Miércoles 09 de julio 2025

¿Héroes o panqueques?

Redacción 16/10/2024 - 01.00.hs

La palabra diputado, tan meneada en los días actuales, tiene su raíz en el correspondiente verbo “diputar”, cuya primera acepción es “ordenar, señalar o determinar algo para algún fin o efecto” y en el uso más frecuente que le damos lleva implícita alguna clase de asignación o designación. Se supone que se hace referencia a la función que les da el voto popular; mandato quizás fuera la palabra más adecuada. Ahora bien, dados los últimos hechos políticos y de público conocimiento: ¿obedecen los diputados en función a algún mandato claramente identificado con los intereses del pueblo o, simplemente, son parte de una cohorte en torno de un gobernador o jefe de una tendencia política que los instruye acerca de cómo votar según los intereses del momento?

 

Se diría que la pregunta tiene validez plena en la actualidad, cuando cierto sector de estos llamados “representantes populares” dejan de lado lo que hace al bienestar general o las mayorías y pasan a defender (o elegir) sus intereses personales, que pueden revestir formas muy diversas pero que son generalmente canonjías o dispensas. Esto es: en el preciso decir popular “se dan vuelta” y privilegian sus intereses personales por encima de los del común. Esa actitud, claro, justifica el irónico apodo de “panqueques”.

 

Al ciudadano común le cabe preguntarse el porqué de esas conductas. ¿Es que no cuenta en ellos para nada lo que podríamos llamar la conciencia para discernir las claras y justas apetencias populares en materia de leyes y proyectos?

 

Las últimas semanas, tan pródigas en la actuación de los legisladores, han mostrado un abanico de actitudes respecto al mínimo planteo expuesto más arriba, que abarcó desde los esperables panqueques (que la irracionalidad del gobierno mileísta elevara a la categoría de héroes) hasta los que dieron un voto adverso en causas y reclamos evidentemente justos, pasando por quienes se enfermaron oportunamente, pensando que así podían disminuir su responsabilidad.

 

Es cierto que, según la Carta Magna, “el pueblo no gobierna ni delibera sino por medio de sus representantes”, lo que excluye las consultas masivas, pero también parece lógico que esos representantes aunque sea mínimamente, den cuenta del porqué de sus actos al pueblo que los votó.

 

La elusión de esa clase de procederes ha llevado en estos días a que algunos diputados evitaran viajar a sus provincias para evitar (léase por temor) los escraches populares. No es el caso de los diputados oficialistas pampeanos. Uno de ellos viajó a esta capital por vía aérea despertando una cierta expectativa en cómo defendería su postura frente a los estudiantes y profesores. La expectativa quedó defraudada ya que, al saber de la presencia de este grupo, optó por escabullirse del aeropuerto por una salida secundaria, y acompañado –escondido, dijeron algunos estudiantes- por la Policía Federal. Del otro representante oficialista pampeano, a quien directamente no se vio, no hubo información fidedigna y se lo supone ausentado en la misma forma que su colega.

 

Por parte de los manifestantes que aguardaban no hubo ninguna manifestación que pueda considerarse agresiva. La pretensión era entregarle una nota invitándolo a una reunión en la que pudiera explicar y defender su voto. No hubo violencia ni piedras, tal como supuso el diputado al agradecer una nota solidaria enviada por el presidente de la Cámara de Diputados.

 

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