Lucy (la del campo), en el cielo con Cristina
I - La llegada de la presidenta de la Nación a La Pampa con buena parte de su gabinete y la fórmula presidencial inclinó en la semana el tablero político del oficialismo lugareño recalentado por una interna en la que los contendientes se juegan, más que su futuro personal, el de la provincia. Fue, para los registros, un hecho histórico para La Pampa. No solo porque ese día vino la máxima autoridad política de la Nación, sino porque también coincidieron aquí los dos candidatos a presidente que, se descuenta, captarán la mayoría de los votos en la elección del próximo 19 de octubre.
II - En cuánto inclinó el tablero Cristina Fernández no es algo que pueda medirse con exactitud (y, si es que alguien lo midió, esa cifra es celosamente guardada). En las últimas semanas, antes de la visita presidencial, las encuestas que se dejaron trascender señalaban que el gobierno provincial iba en desventaja. Por eso tal vez el discurso presidencial no dejó dudas que la visita no fue solo para inaugurar obras y anunciar otras, sino, y principalmente, para apuntalar al gobernador Oscar Mario Jorge en su intento de derrotar a la vieja estructura justicialista y alinearla con el kirchnerismo y su aparato electoral, el Frente para la Victoria.
III - En los días posteriores a la visita, y desde los aparatos electorales de los contendientes, ambos aseguran que van en ventaja. Pero está claro que uno de los dos no dice la verdad o está equivocado. (A menos que estén empatados y ese empate en las encuestas, como en Santa Fe, los obligue a darse por ganadores). Preocupados en medir el humor popular y sus intenciones en el universo micro o con muestras imperfectas, (con una confianza desmedida en que las sociedades humanas se comportan como fractales que reproducen en pequeño lo que sucede en el mundo macro), tanto uno como otro, parecen soslayar un aspecto no desdeñable del comportamiento del electorado justicialista. Olvidan que forman parte de un movimiento que, en no pocas ocasiones, ha dado muestras de inclinarse electoralmente con independencia del rumbo que pretenden marcarles sus dirigentes. (Esta autonomía del electorado justicialista ha sido mentada en estos días por uno de los que, en su momento, sufrió en carne propia una durísima derrota electoral en la elección que ungió a Menem en contra de lo que pregonaba la mayoría de la dirigencia peronista de entonces, decididamente cafieristas). Lo que falta saber es cómo aplica esa lección histórica hoy con un gobierno provincial con apoyo nacional que alienta un voto y el supuesto dueño de los votos justicialistas pampeanos alentando otro. A cuál de los dos le dará su "escarmiento" el pueblo justicialista pampeano y los independientes que se sientan llamados a participar de esa puja, es una incógnita que se despejará definitivamente al caer la noche del 5 de julio.
IV - Pero hubo otras lecturas de la llegada presidencial que tal vez pasaron a segundo plano por la preeminencia que en el debate político de la hora representa la puja entre el gobernador Jorge y los ex gobernadores Verna-Marín. El acto tuvo una cuidada simbología que destacó lo que se venía a resaltar y ocultó lo que se quiere dejar en el pasado. Del pasado pampeano la presidenta dedicó un momento emotivo y de justa reivindicación a recibir de manos de Lucy de Cornelis, la bandera con que las Mujeres Agropecuarias en Lucha, salieron a defender a los productores agropecuarios cuando la usura bancaria remataba sus campos.
V - En aquéllos años, han olvidado muchos hoy por estos lares, perdió su campo nada menos que el presidente de la Agrícola Ganadera de La Pampa, ante la impavidez de los que hoy, desmemoriados de aquéllos dramáticos trances que atravesaba el campo argentino, hacen declaraciones golpistas contra un gobierno que los sacó del infierno, les dió un valor sideral a sus propiedades antes devaluadas y los catapultó como la nueva burguesía económicamente próspera. No pocos de los que miraban la escena, en el acto y por televisión, debieron bajar sus ojos en señal de contrición pues estaban, en aquellos funestos años de cobardía, complicidad o comodidad política, en la vereda de enfrente de Lucy y su puñado de aguerridas mujeres que, emulando a las Madres de Plaza de Mayo, salieron a luchar cuando sus esposos desfallecieron aplastados por una economía que, con ellos, aplastaba a todo un país mientras premiaba la especulación financiera. (LVS)
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