Domingo 27 de julio 2025

La pluralidad como una clave de la democracia

Redacción 31/10/2013 - 04.23.hs

Señor Director:
La sentencia de la Suprema Corte de Justicia con respecto a la constitucionalidad de cuatro artículos de la ley de medios ha sido bienvenida con un regocijo que tiene su explicación en la singular demora que ha estado impidiendo su vigencia plena durante nada menos que cuatro años.
El relato de estos años ocupará un largo capítulo de la historia de los medios que recogen o expresan opiniones. Durante esta larga espera he pensado que una palabra comenzaba a revelar su sentido. Me refiero a la voz plural en la diversidad de sus desarrollos y aplicaciones. Plural remite a lo múltiple, a lo que presenta o tiene más de un aspecto y que, por eso, reclama que se tenga la posibilidad de verlo en esa manera múltiple de manifestarse a fin de que la idea o noción que alcancemos a formar se corresponda con el todo implicado. En algunas formas protocolares todavía subsiste la expresión "nosotros" referida a un individuo singular. Decir nosotros en vez de yo era originariamente propio del monarca absolutista, o sea la persona singular que asumía la voz de toda una comunidad y de hecho la reemplazaba. A este uso se le llama "plural mayestático". La voz pluralismo, que aparece frecuentemente asociada a democracia, supone el reconocimiento de que toda sociedad gesta un número plural de opiniones individuales o condensadas en doctrinas o programas.
En el caso de los medios de difusión (la ley se refiere a los audiovisuales) la negación del pluralismo toma la forma de monopolio u oligopolio. Estas palabras vienen desde la economía y el comercio: hay monopolio cuando una empresa se apodera de toda la oferta de un sector comercial o industrial, y oligopolio cuando un corto número de empresas es el que se adueña de una parte sustancial del sector. Oligo equivale a poco, insuficiente. De ahí oligarquía: gobierno o predominio económico de unos pocos. Era malo que el poder se concentrase en un único individuo, y lo sigue siendo cuando lo usufructúan unos pocos. En la Argentina, para los medios audiovisuales no se daba un monopolio sino un oligopolio. Una empresa había avanzado hasta ocupar una franja excesiva del espectro televisivo. La historia de cómo llegó a tanto tiene relatos contradictorios que aquí no desarrollaré. Su predominio era expansivo por el poder económico acumulado. La ley de medios se propuso romper ese oligopolio y posibilitar el surgimiento de una pluralidad de canales a fin de que la vox populi pueda expresarse en su diversidad real. La elección del reciente 27, como sucede habitualmente con las de medio tiempo (el tiempo del mandato ejecutivo), permitió que se advirtiese la existencia de una notable pluralidad de propuestas, cada una de las cuales trataba de ser la voz de una parcialidad de personas. Las PASO previas fueron, más marcadamente, revelación de la pluralidad real. Dado que el funcionamiento del sistema demanda definir una mayoría, en la segunda convocatoria solamente pudieron participar las que agruparon mayor número de singularidades. La mayoría de cada elección no supone negar la existencia de una pluralidad. Para eso se han ideado las PASO: para visibilizar a la pluralidad real. Y para que la mayoría circunstancial lo tenga en claro.
La democracia es un sistema de gobierno que parte del conocimiento de lo plural y busca la forma de hacer posible gobernar sin desconocer la naturaleza plural de las opiniones. Por encima de estos conceptos (encimados pero sin usurpación ni negación) están los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Libertad para expresarse y para generar un camino hacia la igualdad y la fraternidad, palabras éstas que expresan conceptos que son previos, pero que no han gozado de reconocimiento y posibilidad de manifestarse. A su vez, la libertad de expresarse, necesita, antes, beber en la pluralidad de las fuentes. Y éste es el cometido de la ley de medios.
Atentamente:
JOTAVE

 


'
'