Kevin, otro vendedor callejero
La capital de la provincia tiene muchos empleados que pueden considerarse privilegiados. Tal vez no por los salarios que perciben –que en algunos casos resultan escasos y no dan para lujos-, pero sí por la estabilidad que supone un trabajo fijo. Se sabe, Santa Rosa es una ciudad “administrativa” si se la puede catalogar de alguna forma. Es la sede del Gobierno provincial, con miles de empleados en Casa de Gobierno y otras dependencias oficiales; también está la municipalidad; y muchos más edificios públicos que albergan oficinas. Y obviamente existen cantidad de empleados judiciales, y los bancos tienen también mucho personal. Sí, no le cabe mal esa definición.
Por fuera de eso hay toda una masa de personas que nada tiene que ver con la administración pública. Laburantes de distintos oficios, que van desde los que se desempeñan en talleres o fábricas, albañiles, carpinteros, carniceros, empleados de comercios, etc.
Y en medio de todo eso trabajadores informales que se las rebuscan como pueden. En Santa Rosa, es común encontrar vendedores de pan en las calles, ofreciendo una variedad de productos horneados. Algunos suelen tener puestos fijos en ubicaciones estratégicas, mientras que otros por allí optan por desplazarse con carros o canastas para ofrecer sus productos en diferentes zonas de la ciudad.
Laburante.
Kevin Peralta (29) es uno de esos laburantes informales, de los que se las rebuscan para de alguna manera acercar un peso a la mesa familiar. Se levanta todos los días a las 5 de la mañana y se traslada desde el barrio Santa María de Las Pampas hasta la avenida Circunvalación en la intersección con Brasil… deben ser como 60 cuadras o más que hace siempre caminando.
Después de pasar por una panadería ubicada en la intersección de Chile y Juan XXIII, vuelve a andar algunas cuadras para poner una mesita en el cantero central de la Avenida de Circunvalación, a la altura de la calle Brasil. Coloca un mantel y encima exhibe la mercadería que ha retirado de la panadería que de esa manera lleva su producto a la calle. Una manera de vender un poco más, en esta época de vacas flacas.
Kevin se instala a las 7 de la mañana y se va poco después del mediodía. Parece gustarle que el fotógrafo le haga imágenes, y le pregunten por la tarea que lleva adelante. Y así cuenta que todos viven en una casita del Santa María de Las Pampas, que su mamá Graciela se gana unos pesos cuidando una abuela; y que la familia se completa con dos hermanos más: Diego que trabaja en el campo y Alexis que es albañil.
El muchacho es de pocas palabras -tiene un pequeño retraso madurativo no obstante lo cual se expresa con lucidez-, y tiene “ganas de salir en el diario”. Y entonces continúa narrando aspectos de su vida, que para nada ha sido fácil: “Antes vendía pan casero en la rotonda de Los Cañones; pero también hacía otras cosas… repartía folletos y revistas de los supermercados, o barría algunas veredas. Todo lo que fuera para ganar una moneda para pagar los servicios de la casa y comer”.
Vender en la calle.
“Un día vi que en esa panadería necesitaban un pibe para vender en la calle y me ofrecí. Vengo todos los días y ya me hice una clientela…”, completa.
Y lo cierto es que los autos se detienen a un costado de la Circunvalación, y hay otros vecinos que se acercan al puesto callejero donde se pueden comprar facturas, pan de grasa, tortas fritas, pastaflora, rosquitas, conos de dulce de leche, palmeritas y pepas. Son ricas y la gente me compra”, afirma. Más allá de la tarea que lleva adelante todos los días, Kevin tiene una vida simple… “No, casi no salgo… me gusta mirar televisión y ver los partidos de River”, dice en el final.
Cada vez son más.
Es uno de los tantos trabajadores informales que se pueden ver en distintos puntos de la ciudad. Cualquiera que preste un poquito de atención se dará cuenta que son muchos más de los que se cree, que andan por allí ofreciendo los más diversos productos. La necesidad lleva a que Kevin,aunque tenga que soportar el frío que cada día se hace más intenso, o deba hacer de ida y vuelta un largo camino hasta su casa, sea uno de los tantos vendedores callejeros… Él no tiene la posibilidad de un empleo formal con un salario fijo,y como tantos tiene que salir a rebuscárselas. Hay muchos que como Kevin no tienen alternativas y afrontan el momento como pueden… Así estamos.
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