Sabado 27 de abril 2024

La guerra de Ucoreania

Redacción 17/09/2023 - 11.36.hs

Siempre se cuenta la historia de Shoichi Yokoi, el soldado japonés que vivió 28 años escondido en una selva de la isla de Guam, sin haberse rendido jamás, y sin enterarse de que la Segunda Guerra Mundial había terminado. Hasta podría argumentarse que, en tanto este hombre persistió en estado beligerante, la WW2 recién terminó en 1972, cuando fue rescatado. Poco se habla, sin embargo, de países enteros que se quedan así, congelados en el tiempo y en estado de guerra latente, como les pasa a "las" Coreas desde hace setenta años. Aquella guerra, cuyos verdaderos actores eran EEUU y la Unión Soviética, nunca terminó del todo: se acabaron los combates, pero no la hostilidad. Y la frontera que separa a los dos pedazos de ese país peninsular, sigue siendo una de las más calientes del mundo.

 

Proxy.

 

A los lectores jóvenes les costará comprender estos delirios de la época de la Guerra Fría. Bastante tienen con lidiar con los delirios que nos tocan en los tiempos que corren.

 

Por aquellos años se hablaba de "guerras proxy" o de "conflictos de baja intensidad", que eran enfrentamientos simbólicos, casi teatrales, en los que, si bien los que peleaban eran ciudadanos de algún país del Tercer Mundo, los que estaban atrás moviendo las piezas de ese ajedrez eran las grandes potencias mundiales, "en defensa de sus ideales".

 

Por supuesto que lo de "baja intensidad" era en comparación con las grandes guerras mundiales que habían tenido lugar en la primera mitad del siglo XX. Para los que mataban y morían en el campo de batalla, la intensidad no era baja, ¡qué va!. En medio de esta hipocresía, encima tenemos que agradecerle a Washington y a Moscú que hayan tenido la deferencia de no armar una tercera guerra mundial que, con las armas nucleares disponibles, hubiera durado muy poco. Lo que lleva aniquilar un planeta.

 

Corea.

 

Pero volviendo a los coreanos, como durante los últimos setenta años se mantuvieron con esta lógica de la Guerra Fría, nunca pararon en su carrera armamentista. Y hoy ambos países asiáticos tienen unos ejércitos y unos arsenales que se cuentan entre los más nutridos de todo el mundo. Quieren las ironías de la historia que ahora, setenta años después, sean ellos quienes hayan exportado su guerra, y tengan su propio "conflicto de baja intensidad" en Ucrania.

 

Y es que, con tantas armas y -sobre todo- municiones, era casi cantado que tanto Washington como Moscú, los antiguos patrones, hayan acudido a ellos para abastecer el voraz consumo que representa la crudelísima guerra ucraniana.

 

Esta semana, en la parte oriental de Rusia, Vladimir Putin y su par norcoreano, Kim Jong-un, rubricaron un "acuerdo satisfactorio" en cuestiones de "cooperación inmediata". Todo el mundo sospecha que esa "cooperación" incluye el aporte de armas coreanas al conflicto que Moscú mantiene en Ucrania, pero no era de esperar que lo anuncien con bombos y platillos, ya que comprarle armas a Corea del Norte sería una violación a resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que la propia Rusia votó a favor.

 

Y por casa.

 

Pero no son los únicos. Por su parte, EEUU ha conseguido que Corea del Sur envíe enormes cargamentos de artillería a Ucrania (bien que declarando que su destino es Norteamérica). Seúl construyó su desarrollo armamentístico copiando armas recibidas de Washington, y hoy exporta miles de millones en tanques, aviones de guerra, misiles y vehículos acorazados. Ni lerdos ni perezosos, también en el Norte se dedicaron a copiar diseños soviéticos, y se cree que han desarrollado un sistema intercontinental de misiles balísticos.

 

Según estimaciones serias (del Instituto de Investigación por la Paz en Estocolmo) Norcorea tendría más de diez mil armas de 100 milímetros o calibres más altos aún, lo que supera la cantidad total de ese tipo de armas en poder de todos los países de la OTAN juntos. Y tendría también unas cien fábricas de municiones, cada una de las cuales emplea a unos diez mil trabajadores. Impresionante para un país cuyo PBI es comparable al de Madagascar, o al de Trinidad y Tobago.

 

En el fondo se trata de una cuestión de lógica económica: las municiones que estos dos países fabrican a rolete son compatibles con los armamentos de las potencias que en su momento los apoyaron en la guerra que los dividió. Los del Sur recibirán jugosos dividendos para su ya impresionante industria armamentista. Los del Norte tienen objetivos más modestos: sobre todo, asegurarse la provisión de alimentos y de energía, y algún que otro armamento sofisticado.

 

A todo esto, ¿qué queda para los pobres ucranianos? Resulta que no sólo están siendo títeres en la pelea entre Rusia y Estados Unidos. Parece que entre los titiriteros hay también unos coreanos con extraños cortes de pelo. Por lo visto, Europa no es la de antes. Casi da para envidiar al soldado Shoichi Yokoi: por lo menos, él la tenía clara.

 

PETRONIO

 

Foto: sputniknews.lat

 

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