Lunes 02 de junio 2025

Disparos de intimidad

Redacción 23/10/2011 - 04.34.hs
De "pibe chorro" a poeta y estudiante de filosofía, la vida de Camilo Blajaquis (César González) está cargada de futuro. Con tan sólo 16 años estuvo preso por secuestro extorsivo. Hoy, con 22 años, es poeta y se encuentra a punto de publicar su segundo libro.

"Del otro lado de la reja está la realidad,/ de este lado de la reja también está la realidad;/ la única irreal es la reja" (Francisco Urondo, "La verdad es la única realidad").
Pibe de barrio y fanático de Racing, la historia de Camilo Blajaquis -su verdadero nombre es César González- cuenta que en 2005 cayó preso por secuestro extorsivo a un empresario. A partir de ese momento, pasó por cuatro correccionales y dos penales hasta quedar libre cinco años más tarde: "Soy un pibe de la villa que estuvo preso. Secuestramos a un brasilero y nos salió todo mal. Era un pibe chorro más".
Mientras estaba en la cárcel, muchos libros pasaron por sus manos. Leer era un pasatiempo distinto y difícil: "Leía sólo si la celda era individual, si la celda era colectiva no leía un carajo. Estás en la selva, es como si en medio de la manada te pongas a leer, tenés que sobrevivir, tenés que aguantar". En la literatura, Camilo encontró la llave de la libertad. No fue un libro en particular lo que lo deslumbró sino la posibilidad de una herramienta diferente: "la literatura se apareció en mi ruta haciendo dedo... y decidí llevarla".

 

Críticas.
Con cierta irreverencia, Camilo critica al periodismo que "tiene la costumbre de hacer el relato épico y uniforme. Tienen la costumbre de decir que te salvó un libro, un autor y no, fueron una multiplicidad de cosas. Después ponen lo que ellos quieren, pero bueno...". Las críticas de Camilo apuntan contra la versión extendida que relatan la influencia de Rodolfo Walsh en su vida. Sobre el autor de "Operación Masacre" dirá que lo más importante es que le sirvió para entender el sentido de su escritura: "Escribir no tiene que ser algo para mi egocentrismo sino algo por el otro".
Mientras cumplía su pena, César González se convirtió en Camilo Blajaquis: "El nombre salió por salir, porque César González no me gustaba, me parecía el nombre más anti poético que podía existir". Las razones de su nombre no responden sólo a una elección artística sino también a una reivindicación de la figura de Camilo Cienfuegos, el revolucionario cubano y compañero del "Che", y de Domingo Blajaquis, militante cuyo asesinato es relatado en "¿Quién mató a Rosendo?" de Walsh.

 

El encierro.
Al interior de la cárcel, sus primeros pasos en la lectura y la escritura se convirtieron en un camino sinuoso: "Yo lo cuento y es triste. Me recuerdo lo que yo pasaba en ese momento y es un bajón porque también lo están pasando muchos pibes hoy en día, esa opresión psicológica, no sólo física, que se hace sobre el preso. No sólo por parte de los guardiacárceles sino por todo el aparato institucional. Todo un sistema ya diseñado para que vos te resignes a que tu vida sea eso".
Sin embargo, Camilo advierte sobre los guardiacárceles: 'Ojo, no son el enemigo. ¿O te crees que el guardia cárcel es de clase media? Es un pobre vago que le dan un uniforme y lamentablemente se cree demasiado el papel que le dan. La cárcel, el sistema carcelario, es el enemigo que sólo encierra y persigue a una clase social'". Camilo también pone el ojo sobre los otros actores del sistema carcelario: "En los institutos de menores a mí me tocó conocer a ciertos pibes que eran de izquierda y que habían entrado a trabajar y que me decían que no podía escribir, que era un cachivache, que todo lo que escribía y pensaba era una maniobra mía para salir más rápido en libertad, que cuando salga iba a seguir siendo el mismo. Con argumentos y criterio les decía: ustedes se la dan de revolucionarios y son más fríos que los guardias. Prefiero a los guardias porque por lo menos saben que son guardias".

 

Jóvenes y militancia.
Camilo advierte que cada vez más "los jóvenes somos el blanco fácil de las acusaciones y también se nos pone mucha responsabilidad". A lo que agrega: "El pibe chorro es igual al resto de la humanidad. Quiere pertenecer, quiere consumir, lo hace de otra manera pero no por esto no lo van a dejar comprar. Si vas a una casa de electrodomésticos, por más que la plata esté manchada de sangre, te van a vender igual. Ahí dejó de importar la inseguridad, nadie pregunta".
Las palabras de Camilo son certeras e incomodan. Ni siquiera las marcas del encierro o el recuerdo de los seis balazos que recibió dolieron tanto cómo el maltrato psicológico en la cárcel: "no es que se tiene que rescatar al pibe chorro, sino que no tiene que existir. El problema del pseudo progresismo es que todo lo idealiza y no es así porque la realidad es múltiple. La verdadera militancia se ve en los detalles micro del día a día. Cuando vos estás con el pibe que está en la calle, ¿cómo lo tratas? ¿Lo miraste? ¿Qué hiciste?".

 

La vida en libertad.
Hoy Camilo volvió a su barrio, el Carlos Gardel, además trabaja en la Secretaría de Cultura en la localidad de Morón dictando talleres literarios en diferentes barrios. En 2010, publicó su primer libro de poemas "La venganza del cordero atado" con prólogo de Luis Mattini. Con nombre de referencia inevitable al disco de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, el título advierte la venganza que llama a la rebelión del cordero, las víctimas de la injusticia social, contra el lobo, el sistema que lo ata y lo oprime. La mística ricotera se completa con el arte de tapa a cargo de Rocambole.
En el prólogo del libro, Mattini destaca que Camilo "es crítico por naturaleza, porque ya sabe que es el Poder, que excede al gobierno y el aparato político; ha comprendido que el Poder es una relación social que se genera en las relaciones humanas, y se reproduce en todo ámbito social". Mattini no sólo destaca el potencial talento de este joven artista que aprendió a jugar con las palabras sino también una lucidez política que consigue traducir en sus versos.

 

María por publicar.
A punto de publicar su segundo libro, Camilo sigue trabajando con la edición de "¿Todo piola?", una revista que comenzó a publicar cuando estaba preso y que el mismo define como "un espacio colectivo, autogestionado e independiente. Somos 20 pibes de barrio más algún otro que está preso que envía un texto y se lo publicamos".
Publicar los textos de quiénes están presos no siempre es fácil y muchas veces, termina realizándose de manera clandestina. Camilo no disocia estas dificultades de las representaciones que operan en el imaginario social sobre los "pibes chorros": "Es muy loco, ¿no? Porque la sociedad siempre reclama que el que salga de estar en cana se rescate, se recupere, se reinserte. Que te recuperes como si fuera una enfermedad ser pibe chorro cuando es una consecuencia social. Estuviste excluido y te piden que te reinsertes donde nunca estuviste insertado. De eso se trata Todo Piola, nuestro lema lo dice: cultura marginal y antimoralista".
"Del encierro una flor... de las rejas una esperanza", en el umbral de su juventud y con toda una vida por delante, Camilo encontró en la palabra escrita la fuerza para expresar su dolor pero también la vida en la muerte luego de una adolescencia maltratada, como disparos íntimos sus palabras son certeras y llegan directo al corazón sin previo aviso.

 

Martín Ghisio
PERIODISTA

 

 
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