Si hay una cultura que sea de verdad "barata"
Señor Director:
En nuestra Caldenia del domingo 25 de Mayo pasado se pudo leer un anticipo del libro titulado Cultura mainstream, del francés Frederic Martel.
El libro recoge lo que un crítico argentino parece entender que es la sustancia del libro, el cual instala a Martel en la línea de los autores franceses muy exitosos del último medio siglo. Estos autores se han destacado por la originalidad de su enfoque básico acerca de las líneas culturales que van acompañando al proceso de globalización. Este proceso, en lo cultural, traduce el predominio de influencias que ahora nacen principalmente en los Estados Unidos, sobre todo luego de la explosión digital. Este trabajo de Martel ha sido traducido a más de veinte lenguas y obtiene mucho éxito de ventas. La cultura francesa lucha así por permanecer. La generación de Martel resiste menos el uso de palabras de la lengua inglesa: Mainstream da cuenta de corrientes importantes o dominantes. Tampoco deja de adoptar "entertainment", probablemente no tanto por estar "colonizado" él mismo, sino porque viene surgiendo una lengua internacional que en este momento acepta vocablos ingleses, como antes tomaba los de Francia o de Alemania en campos más circunscriptos. La pluralidad de lenguas refleja la dispersión de nuestra especie cuando comenzó a instalarse en todo el planeta y, de modo equivalente, ahora la creciente interpenetración de las lenguas de los países más desarrollados revela el avance de la reintegración paulatina, no tanto por el significativo aumento de la población como por el poder expansivo de las nuevas técnicas de comunicación. Ahora todos somos "vecinos".
La "corriente principal" de las culturas predominantes en nuestros días es la que toma el nombre de entretenimiento y que desde hace años tiene su fuente principal en Estados Unidos. De su poder de penetración hay muestras frecuentes. Entre ellas, la de hace algunas semanas, en Buenos Aires, cuando la Disney presentó su festival dedicado a Violetta, encarnada aquí por una argentina y convocó a centenares de miles de personas en Palermo, al aire libre. Y que vende la multiplicidad de sus ofertas como pan caliente, sin que se vea que los padres opongan alguna resistencia. Esto es lo que observa Martel: el entretenimiento reditúa ganancias increíbles (por tener origen planetario) que van a los Estados Unidos y fortalecen a sus inversores. Martel cita a otro autor (Joseph Nye), cuando éste dice que ahora su país (EEUU) utiliza su "poder blando" (su cultura) y no su poder militar (poder duro) "para mejorar su imagen y marcar agenda internacional". Los centros culturales de Europa no declinan en su empeño por exportar o penetrar con su poder blando, y lo propio hacen las naciones emergentes, en particular China e India, Japón y más cerca nuestro, Brasil. Es lo que han hecho todas las metrópolis que se han sucedido a lo largo de la historia, sólo que ahora se cuenta con el poder comunicacional, que es incomparable. Por lo demás, las poblaciones de cada enclave humano y de las naciones modernas, siempre se han mostrado ansiosas por beber de esa fuente, porque sienten que es la manera de no quedar regazadas. Y si los gobiernos se oponen, se ve que el pueblo incrementa su apetito por lo que siente como nuevo. Y como proveedor de poder. Martel hace notar que en nuestros días es Estados Unidos el que exporta el 60 por ciento de todo el entretenimiento en oferta, luego siguen Europa con un tercio y más atrás China, Japón, Corea del Sur, y ya distanciada, Australia. También producen Brasil, India, Egipto, Sudáfrica y países del golfo, que son poco exportadores. Es notorio que la Argentina hace esfuerzos y realiza algunos progresos con cine y otros productos culturales. En el fondo del cuadro, a mi entender, se dibuja la lucha agónica de las culturas particulares por permanecer y tener presencia en el producto final.
Atentamente:
JOTAVE
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