Domingo 06 de julio 2025

Un Nido en Leuvucó

Redaccion Avances 06/07/2025 - 15.00.hs
Croquis para la construcción del enterratorio 2001. Arq Miguel García.

La necesidad de construir en tan solo un mes un lugar para cobijar los restos del Cacique General Mariano Rosas en el mítico lugar donde cabalgaba, produjo un gran entusiasmo.

 

Miguel García *

 

Guerrinche pasame un pucho”. Para mí esta historia comenzó en el invierno de 1977 en la cárcel del Chaco, cuando Oscar me pedía cigarrillos desde una ventanita del pabellón 2, en el momento en que los presos políticos del pabellón 1 salíamos al patio.

 

Veinticuatro años después nos encontrábamos con Oscar Guala (Huala), lonco ranquel descendiente directo de Manuel Baigorrita, en Leuvucó en una lomada pasando la laguna, junto a un montecito de chañares.

 

Era junio de 2001 y estábamos construyendo un enterratorio para recibir el cráneo del cacique Mariano Rosas que volvía de otro genocidio luego de la represión, la matanza y el despojo.

 

Mientras trabajábamos, a veces hacíamos un fueguito para calentarnos y tomar mate. Oscar miraba el patito de agua que representa a su familia, grabado en una de las caras de la pirámide del enterratorio. Alargaba la mirada hacia el cielo y se trasladaba en el tiempo.

 

Ya en 1988 habíamos empezado a viajar a Leuvucó. Lo hacíamos sabiendo que allí había un origen. Recuerdo que en esa época José Depetris se paraba en unos médanos al sureste de la laguna y decía “por acá estaba el toldo de Mariano Rosas”.

 

Ante esta afirmación, lo mirábamos y en ningún momento dudábamos de que nos estaba diciendo una verdad revelada. También dijo que pasando la laguna 1000 metros al oeste hay una planicie, que alguna vez caminaron con Walter Cazenave, que sería el área donde se produjo el gran entierro de Painé con mujeres y caballadas.

 

En mayo de 2001 se profundizó en la pampa la búsqueda hacia el interior de la vieja identidad ranquelina. Como cumpliendo una profecía de la Reina Bibiana, el encuentro de Arbol Solo, las jornadas ranquelinas y la creación de las agrupaciones, la inminente llegada de Mariano aceleró y le dio cuerpo a un proceso cultural de años.

 

La necesidad de construir en tan solo un mes un lugar para cobijar los restos del Cacique General en el mítico lugar donde cabalgaba, produjo un gran entusiasmo: Se realizaron asambleas conducidas por loncos ranqueles: el rescate de la Raza, la visión del Universo y sus costumbres, la cosmogonía, la semiótica del lenguaje, gestos y signos y danzas que perduran. La relación indisoluble con la Tierra. Cuatro estaciones y los cuatro elementos dibujados en los antiguos cultrunes. Cuatro caras de una pirámide representando la simbología de las cuatro principales familias ranqueles, todo construido en múltiplos de cuatro.

 

En junio de 2001, trabajábamos entre los chañarcitos de Leuvucó rodeados de los arcaicos fantasmas de Painé, Mariano y de otros tantos como Carripilún, Yanquetruz, Pichún Huala, el Platero, Epumer, Yancamil, Baigorrita y tantos y tantas que fluían sobre el ámbito con su energía atávica y guerrera.

 

Se hacían presentes también sus descendientes los Cabral, Rosas, Domínguez, Farías, Deltoni Yancamil, Cayupán, Epumer, Campú, Canuhé, Guala y muchos otros.

 

El zorro echado que miraba la entrada del cráneo. Los Huala con el patito de agua y la guarda pampa, los Carripilún la figura del cacique y su bastón, los Nahuel el tigre, el platero y la huella del avestruz, expresiones que fueron plasmadas en el tallado.

 

La construcción del “nido” que recibió la cabeza de Mariano 122 años después, fue una construcción colectiva de agrupaciones Ranculches, Municipalidad, Provincia y Nación, historiadores, investigadores, artistas, funcionarios, profesionales, antropólogos, técnicos, carpinteros, escultores y la necesidad de la Sociedad de dar respuesta al ultraje histórico.

 

Este hecho impactó en el sentimiento regional y pampeano.

 

La “marea humana” de 10 mil personas que en la mañana del 23 de junio de 2001 avanzaba por el camino vecinal de Leuvucó fue un gran acompañamiento para Mariano. Tambien lo fue para los descendientes de los dueños de la tierra que en gran número cabalgaban junto a él.

 

La Sociedad pampeana se unía en el origen.

 

La conciencia que generó el regreso de Mariano Rosas a La Pampa, impuso una nueva síntesis cultural para los tiempos que vendrán. Un tiempo donde está en juego, entre otras cosas, la Identidad de la Patria.

 

* Arquitecto. Colaborador
 

 

Un lugar sagrado
 

 

En la XI Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires en 2007, el arquitecto Clorindo Testa brindó una charla junto a los arquitectos Justo Solsona y Mario Roberto Álvarez. En esa conversación al presentar el edificio de la Biblioteca de la Cámara de Diputados de Santa Rosa, que fuera inaugurado un año antes, hizo alusión a otra construcción existente en La Pampa, cuya mayor importancia radica en su significado e implicancia históricas: El enterratorio de Mariano Rosas en Leuvucó. En ese momento Clorindo dijo “esta obra tan sencilla que parece un barquito, es hoy un lugar sagrado para los descendientes de los bravos ranqueles, porque allí descansa el Cacique Mariano Rosas”.

 

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