Domingo 24 de agosto 2025

“Puedo decir que me considero un artista”

Redacción 24/08/2025 - 00.04.hs

Este lunes 25 de agosto se celebra de manera mundial el Día del Peluquero. Es en recordación del Rey Luis IX, reconocido porque designó a su peluquero como "hombre libre" elevando su jerarquía social.

 

MARIO VEGA

 

¿Quién puede llamarse artista? Podría decirse que lo es una persona que crea, que tiene alguna idea en su mente que, con su talento, puede plasmar de alguna manera... ya en una obra pictórica, en esculturas, en la música o la poesía. Ese sería un artista.

 

Es decir, alcanza esa estatura quien utiliza su inventiva y habilidad para lograr una obra de arte. Se entiende entonces que a través de un cuadro, un tallado, o una melodía, se pueden expresar ideas y contextos que consigan llegar a emocionar.

 

Me pregunto si un estilista (en mi tiempo le decían peluquero), que se ocupa de un buen corte de cabello –realizado con calidad y técnica-- alcanza esa condición. Para el común de la gente es probable que no, que se exija algo más que llevar adelante un oficio de la mejor manera. Pero también es seguro que no todos piensan igual.

 

Un creador.

 

Ahí está Mario Daniel Canitrot (66) --Daniel para todos--, que él sí se considera un creador. Pero no sólo porque usa sus manos con natural habilidad para acondicionar el cabello de las personas –esto es cortar, peinar, teñir, etc.--,sino porque además y desde hace tiempo dedica buenas horas del día a trabajar en su atelier. Allí se expresa dibujando y combinando colores sobre la tela para darle forma a sus ideas y sus emociones.

 

Su lugar en el mundo.

 

En su local de Gil 684, Daniel habla pausado, sin levantar la voz, y sin alardes va contando su linda historia. La que fue construyendo desde que salió de su Bahía Blanca natal, hasta radicarse –definitivamente-- en Santa Rosa donde lleva ya casi cinco décadas. Y sí, casi puede afirmarse que este es su lugar en el mundo, aunque haya andado por varios países conociendo otras costumbres y realidades. Porque supo vivir en Río de Janeiro, en Brasil; participar en Londres de un concurso internacional en el que no le fue nada mal, y también recorrer un poco más de Inglaterra, Holanda, Bélgica, Francia, España; y varios de Sudamérica como Uruguay, Chile, Paraguay, Bolivia y Perú, entre otros. Sí, puede decirse que es un hombre de mundo, pero ya en la etapa del sosiego. Esa en que se entiende que vale la pena la cotidianidad, las calma de las rutinas familiares, la sencillez de un mate o una cena compartida con amigos.

 

Imperio Romano en su patio.

 

“Es tal cual…”, admite cuando se lo digo. Y cuenta una historia que le gusta repetir a sus amigos: “Cuando nos juntamos en el patio de mi casa (Lope de Vega y Silva), les digo hasta ahí, donde tengo un fresno, llega el Imperio Romano”. Lo miro con cierta extrañeza y entonces explica. “Pasa que cuando estuve en Londres un día tomaba mate en una plaza y cuando fui a tirar la yerba detrás de un monumento, cercano a un muro, me dí cuenta que hasta ahí había llegado el poder de Roma (cuando Londres era para los invasores Londinium). Así que, aunque no se podía, agarré unas piedritas y me las traje... Las puse alrededor de ese fresno y allí están, así que digo que el Imperio Romano se extendió hasta La Pampa”, se ríe de su imaginación.

 

“No lo vas a poder creer pero ese lugar de mi casa tiene algo mágico… siento que algo especial pasa allí, y me gusta pasar horas en ese sitio que me da cierta paz”, reflexiona.

 

Su familia.

 

Hijo de Mario, por décadas trabajador de la refinería Isaura en Bahía Blanca; y de Elba que siempre se ocupó de las tareas de la casa y de acompañar el crecimiento de sus hijos, Daniel tiene dos hermanos: Marcos y Diego.

 

Hoy su familia está conformada por sus hijos Tania (hemoterapista en el Molas-Favaloro, y que además estudia Criminología); y Luciano, que de alguna manera sigue los pasos de su padre (tiene un local al lado). Pero la estrellita es Genaro (hijo de Tania) que con sus siete años se lleva la atención del resto. “Es que tener un nieto es lo más…”, define Daniel y se le ilumina la mirada.

 

Peluquería en Buenos Aires

 

Después de terminar la secundaria en su ciudad, anduvo un poco buscando trabajo y algunos meses se desempeñó como estibador en el puerto bahiense, hasta que un amigo le sugirió que podrían estudiar peluquería en Buenos Aires. Decidido partió a la gran urbe porteña, aunque la severa mirada paterna un poco pareció reprocharle la elección. “Eran otros tiempos. Pero al final todo fue de lo mejor, porque después de recibirme trabajé en diversos lugares en Buenos Aires, e incluso estuve un tiempito en ATC, donde me tocó atender a Silvio Soldán –‘le acomodaba el peluquín’, dice sin un atisbo de menoscabo--, y también “peinar a Beatriz Salomón, Adriana Aguirre, Canela…”.

 

Radicado en Santa Rosa.

 

Pero su espíritu inquieto lo llevó a mudarse a Río de Janeiro, donde hizo “un poco de todo… y también peluquería”, rememora.

 

Pasado un tiempo volvió a su ciudad natal, hasta que le llegó una invitación para probar suerte en Santa Rosa .”Yo había pasado por aquí pero sin prestar mucha atención. Si hasta llegué a pensar que la Avenida Luro (por donde transitó) era pleno centro, y no era así… Mi amigo Luis me dijo si quería venir a trabajar en la peluquería Lenom, que era de Norma Suhurt y probé. Me acuerdo que era el 2 de febrero de 1981”.

 

Se ríe al recordar que el “recibimiento” no fue demasiado acogedor. “Hubo una tormenta terrible de viento y lluvia y no andaba nadie en las calles. Medio dudé, pero después el tiempo mejoró y se puso lindo, así que anduve por el centro y me di cuenta que había mucho movimiento. Y me gustó”, agrega. Y tanto le gustó que no se fue más.

 

Una clientela fiel.

 

Aquí formó su familia con Olga Álvarez –fallecida--, con quien tuvo a sus hijos. Pasado el tiempo se puso en pareja con Laura, con la que comparte casi todas las horas del día, porque ella incluso le da una mano –sobre todo con los papeles-- en su local de peluquería.

 

Tuvo su salón un tiempo “en lo de Tita Parodi, en la calle Gil. Una galería donde había otros comercios, y además al fondo funcionaba la agencia de noticias Telam, en la época que estaba a cargo de Carlitos González”, evoca.

 

Después se instaló en Gil 684, donde empezó a atender de manera unisex. “No quiero mentir, pero creo que fui el primero en ese sentido… tengo clientes de toda la vida, como Noemí Ballester que fue la primera y todavía sigue viniendo. Casi puedo decir que es familia”, señala.

 

A pedido acepta hacer una cuenta a grosso modo de la cantidad de clientes que lleva atendido en más de cuatro décadas. “Entre trabajos de tinte, decoloración, permanentes y peinados creo que llevo unos 180 mil trabajos”, señala.

 

Lindas relaciones.

 

Le comento que las peluquerías tienen gran competencia desde hace un tiempito con las barberías –de hecho su hijo tiene una--, pero a Daniel eso no le incomoda. “Hay trabajo para todos, y creo que lo de las barberías resultó una buena salida laboral para muchos jóvenes después de la pandemia. Y está muy bien”, destaca.

 

Su modo de ser –en realidad parece ser una característica de quienes están en el oficio--, su bonhomía, buen trato y cordialidad, lo lleva a tener “una muy linda relación con todos los colegas, con quienes nos conocemos de años, y algunas veces hemos compartido jornadas, o desfiles que antes se hacían muy seguido… Recuerdo a Rudolf, un querido amigo que partió; pero también soy amigo de Oscar Ochoa, El Dandy… En realidad nos llevamos muy bien entre todos los que participamos de la Cámara de Peluqueros, donde somos unos 500”, manifiesta.

 

Si bien mañana es el Día Mundial del Peluquero, los coiffeur estarán juntándose el sábado 6 de septiembre para celebrarlo. “Va a ser en nuestra sede de Avenida Belgrano 773”, precisa.

 

Los “hobbies” de Daniel.

 

Cuenta que “cuando era más joven” le gustaba a salir a cazar con algunos amigos. “Pero eso pasó, y ya no lo haría. ¿Si me arrepiento? No digo eso, pero la verdad es que no sé si tiene mucho sentido salir a dispararle a un animal… aunque lo hice en su momento”, reconoce.

 

Pero además, y esto no muchos lo saben, aunque pueden advertirlo al entrar a su salón –en cuyas paredes lucen fotos y pinturas con los más diversos motivos--, Daniel tiene otro costado artístico. Y lo de “otro” es porque él considera que también la peluquería es un arte.

 

Daniel, el pintor.

 

“En un tiempo venía bastante bajoneado por la enfermedad de Olga, y cuando falleció una amiga, Griselda Carasay, me propuso tomar clases de pintura en un taller que se hacía en la Universidad. Y no me arrepiento para nada, porque no sólo sirvió para evadirme de lo que era una dura realidad, sino que se convirtió en una pasión… Hoy tengo más de 300 obras de lo que se llama arte figurativo”, dice y muestra algunas de sus logradas pinturas.

 

“Pinto de todo… Paisajes, retratos, situaciones…”, relata. ¿Situaciones,qué serían?, pregunto: “Mostrar estados emocionales, que se pueden reflejar en el rostro de una persona, en sus rasgos, en la mirada, en la vestimenta, en el contexto en el que está… Sí, situaciones”, reafirma.

 

Un artista.

 

Obviamente con el transcurso de las épocas las peluquerías, salones de belleza y barberías, evolucionaron y mucho. Sobre todo si se tiene en cuenta que antiguamente el servicio ofrecido era para los hombres de corte y afeitado con navaja. Luego llegó –ya con la mujer como clienta habitual-- el secado de cabello, la manicuría y la pedicuría, con atención en salones unisex que rinden culto a la elegancia y el cuidado personal.

 

Hoy en día es una oficio muy bien considerado. “Es maravilloso, lleno de satisfacciones y nos da la posibilidad de socializar”, dice Daniel Canitrot.

 

El destacado peluquero sostiene que “todos necesitan de nuestros servicios, y con el tiempo muchos clientes se convierten en amigos. Pasa que con el trato de tantos años somos receptores de alegrías y de momentos de tristezas de nuestros clientes. Y es lindo saber que confían en nosotros”, completa.

 

“¿Si me considero un artista? ¡Cómo que no! Un artista de la tijera y los pinceles… ¿Qué te parece?”

 

Y sí, me parece que sí Daniel. Claro que sí.

 

Un poco de historia de los peluqueros.

 

Mañana lunes se celebra el Día Mundial del Peluquero. Una suerte de reconocimiento al rey Luis IX de Francia --también conocido como Ludovico IX--, cuyo nacimiento fue precisamente el 25 de agosto de 1270.

 

¿Y por qué en el día de Ludovico? Dicen los que dicen saber que el noble francés tuvo un gesto que llevó a considerar al peluquero como hombre libre y de ese modo elevó su clase social. Hasta allí había sido considerado el oficio de un plebeyo, y trabajar en ese oficio no tenía el mismo reconocimiento que otros.

 

Su estatus era de estatus plebeyo y solo se ejercía para la nobleza. En esa época, de manera especial en Francia, se utilizaban pelucas y no cabello natural. Con aquella decisión de Ludovico se le otorgó un nuevo prestigio al oficio que, hasta el momento, solo se ocupaba de cuidar el pelo falso de los más prestigiosos burgueses.

 

Primeros salones.

 

Dicen los que dicen saber que fue en Grecia donde surgieron los primeros salones de belleza de los que se tiene conocimiento, donde se peinaban las clases nobles.

 

En tanto en el Antiguo Egipto era un elemento diferenciador entre clases. El cabello distinguía entre quienes eran esclavos, sacerdotes y miembros de las clases altas. A los esclavos se les rapaba la cabeza, mientras que los caballeros se mostraban con un peinado bien cuidado.

 

Dice la historia que los grandes peluqueros eran los asirios, y damas y hombres lucían cabelleras en forma de pirámide, o que caían por la espalda en bucles y rizos deslumbrantes. Además los hombres afeitaban su barba que se recortaba de forma simétrica comenzando en las mandíbulas y descendiendo hasta el pecho.

 

Como la barba era indicativa de la situación social, era importante cómo se lucía. Al punto era importante que incluso las mujeres se colocaban barbas postizas de cabello natural en algunos actos importantes.

 

Una vida en tres imágenes.

 

Con sus padres.

 

Una foto que Daniel quiere mucho. Es en una muestra pictórica en su ciudad natal, y aparece junto a su padre Mario (fallecido) y su mamá Elba.

 

Con su compañera.

 

En plena tarea con una modelo de lujo, Laura su compañera. Daniel Canitrot lleva casi 45 años en Santa Rosa y dice que este es su lugar en el mundo.

 

Con sus pinturas.

 

La pintura y el oficio de peluquero. Daniel se considera un artista de la tijera, y también de los pinceles. Tiene más de 300 pinturas de su autoría.

 

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