Viernes 19 de abril 2024

La pampeana que trabajó entre Bill Gates y Novak Djokovic

Redacción 06/02/2023 - 10.55.hs

Sus modestos antecedentes en el tenis marcaban dos años de práctica en el club Médanos Verdes cuando era una preadolescente y algún que otro partido por la tele. No mucho más. Pero la oportunidad se presentó y no la dejó pasar. Completó un proceso bastante "engorroso" con ocho preguntas y tras contestar sin problemas recibió el llamado: estaba contratada para trabajar como moza en un restaurante súper exclusivo dentro del predio donde se disputó hasta hace una semana el Australian Open, uno de los cuatro torneos más importantes del tenis mundial y uno de los eventos más convocantes del deporte en general de todo el planeta.

 

"Fue una experiencia inolvidable, que sin dudas repetiría el año que viene si es que llego a estar acá todavía. Fue alucinante estar ahí las dos semanas del torneo más allá de que tres días después de terminado cada mañana que me levanto me duelen las plantas de los pies de una manera muy intensa...", se ríe Guada. Es que en diez de los 14 días del torneo trabajó 11 horas seguidas y en las otras cuatro jornadas seis horas por lo tanto, más allá "de la increíble experiencia", el cuerpo igual le pasó su factura.

 

Guadalupe Morán Valenzuela es una santarroseña de 27 años que desde abril del año pasado reside en Australia, un país que está a 42 horas de vuelo de la Argentina y con el que hay una diferencia horaria de 14 horas. Un lugar que en sus imágenes típicas y más conocidas ofrece postales paradisíacas, con playas increíbles, canguros que circulan como mascotas y también el primero de los cuatro torneos que conforman el Grand Slam tenístico de cada año. Y allí, en el Melbourne Park, estuvo una pampeana, que podía cruzarse a diario con Novak Djokovic (número 1 del mundo) o un tal Bill Gates.

 

"El restaurante en el que trabajé era de un nivel muy alto, está dentro del predio donde se juega el Austalian Open y siempre vienen muchas celebridades, por ejemplo a Bill Gates lo crucé dos veces, pero hay gente famosa por todos lados y ver famosos así en el restaurante era habitual. Los que trabajamos en el torneo teníamos acceso a algunos partidos y, entre otros, vi la final del dobles masculino que fue algo espectacular".

 

En estos meses que lleva en el país océanico la joven pampeana vivió en distintos lugares y realizó diferentes trabajos, algunos que cuando vivía en Santa Rosa jamás se hubiese imaginado.

 

"Me vine por curiosidad, he tenido la suerte de viajar bastante y un par de veces estuve viviendo afuera de la Argentina pero nunca había venido para este lado del planeta y me daba mucha curiosidad porque quería conocer la cultura y saber cómo era. Había visto miles de fotos de Australia, con lugares increíbles, y me llamaban la atención. Además quería vivir todo un año en verano y acá eso podía hacerlo. En septiembre de 2021 me recibí de Diseñadora Industrial pero estaba cerrado el ingreso al país por el Covid, yo en ese momento estaba en mi casa de Santa Rosa con un emprendimiento de cosmética natural y tenía decidido que cuando se abriera, me venía", contó Guada desde Sidney en una charla con LA ARENA.

 

"Tengo pasaporte italiano entonces me facilitó porque para venir necesitás una visa, y si tenés sólo pasaporte argentino tenés que tener dos o tres años de carrera universitaria cursada, hablar inglés es fundamental y fondos suficientes demostrables como para mantenerte hasta que conseguís trabajo.

 

Yo sabía que acá se gana bien, pero tampoco es tan fácil como lo cuentan algunas notas o cuentas de Instagram, es un país muy muy caro para vivir, se gasta mucho. En mi caso cuando llegué sobraba trabajo y alojamiento por todos lados porque recién habían abierto las fronteras, Australia es un país enorme, con poca población y necesitan gente porque tienen mucho desarrollo y mucha industria del turismo. Hoy es muy distinto, llega muchísima gente todo el tiempo y no es tan fácil conseguir trabajo, en eso cambió un montón respecto a cuando yo llegué pero era por la pandemia".

 

Una carrera.

 

Desde su arribo, Guada casi nunca estuvo quieta. "Viví en un montón de lugares siguiendo el verano, a los tres días de llegar me fui al norte de Queensland porque había una oportunidad de trabajo: envié un mail con mi curriculum y enseguida recibí tres llamadas, no lo podía creer, estaba fascinada, hoy ya no es tan así y tenés que buscar un poco más, pero se trabaja con un contrato casual, en el que te dicen en qué momento te necesitan y cuántas horas, no es que todos los días trabajás de 8 a 16 por ejemplo, podés hacer 40 horas semanales como se trabaja en la Argentina pero acá con 20 horas por semana vivís bien. Acá todas las medidas son por semana, te pagan por semana, el gimnasio se paga por semana, todo es así".

 

Al poco tiempo la llamaron de un hotel "en una isla divina, estaba recién llegada y era el feriado de Semana Santa. En todos lados se paga el doble un feriado pero lo cierto es que no estaba nada bueno porque en mi caso me pagaban en negro, un sueldo muy bajo y nada de doble por feriado, por eso cuando les conté a mis amigos me dijeron que me estaban explotando mal así que me busqué otro trabajo, y a los dos días estaba en otra isla haciendo la tarea de house keeper (en los hoteles es quien se encarga de la limpieza de las habitaciones). En ese punto me di cuenta que me llevó mucho esfuerzo y mucho más tiempo de lo pensado terminar la carrera universitaria, pero cuando trabajé de house keeper agradecí mucho tener el título porque hasta ahí no me había dado cuenta de la importancia de tenerlo porque puedo trabajar en cualquier lugar del mundo, tener un sueldo digno y un trabajo que me guste. Yo en ese momento hacía algo que no gustaba para nada, estaba un lugar increíble pero el trabajo era un bajón así que tres semanas después lo dejé".

 

El contacto con un amigo que había conocido en un hostel la llevó a Hamilton Island. "Le conté que quería cambiar de trabajo así que le dio mis datos a su jefe: a los tres días me llamaron para que me mude a trabajar ahí. Yo tuve mucha suerte porque no es tan sencillo, es cierto que hay posibilidades para todos pero depende mucho de los contactos que hagas".

 

Jardinera.

 

Lo cierto es que Guada comenzó a trabajar en algo que jamás se imaginó, de jardinera. "Cuando les dije a mis viejos se rieron muchísimo, la verdad que era muuuuy raro que yo ayudara en el patio de casa, por no decir nunca; y ahí estaba yo con la bordeadora, la máquina de cortar pasto, las pinzas; muriendo de calor algunos días pero en casas privadas con patios alucinantes en una isla desde donde todos lados se ve el mar. Y lo cierto es que lo re disfruté, creo que no haría trabajo de jardinera en Argentina pero acá dejé los prejuicios de lado y me encantó, lo volvería a hacer sin dudas. Y también es cierto que lo que se paga acá ayuda bastante a convencerte de querer hacerlo, vale la pena por la paga".

 

Guada, que se comunica con Santa Rosa casi a diario sobre todo para hablar con su mamá Carina Valenzuela, se instaló ahora en Sidney, la ciudad más grande y poblada de Australia, y en pocos días más se encontrará con su papá Daniel Morán.

 

"Eso me tiene hiper feliz por supuesto, él es arquitecto y siempre quiso conocer el edificio de la Opera House pero no se había dado esa chance así que ahora tiene la excusa perfecta. Vamos a recorrer algunos lugares que yo no he ido, vine a Sidney porque gracias al trabajo de moza en el torneo de tenis conocí un chileno que me ofreció un contrato de trabajo por diez días, son cosas increíbles que te pasan acá. Al Australian Open llegué porque el grupo de amigos que tengo, que son mi familia en este país, son fanáticos del tenis y se habían prometido ir a Melbourne y me invitaron, por eso cuando vi que se abría la chance de trabajar ni lo dudé: 'ahí quiero estar', dije. El tenis es uno de los deportes que me gusta, lo practiqué entre los 12 y los 14 años pero nada más, yo ni sabía quién jugaba, pero vivirlo de adentro fue algo increíble y que si no hubiese sido de esta forma nunca habría tenido la oportunidad de estar en un evento semejante".

 

Un país sin "choris ni locro".

 

Guada asegura disfrutar cada día su vida en Australia pero también tiene muy claro que no se quedaría más allá de lo que le permita la visa. "Ni a palos me veo viviendo acá para siempre, es un país magnífico para conocer, para viajar, pero le faltan muchas cosas en cuanto a tener una identidad cultural, eso es algo que hablamos mucho con mis amigos: vos le preguntás a un australiano cuál su comida típica y no sabe, cuál es su música típica y no sabe. Hace poco fue el Día de Australia y fue una jornada más, fue feriado pero no hubo shows ni nada especial en la calle, no es que había folklore, choripanes, locro o empanadas, les falta mucho de eso. Y además también pesa la distancia que tengo con mi casa, no viviría en un país que está a 42 horas de vuelo que fue lo que hice para llegar hasta acá", resalta la pampeana.

 

Y añade: "Probablemente haga los dos años de visa que me quedan, el tiempo no me corre, en mayo vuelvo a la Argentina con un trabajo remoto en diseño (también tiene el título de Diseñadora UX) y seguramente trabaje para una empresa de afuera, entonces eso me da la posibilidad de poder moverme y la tranquilidad de ganar en una moneda que no sea el peso".

 

Guada se siente muy cómoda como moza. "Es un trabajo que me encanta porque soy muy charlatana, le saco temas a los clientes, converso mucho y así se hacen muchos contactos de trabajo". "Me gusta mucho esta vida nómade, desde que salí del secundario trato de tener experiencias, me encanta conocer nuevas culturas y lugares, me veo un par de años más haciendo este tipo de vida y por eso un trabajo remoto sería la solución para la vida que quiero".

 

Los canguros como "mascotas".

 

Si hay algo que identifica a Australia es la presencia de los canguros, animales autóctonos de esa tierra que hasta aparecen en el escudo del país oceánico. "Es algo muy llamativo, en un hotel que trabajé andaban los canguros como si fuesen mascotas, se dejaban acariciar por los turistas como si nada, están tan domesticados que andan sueltos y evidentemente están tan acostumbrados a la presencia humana que no hay ningún problema que se mezclen entre la gente. Obviamente todo el mundo les saca fotos y se acerca".

 

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