Llaman a "reflexionar" a empleado bancario
Todo transcurría en un clima de franca camaradería la noche del pasado viernes, en un restaurante ubicado frente al Aeropuerto santarroseño. Empleados del Banco de La Pampa, en su mayoría -pero también de otras entidades crediticias-, se divertían, charlaban y reían en uno de esos típicos festejos de fines de año.
Ese mismo día se jugaba en Mendoza el partido final por la Copa Argentina de fútbol, entre River Plate y Central Córdoba de Santiago del Estero que, como se sabe, culminó con el triunfo del equipo de Marcelo Gallardo. Una situación que dejó un sabor agridulce en los simpatizantes millonarios al cabo de 2019, si se considera que sólo unos pocos días antes había dejado escapar en los últimos instantes del encuentro la Copa Libertadores de América frente al Flamengo, en Lima.
Lo cierto es que en la reunión se hablaba de todo -un poco de política, otro poco de fútbol, y algunos otros temas que se abordaban con cierta ligereza, teniendo en cuenta el clima festivo-, pero todo en un marco de alegría.
Más que "hincha".
Hasta que sucedió lo que sucedió: de la nada irrumpió entre las mesas un muchacho que llevaba sobre un hombro la camiseta de River, alborozado por el logro de su equipo conseguido minutos antes en tierra mendocina; pero llevando además en sus manos un "chanchito" (de peluche, o algo parecido). El hincha -más que nunca hincha, ya se verá- empezó a dirigirse a las distintas mesas, y si bien en principio produjo una cierta sonrisa, al rato ya se tornó inaguantable. Incluso para quienes simpatizaban con sus mismos colores.
Se puso denso.
El famoso "pesuti" se había hecho presente en la fiesta. Lejos de amilanarse ante la respuesta que recibía de alguna mesa, redoblaba la apuesta y se acercaba -"chanchito" en mano- para burlarse de los simpatizantes de Boca. Hubo alguno que -cansado que le restregara en sus cercanías el peluche (símbolo de algún modo del "bosterismo"), se lo llegó a manotear produciendo un tenso pasaje... hasta que voló el vino de una copa hacia el cuerpo del hombre con la camiseta de River al hombro. Y allí hubieron de interceder algunos para que los ánimos se calmaran...
Llamado a "reflexionar".
Pero minutos después el mismo hincha volvió a la carga: cambió su remera e insistió con sus burlas.
Todo concluyó cuando un corpulento bancario se paró de una mesa, se acercó, y le dijo palabras más o menos: "¡Si no la terminás te espero cuando salgas y te c... bien a trompadas!"
Fue suficiente. Llamado a "reflexionar" el hincha millonario optó por acabar con su fastidiosa actitud...
La "reflexión" -además- le evitó males mayores, en verdad.
Cabe preguntar: ¿Es necesario que ante un partido de fútbol -así sea una final- la gente se ponga tan latosa como para llegar a hartar a una persona que simpatiza con otros colores?, ¿no alcanza con gozar de un triunfo propio que se hace necesario molestar al de enfrente?
Esta vez, al parecer, el "pesuti" lo "entendió". Y reinó la paz.
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