Domingo 24 de agosto 2025

Ya no mires atrás

Redacción 24/08/2025 - 00.14.hs

Si uno se atiene a la mitología, tal parece que mirar hacia atrás no es una buena idea. A la mujer de Lot, pese a que se lo advirtieron, la venció la curiosidad (o la nostalgia) y no tuvo mejor idea que mirar hacia atrás cuando el viejo Jehová lanzó sus bombas atómicas sobre Sodoma y Gomorra. Y la pobre terminó convertida en una estatua de sal. Otro tanto le pasó a Orfeo, después de todo el trabajo de viajar hacia el inframundo para rescatar a su muerta amada Eurídice. Miró hacia atrás y la percanta que lo amuró volvió a morirse, esta vez sin retorno. Destinos muy poéticos, eso sí, pero no es lo que uno tiene pensado para su propia vida. Uno espera llegar a viejo y disfrutar los beneficios de la jubilación, gases lacrimógenos en Plaza de los Congresos incluidos.

 

Punto azul.

 

En un capítulo de "Cosmos", Carl Sagan cuenta cómo, en 1990, convenció a los muchachos de la NASA para distraer la misión de la sonda Voyager 1, que estaba en los confines del sistema solar indagando el espacio exterior en busca de oportunidades inmobiliarias, y la cámara ubicada a más de 6.000 millones de kilómetros miró hacia atrás, y tomó una fotografía del planeta Tierra, hoy famosa y conocida con el nombre "Un punto azul pálido".

 

Un poco la lección que Sagan trata de enseñarnos es que los seres humanos somos algo así como una ínfima colección de insectos en un rincón insignificante del universo, y que deberíamos cultivar una humildad acorde a nuestro estatus comparativo. Nada que vaya a afectar la autoestima del argentino promedio, ese que hay que comprar por su valor real y venderlo por el precio que él piensa que tiene.

 

En realidad lo que uno aprende de esta anécdota es que en la NASA fabrican unos controles remotos bastante buenos. Imagínense, si pueden controlar una cámara fotográfica a tantos millones de kilómetros. A nosotros el control remoto del televisor no nos responde desde el sofá del living para cambiar de un miserable canal a otro, y eso que le cambiamos las pilas hace apenas tres años atrás.

 

Majestad.

 

Está visto que la especie humana está destinada a repetir una y otra vez este error. Miren si no lo que pasó con el biólogo experto en comportamiento Leo Uesaka, de la Universidad de Tokio: mientras el resto de sus colegas les instala cámaras a las aves para captar lo que ven los ojos de esos plumíferos, en su interminable vuelo, a él se le ocurrió pegarles una en el vientre, mirando hacia atrás. No hace falta dar mayores explicaciones de qué es lo que pudo observar.

 

Bueno, sí, lo vamos a explicar: él quería estudiar cómo es que las aves marinas caminan sobre el agua cuando despegan su vuelo... pero terminó observando la cantidad prodigiosa de popó que producen estos animalejos. Al menos, si nos atenemos a su artículo publicado este lunes en Current Biology, una revista científica, resulta que cagan unas cinco veces por hora, y el volumen que despiden en ese lapso equivale al 5% de su peso corporal.

 

El animal estudiado, la pardela canosa ("streaked shearwater") es normalmente descripto como un ave majestuosa, de gran tamaño y elegante vuelo. Pero, tal parece, no es buena idea contemplar esa majestad cuando va pasando por encima, so pena de recibir un letal disparo de surullos.

 

Ciencia.

 

Para ser justos con el pobre bicho, hay que aclarar que en realidad la mayor parte de sus deposiciones van a parar al alta mar, donde al parecer tienen gran influencia en el movimiento de nutrientes en el ecosistema marino.

 

El amigo Uesaka, trabajando desde una pequeña isla japonesa desierta, capturó unas 36 horas de video así obtenidas, no de uno sino de quince pájaros, y las observó personalmente hasta el final de la película mientras las pardelas iban por ahí haciendo sus necesidades, producto de la digestión de los peces que cazaban en el mar. A diferencia de lo que dicen los chefs de televisión cuando están cocinando algún platillo, en este caso hay que agradecer que el video no puede transmitir aromas.

 

Curiosamente, eso de ir de cuerpo cada diez minutos lo hacen sólo cuando están volando, nunca cuando flotan sobre el agua. Hay varias hipótesis al respecto, la más firme es que sería una forma de evitar los predadores, pero como en todo, no hay que descartar el espíritu lúdico como motivador: cagar desde el aire debe ser la mar de divertido.

 

Primas de los albatros, las pardelas comparten con éstos su notoria habilidad para el vuelo: lo hacen tan bien que gastan menos energía cuando están en el aire que cuando se posan sobre el agua para flotar como patos. Y su guano, que contiene grandes cantidades de fósforo y nitrógeno, sirve como fertilizante, promoviendo el crecimiento de los corales, lo cual a su vez favorece la proliferación de peces... y por ende, de comida para las aves marinas.

 

Uesaka ya ha anticipado que piensa dedicar sus próximos años a repetir el experimento con otras aves marinas. Cada uno se divierte como puede.

 

PETRONIO

 

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