Martes 16 de abril 2024

La confusión de siempre

Redacción 20/03/2015 - 03.40.hs

Partido, gobierno, Estado. Esta suerte de trinidad nada santa es la que siempre desveló al peronismo y lo empujó hacia el desborde de las formas en la construcción de su hegemonía política.
La confusión de estas instancias no es ingenua. Es, por el contrario, un mecanismo de acumulación de poder que se autojustifica en pos del objetivo primordial: sumar espacios y personas mediante el ejercicio de una práctica que tiene su base de apoyo en la verticalidad y la lealtad.
No es nada nuevo, viene sucediendo desde hace más de medio siglo, con mayor o menor énfasis, con mayor o menor suerte, pero, en la suma final arrojando resultados positivos para quienes logran instalarse en la cúspide del poder.
En La Pampa, una provincia "chica" y de pocos habitantes, este sello en el manejo de la cosa pública resalta mucho más -o no se puede disimular tan bien- en relación con lo que sucede en jurisdicciones más grandes y, por lo tanto, más despersonalizadas. En este "pago chico" es cierto aquello de que "nos conocemos todos", por lo tanto los protagonistas políticos suelen quedar más visibilizados en sus jugadas. La dura pelea intestina que sacude al Partido Justicialista pampeano en los últimos tiempos permite que queden expuestas estas "confusiones de rol" entre el partido, el gobierno y el Estado, en mayor medida que en tiempos de calma interior o de liderazgos indiscutidos.
Con un intervalo de apenas horas hubo no uno sino tres episodios que sobresalieron en el campo de batalla que es hoy el PJ: la despedida de una funcionaria en la municipalidad santarroseña por manifestar su simpatía con un candidato que no está alineado con el intendente; la degradación de quien era hasta ahora el vocero habitual de la Anses en la provincia; y la denuncia de que los fondos que está enviando el Centro Cívico a las comunas se direccionan según la orientación de los intendentes en plena campaña proselitista para definir las candidaturas del PJ.
Como se dijo: nada nuevo ni que asombre demasiado a esta altura, pero no dejan de ser hechos que revelan esa forma de ejercer el poder en colisión con lo que se aguarda en un sistema democrático, con división de poderes, de competencias y de respeto a la pluralidad de pensamiento.
Así y todo, resulta una ironía que muchas de las quejas que se levantaron ante estos actos y que podrían catalogarse como "discriminatorios" -a pesar de que forman parte del ya viejo repertorio de prácticas en el peronismo- provienen de quienes supieron obrar como victimarios. Los que hoy protestan y se dicen "perjudicados" por la "arbitrariedad" de las medidas que sufren en carne propia, son los que ayer perpetraban las mismas acciones contra sus adversarios -internos y externos- cuando detentaban el poder desde lo más alto del gobierno haciendo su contribución a la confusión entre éste, el Estado y el partido.
Quizás sea la instalación en altos cargos de la administración pública de amigos, familiares y leales la cara más visible de estas distorsiones, pero está visto que no es la única, como se puede apreciar en estos días. El mejor antídoto no es otro que la alternancia en el poder, opción que los pampeanos no han podido ver en tres décadas, salvo a nivel municipal.

 


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