Miércoles 30 de julio 2025

Quería ser verdulero, pero lleva 40 años tocando canciones

Redacción 01/10/2010 - 01.19.hs
"Cuando estaba en mi pueblo, lo único que quería era tocar en Buenos Aires, tener un poquito de fama y volverme para poner una verdulería", dice León Gieco, con una autenticidad que arranca sonrisas. Evidentemente, después de cuatro décadas de profesión, consiguió algo más que poner una verdulería en Cañada Rosquín. Por ejemplo, grabar unos 40 discos, que "Sólo le pido a Dios" se tradujera a más de 50 idiomas, compartir escenarios con Serrat, Mercedes Sosa, Sting, Peter Gabriel y Silvio Rodríguez, y conseguir que lo escuchen y respeten todos. Ricos y pobres, judíos y cristianos, abuelas y nietos, fachos y zurdos. Un caso artístico casi único en el país, por no decir único.
¿Cómo se logra eso, cuando además, Gieco no es un eximio guitarrista ni tiene la mejor voz? "El hecho de hacer un poco de todo tiene fuerza. Yo compongo letras que hablan de lo que vivimos y soy músico desde hace mucho tiempo. Además apoyo tareas solidarias e hice trabajos especiales como la película 'Mundo Alas' y la gira de 'Ushuaia a La Quiaca', un video que se enseña en muchos colegios".
- Es obvio que sos consciente de esa realidad. Ahora, ¿cómo se entiende? Porque ni Mercedes Sosa ni Serrat tienen una aceptación tan amplia.
- A cada uno le toca lo que le toca. Somos como artistas irremplazables Mercedes, Charly García, Spinetta, Fito Páez, Moris, Manal, Almendra, Los Gatos... todos son irremplazables. Lito Nebbia, un tipo que además de componer más de cien discos, creó Melopea y le permitió grabar a muchísimos grupos. Cada uno hace lo que puede. No hacemos las cosas después formular estos análisis. Los análisis los hacen los periodistas. Nosotros hacemos las cosas a los ponchazos y luego vemos qué pasa.

La sociedad con D-Mente.
Hoy la actualidad musical de Gieco está asociada a D-Mente, un grupo cuyo líder, Andrés Giménez, le propuso grabar sus propios temas con una música más metálica. Anoche, en el casino, mostraron ese material. "No todo salió así nomás -cuenta- En una peña de Córdoba coincidimos con D-Mente y Abel Pintos y como debíamos tocar algo en común elegimos 'Pensar en nada'. La gente se puso al palo. Después, en otra peña, tocamos 'La mamá de Jimmy' y (José) Palazzo nos contrató para el Cosquín Rock (en 2009). Así que fue él quien nos obligó a ensayar más canciones".
Después León pagó la producción del disco ("me pareció que valía la pena porque era un sonido que no tenía en mi historia") y lo presentó en la compañía Emi. "Se espantaron", dice graciosamente. Al final, aceptaron y terminó siendo el disco más vendido del año. "Encima terminamos siendo soporte de Metallica y nos pidieron sacarnos una foto", remarca el hombre vestido de negro de pies a cabeza.
- Con 40 años de trayectoria, ¿te cuesta mantener la energía y la motivación para escribir nuevas canciones?
- No, me gusta. De hecho ya tengo un demo con 12 temas para un disco nuevo, más tranquilo. Fijate: mi último disco solista, "Por favor, perdón y gracias", salió hace cinco años; pero en el medio saqué otro por partida triple, hice el disco y la película de "Mundo Alas" y ahora esta placa con D-Mente; o sea seis laburos en cinco años. Yo no paro de trabajar.
El cronista le comenta que lo vio actuar por primera vez a mediados de los '70, en los carnavales de clubes porteños. Gieco parece rememorar esas imágenes, desde sus 58 años.
- ¿En algún momento parás para repasar lo que te paso o simplemente la vivís?
- La vivo... parar, no voy a parar nunca porque sino me aburro. Para mi salir al interior, y venir a La Pampa, es una diversión, vida pura.

 

Cámpora, Alfonsín y los K.
La realidad política no es ajena a la charla. Gieco ha dado claras muestras de respaldo al gobierno kirchnerista y cree, fervientemente, que el futuro puede ser mejor.
- ¿Cuál es tu visión del país? ¿Hay que estar a favor o en contra, o puede haber un punto intermedio?
- No se puede hablar del país porque no es uno solo, sino que tiene muchas regiones. No es lo mismo la juventud pampeana que la del Impenetrable en el Chaco.
- Está bien, pero si puede hablarse de un clima de país. ¿Es a todo o nada, hay que tensar siempre la cuerda al máximo o existen posturas intermedias?
- Nunca hubo una presidenta como Cristina. Es muy inteligente, muy capaz y con ideas que se asemejan muchísimo a las de la lucha del '70, a la distribución de la riqueza. Todavía no se vieron los resultados, pero que se está haciendo, se está haciendo. Hubo una reforma del plan educación, salió la Ley de Medios... son todas cosas atrasadas. La Ley de Medios empezó a escribirse hace 25 años, en la época de Alfonsín; todo es a largo plazo. Si se demoró 25 años en aplicarla y 30 años para poner presos a los genocidas, porque no se puede esperar 30 años para que la educación mejore y no haya pobreza. Tenemos que creer que puede haber un cambio.
Parece entusiasmarse con su propia respuesta: "Tengo conciencia social y política desde los 18 años, cuando llegué a Buenos Aires, y me politicé como se politizó toda la juventud. Todos esperábamos que viniera Perón a solucionar los problemas. En esa época la juventud a los partidos políticos; yo no, pero politicé mis canciones. "Hombres de hierro" y "María del campo" son canciones sociales. Desde ese momento, si tengo que rescatar algo positivo para el pueblo, recuerdo o, María del Campo, son canciones sociales. Y de recordar algo positivo para el pueblo, recuerdo los tres meses escasos de (Héctor) Cámpora, los dos primeros años de Alfonsín y este gobierno. Todo lo demás fue basura, Menem, la dictadura...
- Volviendo a la música, ¿tenés una canción preferida, por la que te pasa algo diferente cuando la tocás?
- La que más me identifica es "Sólo le pido a Dios", pero no es la mejor.
- ¿Y cuál sentís más acá adentro? (por el alma).
- "Canción para Carito". Es muy linda, la letra y la música.

 

“Realmente estábamos borrachos...”
Solo, sin necesidad de preguntas, León Gieco se entusiasmó contando cómo surgió la idea de realizar, hace un cuarto de siglo, la inolvidable gira De Ushuaia a La Quiaca, que consistió en recorrer todo el país, tocar más de 600 conciertos y registrarlos en discos y una película. “El proyecto salió de la frustración. Era un momento en que no podía componer y en que los militares, después de prohibirlo, declararon de interés nacional ‘Sólo le pido a Dios’ en la época de Malvinas. Para mi fue un bochorno. Me dije: no hago más música. Me tuve que exiliar dos años y recién volví en el ’85. La compañía con la que tenía un contrato firmado me exigió un disco y no tenía canciones, así que como había conocido a El Cuchi Leguizamón y a Sixto Palavecino, los invité a grabar a Buenos Aires. El presidente de la discográfica se enojó porque quería canciones mías y llamó a Gustavo Santaolalla, que estaba en Estados Unidos, para enderezarme. Yo pensé: ‘... pero si Gustavo está más loco que yo’”
“Cuando llegó, le expliqué que creían que estaba loco y borracho y le hice escuchar un tema con Sixto Palavecino –recordó–. Le pareció genial, pero dijo que había que grabarlos en los lugares donde vivía la gente. Aunque el proyecto saldría más caro, a la compañía no le quedó otra. En ese momento la prensa pensó que éramos una manga de borrachos, y hoy me pregunta si lo hicimos para salvaguardar la cultura nacional. Y la verdad es que no, que lo hicimos porque realmente estábamos borrachos... (sic) Fuimos al interior a divertirnos y a grabar con gente importante”.
– Pero con conciencia de lo que estaban haciendo.
– ... Y respeto. Todos nos abrieron las puertas. Para el Cuarteto Leo, por ejemplo, fue un honor que pasáramos por Córdoba. Y me acuerdo que Rodrigo, en su momento de fama, me invitó a tocar al Luna Park porque en ese paso por Córdoba él tenía 9 años y le había parecido bárbaro que nos ocupáramos del cuarteto. Realmente fue un trabajo maravilloso.

 

¿”Mundo Alas” en la UNLPam?
Un grupo de chicos con discapacidad, provenientes del Instituto Pampeano Educativo Laboral y de la escuela deportiva Crecer Juntos, se cansaron de sacarse fotos con Gieco después del ensayo del mediodía en el casino. Y él no se cansó de posar y reírse. Hubo mucho cariño. Después, informalmente, León le comentó a un par de directivos que tiene pensado presentar “Mundo Alas” en la Universidad de La Pampa, la película que, a través de historias de vida, concluye que la integración es posible a partir del reconocimiento de las capacidades de cada uno.

 


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