Más rápidos que la luz
Los expertos dicen que nunca se ha visto nada que vaya más rápido que la luz, que se mueve a 300.000 kilómetros por segundo. Y hay una explicación: la teoría de la relatividad especial de Einstein. Esta teoría dice que nada puede ir más rápido que la luz.
En nuestro país, muchas veces la alusión referida a esa rapidez se asocia a quienes son veloces para llenarse los bolsillos con dineros ajenos. Y en términos políticos, en la teoría y en la práctica, en Argentina hay gente empeñada en hacer todo lo más rápido posible. No está muy en claro si lo que hacen está bien, pero de lo que no hay dudas es que lo están haciendo velozmente.
Por ejemplo, durante este mes de septiembre que ya se va terminando nos anunciaron que se vienen los apagones del verano. Después se ríen del presidente de otro país, que decidió adelantar el inicio de los festejos navideños. Pero por lo menos el motivo es de celebración, el nuestro es de lamento anticipado.
De todos modos, no hay mucho de qué sorprenderse. Cómo olvidar cuando durante otro gobierno entreguista debimos pasar un Día del Padre sin luz en todos los hogares argentinos. El hecho pasó a la historia como “El apagón del siglo”, porque fue tan amplio que trascendió al territorio argentino y se extendió a sectores de Brasil y Uruguay, con 50 millones de personas afectadas, más que la población del país. Y demandó 14 horas normalizar totalmente el sistema. Pero se ve que para eso hay memoria selectiva en vez de memoria activa. Sí, fue durante el macrismo, el preludio de este gobierno de ajuste feroz que estamos viviendo.
Aquella vez también habían aumentado las tarifas, siempre con el argumento del “sinceramiento de costos” y con la excusa de facilitar de este modo que las empresas cuenten con los fondos suficientes para hacer las inversiones necesarias con las que nunca más tendríamos que sufrir un corte de luz. Otra gran mentira de los empresarios, avalada por políticos y jueces.
Soberanía energética.
Ante la realidad de los hechos, no queda otra alternativa más adecuada que profundizar un camino iniciado hace un tiempo por el gobierno pampeano. Hay que pensar en la soberanía energética, con la generación hidroeléctrica de Casa de Piedra, con la exploración y producción de Pampetrol, con generación eólica y con parques solares. En nuestro caso, contamos con la enorme ventaja de tener a las cooperativas con su eficiente distribución. Será cuestión de avanzar con mayor intensidad y sumar parques fotovoltaicos en zonas más cercanas a los grandes consumos, como Santa Rosa y Toay, por ejemplo. Será la única forma de depender cada vez menos de los grandes generadores y distribuidores nacionales, los mismos que amenazan con los nuevos cortes veraniegos.
Ante este panorama, si hay algo que reconocerles a los integrantes del nuevo gobierno nacional es que fueron más rápidos que la luz para volver a apropiarse de los bienes argentinos y manejarlos a su antojo, entre transferencias de recursos, toma y pago de deuda, traslados de oro al exterior, ajustes y privatizaciones.
También fue veloz el presidente Javier Milei para hacer papelones desde los primeros párrafos de su discurso ante las Naciones Unidas. Porque ya lo dijo el mismísimo Albert Einstein: “La luz viaja más rápido que el sonido, por eso algunas personas parecen brillantes hasta que las escuchas hablar”.
Pobreza y relatividad.
Como si faltaran pruebas, fue rápida como la luz la visita a Córdoba por los incendios, en los que ni siquiera el presidente fue capaz de poner un pie en tierra para ir a saludar a los bomberos que arriesgaron su vida día y noche frente al fuego.
Más veloces que la luz también se manejaron en el área de Salud de la Nación, donde tras la renuncia del ministro ahora se cruzan acusaciones por manejos irregulares, favores para los amigos y lavados de dinero.
Ellos lo lograron. Más presurosos que nadie, devaluaron, recortaron fondos, pisaron salarios, achicaron jubilaciones, reprimieron manifestaciones y transformaron a más de la mitad de los argentinos en pobres. Nos dejaron a “años luz” de nuestras mejores épocas de felicidad.
Son dignos de ser estudiados por una eminencia como lo fue Einstein, aunque seguramente para defenderse serían capaces de sostener, con su patético vocero presidencial de abanderado, que todo es “relativo”.
En menos de un año nos llenaron de problemas, entre los reales y los artificiales. Ahora, habrá que ser más rápidos que ellos para encontrar las soluciones.
DANIEL ESPOSITO
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