Sabado 12 de julio 2025

Quién se acuerda del mundial de Sudáfrica

Redacción 18/07/2010 - 06.49.hs

Los mundiales de fútbol pasan como pasan los años, los meses, los días y cada una de las divisiones que para nuestro uso hemos dibujado sobre el tiempo. "Sobre" el tiempo, digo, porque el discurrir del mundo no se inmuta poco ni mucho por nuestras ocupaciones y preocupaciones, de modo que las divisiones son dibujos que trazamos en un telón con el que ocultamos ese impertérrito discurrir del acontecer, que nos traslada sin dar ni pedir explicaciones.
La introducción que se acaba de leer se hace cargo del hecho de haber observado que en este mundial se han podido conocer notas, comentarios y hasta ensayos que firman tanto celebridades de la intelectualidad como esos hombres llamados filósofos que tenían fama de vivir como en otro plano, apartados del mundanal ruido.
Los que han estado atentos, habrán encontrado en diarios y otros medios de difusión las manifestaciones de este fenómeno que parecen significar que el juego denominado fútbol es mucho más que un entretenimiento.¿Qué es, entonces? No tengo la respuesta, pero no me faltan conjeturas. Una: que el juego entre equipos es uno de los espejos en los que podemos mirarnos para tratar de entendernos. Los espejos, contra lo que a veces dijo Borges (cuya insistencia en hablar del tema revela que buscaba otras respuestas) no son una duplicación innecesaria de la realidad. Si uno considera su relación personal con los espejos a lo largo de su vida, advierte que no se trataba solamente de ver lo lindos o lo feos que somos o de buscar la cara que nos conviene poner según las intenciones. El espejo se ajeniza y nos permite vernos como nos ven los otros. El espejo no gusta de complicidades ni hace concesiones a nuestra vanidad o nuestra necesidad.

 

Espejos en serie
La fotografía y el retrato congelan una apariencia y la separan de quien la poseía en el momento de posar. Los espejos no retienen imágenes, porque acatan el incesante discurrir del tiempo y de las mudanzas que impone. La memoria de los contemporáneos puede retener la imagen de cada uno de los mundiales, pero la memoria no es una cámara fotográfica. Lo que ofrece cambia con el sujeto y se modifica con cada una de sus experiencias. Luego, hay tantas imágenes de cada mundial como sujetos memoriosos en cada uno de sus momentos. Solamente Funes el Memorioso (otra vez Borges) puede repetir los momentos percibidos tal como los percibió en su momento. Pero Funes es un monstruo o un enfermo.
Si la conjetura enunciada acierta en alguna medida podría agregar que el espejo de este mundial ha mostrado, para mí, un cambio llamativo y diría valioso. No me refiero a la calidad del juego, que no estoy en condiciones de medir, sino al comportamiento de las comunidades nacionales. El primer aviso lo encontré cuando, al regreso de la delegación argentina, luego de una dolorosa derrota en cuartos de final, una multitud se congregó para recibirla con cordialidad y reconocimiento. Nada de retraerse en una indiferencia aparente como sucede muchas veces cuando se frustra una expectativa o un deseo vehemente. Nada de buscar culpables o al culpable. ¿Significaba esto el final del exitismo? Terminado el certamen, pudimos ver la explicable fiesta de los españoles, pero también la de los holandeses y de los uruguayos. Incluso en el caso de dos de los favoritos, Brasil y Alemania, si bien no hubo manifestaciones multitudinarias de apoyo, tampoco hubo actitudes agresivas.

 

Sujeto colectivo
Pongo mi atención en el comportamiento del sujeto colectivo, esto es, las comunidades nacionales y casi se puede hablar de la humanidad, pues son pocos los grupos nacionales o culturales que dejan de estar atentos a estos certámenes mayores del fútbol. Me parece claro que el rey y el presidente de España sintieron que el triunfo de su selección llegaba en un momento clave, no sólo por la crisis económica sino porque acababa de asistirse a una movilización de catalanes que pretenden mayor autonomía y van encaminándose a la independencia, tendencia que la autoridad judicial suprema ha tratado de frenar justamente en estos días. Los festejos permitieron ver que hay una España por debajo de las antiguas diferencias que se han originado en las circunstancias del poblamiento de la península y otras características propias de cada región. Los siglos han construido una unidad profunda.
Cuando se estudia la historia de Grecia, extraña ver la importancia que los pueblos de la Hélade atribuían a los juegos, a las olimpíadas. Ahora vemos que los juegos deportivos expresan y quizás consolidan a las comunidades en camino hacia una integración mayor. Al cabo, somos el homo ludens, el animal que juega.
JOTAVE

 


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