Lunes 22 de abril 2024

Representantes que no representan

Redacción 30/12/2021 - 01.01.hs

El presupuesto que dinamitaron los legisladores de la oposición preveía partidas para la realización de obras de infraestructura en La Pampa, incluyendo arreglos de rutas nacionales, y la ampliación del acueducto del río Colorado para llevar agua potable hasta General Pico.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Cuando veinte años atrás, soliviantada para con su clase política, la sociedad argentina acuñó el slogan "que se vayan todos", no advirtió acaso que la crisis de 2001 no fue obra de "todos" los políticos, sino de un sector muy específico y claro: el neoliberalismo. No todos los políticos argentinos son neoliberales, ni lo eran tampoco en la nefasta década de los años noventa. Sin embargo, esa tábula rasa por la cual toda la clase política cayó en la misma volteada, provocó que, en definitiva, no se fuera nadie: lejos de ello, muchos de los funcionarios responsables de aquella debacle dos décadas atrás, ahora ocupan encumbrados puestos en la política nacional.

 

Impunes.

 

Esa espectacular habilidad para cometer las peores tropelías contra la población, sin pagar el más mínimo costo, parece haber sido adquirida por los legisladores de la oposición política pampeana, que dos semanas atrás dejaron al país sin presupuesto, y a nuestra provincia sin las partidas necesarias para encarar importantes obras de infraestructura, largamente demoradas.

 

Cómo es que esa atroz ruptura del contrato electoral no les ha acarreado el repudio de la ciudadanía, sólo puede explicarse por la abulia reinante. Y, de algún modo, no deja de sorprender que, expresados sus "argumentos" para votar en contra de los intereses de la población en general, y de la pampeana en particular, no hayan sido objeto de refutaciones más contundentes.

 

El rol de un diputado nacional, particularmente cuando proviene de un distrito pequeño como La Pampa, es realmente limitado. Muy pocos son los que destacan en los grandes temas nacionales, y la mayoría pasa su mandato en la oscuridad -y, por cierto, sin rendir cuentas de lo actuado-. Una de las pocas cosas que pueden hacer esos legisladores es conseguir, a través de la negociación política, el otorgamiento de fondos para obras en su provincia. Pero si no son capaces de hacer ni siquiera eso, cabe preguntarse para qué están calentando aquellos sillones del Congreso.

 

Inflación.

 

Un joven legislador radical, que en general suele proceder con seriedad, y que ha demostrado una sensibilidad especial por la problemática hídrica pampeana -a diferencia de sus correligionarios que andan a los besos con nuestros victimarios mendocinos- tuvo un discurso particularmente endeble para justificar su apoyo al boicot opositor.

 

Dijo, por ejemplo, que el problema del presupuesto era la baja pauta de inflación prevista para el año entrante. Nadie salió a decirle que, en realidad, existen serias dificultades para pronosticar la inflación. (Salvo, por supuesto, cuando se la estimula desde el Estado a través de una megadevaluación como hizo el gobierno anterior). Por otra parte, como la economía es sobre todo una ciencia de las expectativas, todos los gobiernos se cuidan bien de anticipar índices altos de inflación, porque de tal modo no estarían más que formulando una profecía autocumplida.

 

Sin embargo, como integrante de la coalición que gobernó el país hasta dos años atrás, no puede ignorar que el entonces gobierno nacional había anticipado una pauta inflacionaria del 15 por ciento para 2018, y que la inflación real ese año fue superior al 47 por ciento, vale decir, que triplicó las previsiones oficiales. Si a aquel gobierno se le aprobó el presupuesto presentado, una mínima decencia política debería imponerles a estos diputados el deber de la reciprocidad.

 

Obras.

 

Es bien sabido que el presupuesto que dinamitaron estos legisladores preveía partidas para la realización de importantes y postergadas obras de infraestructura en La Pampa, incluyendo arreglos de rutas nacionales, y la ampliación del acueducto del río Colorado para llevar agua potable hasta el norte provincial.

 

Los argumentos para justificar esta defección directamente incurrieron en el cinismo. Un novel legislador norteño -tan luego, oriundo de General Pico, la principal interesada en la ampliación del acueducto- sugirió que esa obra debía encararse con fondos provinciales. A más de que la provincia no podría encarar ni la mitad de esa obra con recursos propios, parece increíble que se pretenda minimizar esta negativa a recibir fondos nacionales, particularmente, cuando se trata de una obra fundamental para la sanidad de la población norteña.

 

El otro joven diputado asumido en 2019, por su parte, recordó que esa obra había sido objeto de un acuerdo firmado por los gobiernos nacional y provincial en 2015, acuerdo que luego no fue cumplido. Omitió mencionar que, precisamente, el gobierno nacional que asumió sobre fines de ese año, de su mismo signo político, fue el que incumplió el acuerdo, en lo que no fue más que un acto de coherencia, ya que en esos cuatro años aciagos la provincia prácticamente no recibió fondos nacionales para obras públicas. Ni siquiera -hay que recordar- cuando las inundaciones de 2016 cortaron varias rutas nacionales, amenazando con dejar aislada a la ciudad capital.

 

No es ningún secreto para nadie que, para salir del parate económico de la pandemia, va a ser necesario que los Estados nacionales hagan fuertes inversiones en obras públicas. Lo está haciendo, a la vista de todo el mundo, el propio gobierno norteamericano, así como lo hizo luego de la depresión económica de 1930. Cómo y dónde se van a distribuir esas obras, que se harán de todos modos, depende del esfuerzo de los actores locales. Y estos diputados pampeanos no están honrando su compromiso electoral. La sociedad debe exigirles que cumplan. O que se vayan.

 

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