Lunes 05 de mayo 2025

Víctimas del hambre

Redacción 22/04/2025 - 07.59.hs

Los dos últimos fallecimientos registrados la semana pasada de personas en “situación de calle”, como se llama eufemísticamente a aquellos que lo han perdido todo en materia de alojamiento, recordaron a la sociedad argentina una arista negativa más del gobierno del presidente Milei. En esas muertes parece haber causa de una posible presencia de tuberculosis o, simplemente, de abandono y desnutrición. Paradójicamente, los decesos se produjeron muy cerca de las zonas más relevantes de Buenos Aires, como si una barrera -¿invisible?- separara el hábitat de dos clases sociales muy diferenciadas en su modo y posibilidades de vida.

 

Al respecto, las estadísticas -cuando menos- asustan. En los primeros ocho meses del año pasado murieron más de un centenar de personas en esa condición miserable, con un promedio de un deceso cada dos días. A las muertes se sumaron los casos de violencia institucional y también específicamente en el espacio público: se trata de violencia policial o ejercida por funcionarios de la administración: no atención del servicio de emergencias, falta de asistencia de los servicios asistenciales de salud, maltrato… etcétera. “El aumento de la violencia institucional incluye a otros funcionarios públicos”, señala un informe del Conicet. Claro que la fría interpretación estadística cambia cuando se considera que esos números incluyen a familias enteras, con niños inclusive, que suman ese maltrato a las inclemencias del tiempo climático. De hecho hasta pocos meses atrás resultaba muy doloroso ver a bebés en esos grupos ignorados por el gobierno. Baste decir que hasta fines de 2024 el número de personas en tamaña situación sobrepasaba los 8.000.

 

Lo peor de estos sucesos es que la información oficial al respecto va sembrando en la población la idea de “limpieza” del espacio público, pretendiendo justificar y legitimar esas acciones. La denuncia no es gratuita: se relaciona directa y preventivamente con lo ocurrido hace poco más de una década en San Pablo, la mayor ciudad de Brasil, “cuando varias personas sin techo fueron atacadas por personal de seguridad mientras dormían: siete perdieron la vida y ocho quedaron en grave estado. Podría decirse que también en las grandes ciudades de Argentina esa forma violencia y desprecio para con el prójimo también empieza a cuajar; como ejemplo los disparos anónimos a varias personas que dormían en las calles o los casos de incendio y robo de sus pertenencias. En esas acciones hay una naturalización de la violencia hacia el otro y se advierte la influencia de los llamados “discursos del odio”, tan frecuentes en el gobierno mileísta. Para saber a qué atenerse bastan las declaraciones del exsecretario de Seguridad y jefe de la Policía de la Ciudad, Diego Kravetz, quien dijo con toda hipocresía: “La opción es dormir en un parador o irte a otro lado. No es opción dormir en la calle”.

 

Cincuenta años atrás dos conocidos vecinos de Santa Rosa hicieron un viaje al Lejano Oriente que incluyó la India. A su regreso, en charlas amicales, manifestaron la profunda impresión que les causó ver en algunas ciudades a pordioseros caer muertos –literalmente— en plena calle, víctimas del hambre y desamparo en el que vivían. Esos vecinos ya no están entre nosotros y no podrán evocar el espectáculo de la gente muriendo en las calles, pero trasladado a éste, nuestro país.

 

'
'