Sabado 27 de abril 2024

Tríptico, de Sol Donati

Redaccion Avances 15/10/2023 - 06.00.hs

La cantautora Sol Donati no sólo nos dona algo de belleza en su libro Tríptico, sino que rememora la infancia, la biblioteca, la familia. También asienta su propia creativa desde la alta escuela de Edgar Morisoli y Néstor Massolo.

 

Sergio De Matteo *

 

Rubrica el tiempo, las formas y alecciona, de alguna manera, los modelos donde se canaliza la creatividad. En esa línea, la creatividad de las y los artistas pampeanos tienen una dominante tanto en la poesía como en la canción. Ese capital simbólico está registrado en el Cancionero pampeano, en el Cancionero de los ríos, y en el centenar de poemas musicalizados de Morisoli y Bustriazo Ortiz. Por ende, adentrarse en la comarca de Sol Donati, en ese río que atraviesa montañas, es recuperar pero también percibir una imaginación que trasuda libros, discos y la realidad.

 

Latinoamérica no le es ajena, la lucha de las mujeres tampoco, o la proclama de los desposeídos, todo se anuda a su canto y a su poética. Nos regresa a la infancia, esa patria que reclamaba Rilke para las y los poetas, para retratar a personajes, historias, que reverberan en un anhelado Caleufú y en el incipiente viaje de quien anda por el jardín humano.

 

Sentires, pesares y cantares fulgen una trama, un Tríptico (Tinta Libre, 2023), donde los poemas cancionan y las canciones poemizan, con su arraigo cultural, su visión raigal, porque como sentencia Morisoli: “la canción fue la madre ancestral de la poesía”. Sol Donati asume ese legado y lo despliega en su estética contemporánea, porque “El arte viene para abrazar./ El arte talla la esencia astral”.

 

- Siempre hay trayectorias, hay recorridos, hay caminos donde se va elaborando, de alguna manera, la historia literaria, musical, artística. Estamos con proyectos nuevos, libro y también música. ¿Qué es este Tríptico?

 

- Siento que Tríptico es parte de un sueño que viene desde niña. El tema de la escritura es algo que heredé de mi tía abuela, por parte de la familia Leguizamón. Mi primer recuerdo es, antes de aprender a leer, a mi madre haciendo el juegos de poemas, o sea, ella me recitaba un poema. Yo tenía 5 años, tenía que adivinar cómo se llamaba el poema o a quién pertenecía. ¡Imagínate! Mi mamá recitaba veinte y yo pegaba uno; entonces voy a lo de mi abuela y le digo que quiero aprender a leer, porque mamá me estaba ganando y no entendía aparte de lo que estaba diciendo. Ella tenía una carpeta y yo no podía descifrar esos códigos. Y ahí mi abuela me enseñó a leer y todos los meses me compraban cuadernitos Gloria y era escribir, escribir y siempre ese sueño de decir voy a escribir un libro. Pero no me imaginaba que iba a ser de poesía. Fue como que la música acompañó esta necesidad de decir, de plasmar en canciones lo que veía en la realidad.

 

Tríptico es como una recopilación: desde esa joven que llegó a Santa Rosa con 18 años y a la semana se quería volver; porque de un pueblo de 2000 habitantes venir a la capital era mucho. Si bien la gente dice que Santa Rosa es un pueblo grande, bueno, para mí era muchísimo. Y como que Tríptico logra trazar ese camino, todo ese crecimiento, todo ese conocer, forjar el jardín humano.

 

Es un sueño que nace desde la gratitud, en primer lugar, por mis padres, por mi familia, y en segundo lugar, por Santa Rosa y toda la gente que supo abrirme las puertas de su alma, y de su casa, también.

 

- En todo arte hay vínculos. En este libro se combina la cuestión poética y la canción ¿cómo interrelacionás en tu experiencia estos dos géneros? ¿Cómo los terminaste fusionando en este libro?

 

- Sí, la verdad que Tríptico tuvo muchas formas, porque esto es un sueño que arrancó hace cinco años. El hecho de decir: quiero un libro, e idealizarlo.

 

Pero siempre tuve en claro que, más allá de ofrendar mis escritos, quería que estuvieran también las letras de las canciones. Porque me pasa muchas veces -creo que le pasa a la mayoría- que una canta y muchas veces llega la melodía o la armonía que se trabajó o la rítmica, pero la letra como que se pierde. Siempre digo que lo pampeano tiene una esencia que no solamente es la música, sino que lo poético te atraviesa.

 

Hemos hablado de Bustriazo Ortiz y las obras de Bustriazo que se han musicalizado son como una obra de arte maravillosa. Entonces, siempre tuve en claro que estuvieran las letras de las canciones que se fueron gestando, porque escapan a mí, o sea, no hablan únicamente de Sol Donati, sino de todas las luchas que se van enarbolando en América Latina. Creo que es un mensaje que tiene que quedar plasmado en algún lugar, no solamente en la canción, sino que la gente lo pueda leer, interiorizarse, que se pueda cuestionar, también.

 

El libro nació para que las personas se hagan más preguntas, que encuentren más dudas que respuestas, que sea un libro que invite a caminar, a ver, a recorrer, a cuestionarse. Entonces, por ahí viene el tema de cómo se fue ensamblando música y poesía.

 

Silvio Rodríguez es la banda sonora de mi vida. En todo lo que es la trova. En casa escuchabas desde Chico Buarque, que no se entendía lo que estaba hablando, porque recién el después saca el disco en español. Me acuerdo que escuchaba “Construcción”, por ejemplo, y no sabía lo que estaba diciendo, pero a mí me emocionaba; después, de grande, cuando estuve viviendo en Brasil, entendí lo que decía.

 

- En toda obra artística siempre hay influencias, siempre se está tratando de imitar a maestros y maestras. Al leer tu libro se encuentran muchas alusiones a la literatura infantil.

 

- Eso tiene que ver con la influencia de mi madre y de la biblioteca popular Florentino Ameghino, de Caleufú, que fue mi segunda casa, literalmente.

 

Recordar lo pasado es como intentar plasmar -como quien da una pincelada- todos los colores de un momento, de un día. Porque no todos pintamos de la misma manera o escribimos con la misma letra de acuerdo al día o la emoción que nos atraviesa. Esto de tener presente ciertas cosas, tiene que ver con momentos puntuales, digamos, que fue atravesando esa escritura de todos los días.

 

La recopilación fue lo más difícil. Traté de tomar algo de tal día que me acordaba, por qué lo había escrito: ¿por qué surgió esa visión y por qué tomé ese personaje, o por qué hice referencia?

 

En el poema que dice “no vendrán ni Quijotes ni Cronopios al rescate”, yo estaba en Santa Rosa, justamente había viajado, porque vivía en Caleufú; estaba sentada en la plaza San Martín. Había pasado por Fahrenheit Libros y compré Esta es mi Storni, que es la recopilación de poemas de Alfonsina. Estaba leyendo y como que por un momento sentí que suenan las campanas de la Catedral y que todo comienza a detenerse en mi percepción: “empecé a ver a un niño vestido de Superman, corriendo, a una señora, eso captó mi atención, que estaba con el cabello blanco y la mirada completamente perdida, como una mirada de pena, pero también de nostalgia. Era un acertijo. A la vez miraba a un señor en la esquina tomando un café. Fue como juntar un montón de personajes y desarrollar ese poema. Fue pensar en el campanario y en Notre Dame, digamos, en esa infancia y en Benedetti: “Corazón coraza”, que está en la novela Gracias por el fuego. Recordaba todo eso mientras iba viendo distintas escenas, pero volvía a la señora que estaba con la mirada completamente perdida, y por eso digo que su cabello se entregó al viento sur, también, porque había viento del sur”.

 

Al comenzar la charla resaltaste algunos vínculos que tienen que ver con la familia y el lector (o lectora) se encuentra con textos que se titulan “Legado”, “Linaje” y, por sobre todo, dedicatorias. Hay una que es específica, familiar, y otras para un precursor: Néstor Massolo.

 

“El ruso”, o “El viejito”, como le decía yo. “El ruso”, más allá de ser mi amigo y mi maestro, porque él fue quien me metió en el universo de la poesía, él fue padre, hermano y compañero.

 

Al ser muy joven, con el tema de la música y el afán de querer tocar y todo, no se miran los espacios, los círculos, las personas; entonces, “El ruso” era medio tutor, iba conmigo. Me llamaba Violeta, nunca me dijo Sol, siempre fui “la Violeta”. Me decía: “Violeta, bueno, tocás acá y en quince minutos nos vamos a escribir”. Hacíamos eso, tocaba y me iba a escribir. Hoy se lo agradezco, porque a su manera, tanto él como Edgar Morisoli, me inculcaron el hecho de tomar esto como una profesión, con una responsabilidad; no solamente es agarrar un papel y escribir dos frases y ya está, sino de hacerlo con compromiso, de ser consciente con lo que quiero decir, con lo que quiero transmitir.

 

 

Causalidad(es)”

 

Pura coincidencia

 

fue toparme con su huella

 

desterrada estrella

 

cual Caín.

 

Peregrina iba

 

desnudando heridas viejas

 

debatiendo a muerte

 

con Rick Blaine.

 

Hasta que su voz

 

fue antesala a la calma

 

y rescató a Alfonsina

 

del turbulento mar.

 

Mientras Prometeo

 

mantenía intacta la llama

 

en una esquina de paso

 

un niño se atrevió a soñar.

 

Tierna Blancanieves

 

evitó al fin la manzana

 

mientras Quasimodo

 

huye de Notre Dame.

 

Y en un bar

 

los poetas ya no lloran

 

por las nuevas décimas

 

que no vendrán.

 

Todo acontece

 

mientras ella sigue ausente

 

y el recuerdo

 

tensa la quietud.

 

No vendrán Quijotes

 

ni Cronopios al rescate

 

Su cabello se entregó

 

al viento sur.

 

Como Helena esperando

 

escapar de Troya

 

Su mirada ansía

 

ser fulgor.

 

Mientras Benedetti

 

ruega por el trato

 

Corazón coraza

 

se rindió.

 

Efímera

 

es la curva de su rostro.

 

El tiempo

 

trazó surcos al adiós.

 

 

“Deidad”

 

Bastó tu nombre para que el Edén abriera paso

 

exiliando al inframundo

 

y Tánatos sintiera cólera

 

por la muerte que no vendrá.

 

Bastó tu voz para que la llama incendiase

 

la desesperada esperanza

 

y Prometeo sintiera envidia

 

por el fuego que no logró.

 

Bastó tu presencia para saber

 

que nuevas palabras tendrían que inventarse

 

y Calíope se sintiera minúscula

 

por los versos que no inspiró.

 

 

“Latinoamérica mujer”

 

Tiene el alma en los ojos

 

y el tiempo en sus pasos.

 

La sabiduría de la tierra

 

que curtió sus manos.

 

El semblante de los ríos

 

la belleza del ocaso

 

y un corazón fuerte que late

 

a pesar del cansancio.

 

Es la duda del destino

 

la voz de un dulce trino.

 

No descansa ni un segundo

 

sabe cuál es su camino.

 

Abrigar a todo niño

 

defender a su hermano.

 

Quitarle a la justicia

 

la cadena de sus manos.

 

Sos mujer latinoamericana

 

vientre y sangre de mi tierra.

 

Trenzando lazos, madre y hermana

 

germinaste nuestra huella.

 

Sos mujer latinoamericana

 

vientre y sangre de mi tierra.

 

 

Del dolor que nuestra patria emana

 

eres lucha y no doblegas.

 

Conquistó la libertad

 

siguiendo el rumbo de los vientos.

 

Desatándole a los sueños

 

la verdad que llevan dentro.

 

Luchando por mundos libres

 

resistiéndose al hambre.

 

Dejando fluir las almas

 

de los que viven sin aire.

 

Pisa firme nuestro suelo

 

a la vida da revancha.

 

No pueden quebrar sus huesos

 

ni el temblor de su garganta.

 

Ella abriga a todo niño

 

defiende a su hermano.

 

Le quita a la justicia

 

la cadena de sus manos.

 

 

* Colaborador

 

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