Lunes 11 de agosto 2025

“Pinocho” Milei

Redacción 11/08/2025 - 00.14.hs

Los cuentos infantiles clásicos condensan el alma humana. En Pinocho, escrito por Carlo Collodi, el carpintero Geppetto crea un muñeco de madera que sueña con un ser un niño de verdad. Un día aparece un hada mágica que le da vida al muñeco y le dice que terminará de transformarlo en un niño si es sincero, valiente y desinteresado. Se sabe que Pinocho empieza a mentir y su nariz a crecer.

 

El presidente Javier Milei brindó una nueva cadena nacional el viernes. Si por cada mentira que dijo le creciera un poco la nariz, el mandatario podría dedicarse a interpretar a Cyrano de Bergerac todos los fines de semana en algún teatro de la Avenida Corrientes.

 

Milei defendió de ante mano la decisión de vetar los proyectos que Diputados aprobó en la semana, si es que el Senado las transforma en leyes. Repitió los dogmas a los que está aferrado, al menos en el discurso. Mintió diciendo que los salarios le ganaron a la inflación. Dijo que la única forma de financiar la mejora de las jubilaciones, el Hospital Garrahan y la emergencia en discapacidad es aumentar impuestos. “Eso atenta contra la inversión y creación de empleo”, dijo, repitiendo otro dogma que ha sido decenas de veces desmentido.

 

Los números: en diciembre de 2023, al finalizar el gobierno de Alberto Fernández, el país tenía muchos problemas pero el desempleo estaba en 5,7 %. Era uno de los más bajos de las últimas dos décadas. En el primer trimestre de 2025, según el Indec, la tasa de desocupación llegó al 8 %.

 

Milei le bajó impuestos a los más ricos. Eso -una vez más- no se tradujo en inversión productiva sino en fuga de capitales. Los sectores privilegiados especulan en la bicicleta financiera, compran los dólares que Milei le pidió al FMI y los sacan del país. Esa deuda después la tendrá que pagar todo el pueblo argentino. Lo demás es otra mentira de Javier “Pinocho” Milei.

 

El presidente habló del impuesto a las “Ganancias” que pagan los trabajadores que tienen mejores ingresos. Es raro que lo haya mencionado. Él lleva 18 meses tratando de que se apruebe en el Congreso el proyecto que revierte la Ley de Impuesto a las Ganancias que hizo que más de un millón de trabajadores dejaran de pagar ese tributo en el final del gobierno de Alberto. Es decir, Milei quiere que lo vuelvan a pagar.

 

En la cadena reiteró su mantra de que la inflación es sólo un fenómeno de emisión monetaria y que el dólar no tiene ninguna influencia. Si el dólar no influye, ¿por qué la inflación de la Ciudad de Buenos Aires fue de 2,5% en julio; si había sido de 2,1 en junio y del 1,6 en mayo? ¿Por qué aumentó en estos meses? El peso se devaluó. A principios de mayo el dólar oficial estaba en $ 1107 y este viernes ocho de agosto cerró a $ 1335.

 

Si el valor del dólar no tiene nada que ver con los precios, ¿por qué el presidente le pidió US$ 20.000 millones al FMI? ¿Por qué permite que se compren bienes por hasta U$S 100 sin que haya que explicar el origen de los fondos?

 

Mientras tanto, los supuestos paladines de la lucha contra el narcotráfico y el lavado de dinero, entre ellos la embajada de Estados Unidos, hacen silencio. Otra prueba de que la “batalla” contra estos delitos es sólo un instrumento político.

 

El gobierno intentó aplicar estos días una receta política que parece estar perdiendo efectividad. El argumento de que quienes apoyaron estas leyes son “funcionales al kirchnerismo”. La fórmula sirvió durante mucho tiempo para asustar a un sector de la dirigencia política que pensaba que quedar “pegado” al kirchnerismo era piantavotos porque traía aparejado el maltrato de los medios hegemónicos. Pero, como dice la canción de Luis Fonzi, nada es para siempre. Las encuestas muestran que hay más antimileismo en la sociedad argentina que antikirchnerismo.

 

En el cuento de Collodi, Pinocho corrige su conducta. Deja de mentir. El hada cumple su promesa y lo transforma en un niño de verdad. Lo que la Argentina necesita es un presidente de verdad. Y el hada buena no es un bichito con alas de color azul. Es el voto popular. (Por Demián Verduga para tiempoar.com.ar)

 

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