y tras siglos de tirarse de los pelos, ni Hobbes ni Rousseau pudieron desentrañar el asunto, y hubo que esperar hasta el siglo XX Cambalache para que un filósofo argentino, de apellido Discépolo, diera con la tecla. No tenemos remedio.

 

Burros.

 

Un poco más espectacular fue lo de David Hines (29 años) de Miami, a quien el estado bobo lo surtió con una suma superior a los 12 millones de dólares para ayudarlo en sus negocios, que él decía, le insumían cuatro millones de gasto por mes en plena crisis del Covid-19. El muchacho procedió entonces a gastarse el dinero en ropa de lujo, joyas caras, hoteles en Miami Beach y sitios de citas en internet. Lo más dulce que hizo fue comprarse un Lamborghini Huracán: el lector es invitado a googlear ese nombre y encontrarse con la máquina de los sueños, repleta de caballos italianos de fuerza en su motor.

 

A nuestro amigo lo esperan unos setenta años de prisión, vale decir que cuando salga tendrá casi 100. A lo mejor obtiene algo de clemencia, ya que entre los gastos que hizo, figuraban un par de transferencias por 30.000 dólares en favor de su mamá.

 

Lo que no lo ayuda, es que tampoco sus pérdidas empresarias estaban cerca de sumar los cuatro millones mensuales que aseguraba sufrir. Y sus empresas, ahora se sabe, tenían un historial de estafas contra sus clientes, vaya sorpresa.

 

Dragones.

 

Pero el caso más extravagante parece ser el de Vinath Oudomsine (31 años) de Dublin, Georgia, a quien lo descubrieron in fraganti usando casi 60 mil dólares para comprarse una figurita de Pókemon. Ok, se trataba de una primera edición de 1999, en condición "mint" del personaje Charizard, una especie de dragón de esa incomprensible serie de caricaturas japonesas.

 

Para colmo, parece que la compra fue una mala decisión, ya que a partir del momento de realizarla, el precio de estas chucherías ha bajado estrepitosamente, lo cual no les causa nada de gracia a los funcionarios del fisco que confiscaron el artículo y planean subastarlo para recuperar algo de lo perdido. Por cierto, la empresa que aseguraba tener, y por la que solicitó el subsidio, no existía. O habrá evolucionado hacia otra cosa, como suelen hacer los pokemones.

 

Así que el muchacho está en el horno, y le esperan unos años vestido de naranja (o de durazno, que es la fruta del estado de Georgia) por un tiempo en el que, se espera, evolucionará también, gracias a la buena compañía.

 

Igual da un poco de pena que sean estos milenials los que aparezcan en los diarios, cuando según todos los reportes macroeconómicos, los fondos más gruesos fueron a parar a los super millonarios y a las compañías farmacéuticas, que se han enriquecido como nadie durante la pandemia. Pero esos no aparecen en los medios. Quizá tienen más experiencia en el negocio de desangrar al Estado, y no cometen este tipo de extravagancias. O quizá tienen comprados los medios. Quí lo sa.

 

PETRONIO

 

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