Sabado 24 de mayo 2025

Original iniciativa

Redacción 24/05/2025 - 00.15.hs

El anuncio de un nuevo proceso en la concepción museológica de la provincia ha sido una grata sorpresa para las áreas culturales de la provincia en general y, desde luego, para algunas específicas en particular. Además, el propósito enunciado por la entidad organizadora es ambicioso: ”Un proceso para redefinir y comunicar la misión y visión que guiarán su rumbo durante los próximos 10 años”.

 

La iniciativa, al margen de su originalidad, no puede menos que ser bienvenida ya que abre la puerta a un aspecto de la actividad museológica inexplicablemente dejado de lado: el aspecto antropológico. Los memoriosos recordarán que durante algunos años ese enfoque tuvo relativa vigencia en el antiguo museo local, especialmente a través de algunas colecciones particulares, notables en cantidades –sobre todo piedras boleadoras— pero escasas en información complementaria, especialmente para los visitantes.

 

Puesto el tema en consideración, conviene tener presente que los poblamientos en lo que hoy es nuestra provincia son del orden de los 8.000 años de antigüedad, sin que se hayan agotado los estudios en tal sentido. “Un inmenso museo soterrado” había llamado acertadamente Norberto Fernández Righi a La Pampa; y con razón porque como saben quienes han recorrido nuestra provincia, por diversas causas, pese a los saqueos indiscriminados existen todavía muchos lugares definidos como “paraderos”, abundantes en elementos líticos, en esbozo o finamente trabajados. Y no solamente “raspadores y puntas de flechas”, como se los define comúnmente: también cantidad de objetos de la vida cotidiana de aquellos lejanísimos pobladores, sustrato de una región emblemática de la Argentina. Son varias las colecciones particulares que cuentan en su inventario algunas de esas sugestivas y misteriosas “placas grabadas” expresivas de que también tenían una vida espiritual muy considerable, origen –según algunos estudiosos— de algunas de las raíces de creencias que perduran hasta hoy entre nosotros.

 

Prudentemente, se podría decir que un museo antropológico puede esbozar el avance de los pueblos cordilleranos hacia las llanuras, que marcaron con su presencia y consecuente toponimia. De hecho, con mayor o menor intensidad, esa ha sido una tarea emprendida por provincias vecinas, dejando abierta la conexión por encima de los -culturalmente- absurdos límites políticos. Resulta muy interesante que, además del aspecto físico, lo que es hoy La Pampa resulta un área de transición cultural. También, según demuestran los estudios más recientes, se registra una fuerte raigambre en los acontecimientos del quehacer histórico pampeano-patagónico sobre lo que se conoce vulgarmente como historia argentina, que también incluye a otras historias, como las del litoral y del norte del país.

 

Los museos modernos, por otra parte, abren una posibilidad de empalme ideal con esta iniciativa que es la interacción con los visitantes. La tendencia moderna abandona poco a poco aquella condición del espectador pasivo, receptor de verdades inamovibles, para abrirse a los medios, audiovisuales especialmente, que ayudan a la comprensión de los problemas que plantea el desarrollo del ser humano en un lugar, es decir la historia.

 

Una ventaja más que, de concretarse, podría tener un museo antropológico pampeano, cuya ausencia suele hacer notar -extrañada- una buena porción de los visitantes turísticos a nuestra provincia.

 

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