“El arte es una entera conspiración”
“El arte es una entera conspiración. Es su más fuerte atractivo, su más alta misión. Rumbea adelante, madrugón del sujeto humano”. Alejandro Urioste pronuncia esa línea de “Mascaró, el cazador americano” (Haroldo Conti, 1975) para responder sobre la fuerza del arte como instrumento político. “El arte es subversivo. Si el arte y las izquierdas no resultan subversivos, estamos en problemas”, añade, instantes después de presentar una retrospectiva de los afiches que diseñó durante casi 25 años para la Cátedra Extracurricular Ernesto Che Guevara.
La exposición fue inaugurada ayer en el Hall de la UNLPam. Mediante una cuidadosa selección entre casi 180 afiches impresos entre 1998 y 2020, el “Vasco” Urioste ensaya un recorrido por temáticas, procesos históricos y líneas del pensamiento emancipador abordadas en este cuarto de siglo.
A fines de los ‘90, cuando “habían completado la reforma del estado, la privatización de empresas públicas y la flexibilización laboral”, la comunicación masiva todavía no circulaba por dispositivos electrónicos y los militantes de la cátedra hacían pegatinas de afiches y volanteadas callejeras.
Alejandro es fotógrafo y realizador audiovisual, “pero no diseñador gráfico”, aclara. “Nuestro objetivo nunca fue difundir la historia del Che, sino encontrar una reproducción política para la vida de ese gran colectivo diverso y múltiple que buscaba la revolución: los desaparecidos. Si a esa palpitación vital la convertimos en consigna, la formateamos, podemos cerrar la comprensión. Es imprescindible ponerle nombres y dar carnadura a la vida de esas personas; la sola condición de víctimas no aporta nada y resulta estéril”.
Por estos días, cuando la derecha se cierne otra vez con sus oscuras pretensiones “deberíamos volver a las formas de la política en la base, porque ya no está allí, es ajena y las personas piensan que no tienen nada que ver con ella”. En cambio, aquellos revolucionarios “vivían la política como un hecho cotidiano”, recuerda.
Inesperadamente actuales, los afiches del Vasco palpitan esa urgencia, invitan a conspirar y sugieren, quizá, que va siendo tiempo de ponernos subversivos.
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