¿Será el "picódromo" una solución apta?
Otro joven motociclista encontró la muerte corriendo picadas en las calles de Santa Rosa. En el colmo de la imprudencia, además de la muy alta velocidad con que se desplazaba en su moto, no llevaba el casco reglamentario. Esa desprotección de su cabeza le costó la vida al recibir el fuerte impacto de la caída posterior al choque con una camioneta.
Mientras los operativos de tránsito siguen detectando gran cantidad de infracciones, especialmente entre los conductores de motocicletas, comenzó a hablarse de habilitar un "picódromo" en cercanías de la ciudad. El proyecto despierta impresiones contradictorias. Por una parte, están los que piensan que un espacio habilitado para las picadas concentrará en el lugar esa peligrosa actividad y evitará que se realicen en las calles y avenidas del casco urbano. A la vez, que actuará como "desahogo" o "liberación" de las pasiones por el vértigo que hoy se canalizan inconscientemente por las calles con riesgo para los fanáticos de esas prácticas pero también para terceros. Los más cínicos no ahorran expresiones tales como: "que se maten, si ellos quieren, en un lugar aislado y apto para la velocidad, y de paso que no perjudiquen a otras personas que no participan de sus locuras". Este pensamiento es compartido por no pocos vecinos de la ciudad, hartos de las noticias fatales como la del sábado y preocupados por la amenaza que las picadas implican para los que son ajenos a ellas.
Es arriesgado intentar un pronóstico sobre los resultados que podrá arrojar la habilitación de un "picódromo". Las dudas persisten en cuanto a si, en efecto, concentrará toda la actividad en ese lugar o, estimulados por el ejemplo, continuarán las carreras en las calles urbanas. Hay dos aspectos que ayudan a pensar así. Uno de ellos es el costo que tendrán las picadas. La mayoría de los vecinos que se expresa a través de llamados a las radios opina -y con buena dosis de razonabilidad- que el municipio, o sea el Estado, no debe financiar esta actividad. Es decir, que el costo de habilitar un predio, mantenerlo y llevar al lugar los servicios requeridos, como ambulancia y guardias médicas, iluminación, sanitarios, etc., debería ser afrontado por los que practican la actividad. Entienden que ese peligroso hábito no debería ser pagado por los contribuyentes que no intervienen o, incluso, se oponen a él. Por lo tanto los motociclistas deberán abonar para "competir". Las preguntan surgen por su propio peso: ¿tendrán todos los que deseen intervenir la posibilidad de pagar el derecho a usar el picódromo?; todavía más: ¿querrán todos allanarse al nuevo sistema que implicará un "gasto"? El "ambiente deportivo" que se generará en la pista, ¿no "contagiará" a los que no participan, por las razones expuestas, y fomentará en lugar de reprimir las riesgosas picadas urbanas?
Por lo demás, las picadas, como toda actividad "deportiva" más o menos organizada, estarán previstas para determinadas fechas. ¿Hay tanta conciencia y sensatez en el alocado y transgresor mundo motoquero como para atenerse y respetar las reglas que impone toda práctica reglamentada? ¿Será sofocado el ímpetu transgresor por las picadas organizadas o, por el contrario, lo estimulará peligrosamente entre los que no se sumen a ellas por razones económicas o de no adaptación a la paciente espera que implica una fecha pautada?
Nadie puede predecir con certeza si el picódromo erradicará definitivamente las mortales picadas callejeras. El propósito de estas líneas es plantear algunas inquietudes como para no hacerse desmedidas ilusiones en tal dispositivo. La apuesta central debería ser otra: la ardua tarea de educar y controlar con severidad el tránsito si queremos, en serio, que Santa Rosa tenga calles más seguras.
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