Jueves 25 de abril 2024

Ada Pérez será universitaria a los 82 años

Redacción 02/12/2021 - 00.00.hs

Tiene 82 años bien llevados, y una gran familia conformada por cinco hijos, 15 nietos y cuatro bisnietos... Ada Dalinda Pérez es el orgullo de los suyos, y no es para menos. Acaba de graduarse de bachiller en la Escuela n° 6 de Adultos, y en los próximos meses empezará a cursar su carrera de Letras en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa.

 

Se puede decir que en el devenir de la existencia las cosas van sucediendo, y mientras el tiempo transcurre nos ocupamos precisamente de eso, de vivir.

 

Hay momentos en que el diario acontecer nos mantiene ocupados, y a veces hasta llegamos a sentirnos abrumados por lo que nos toca... eso de compartir con la familia las vicisitudes cotidianas, de trabajar, de participar en distintas actividades. Casi podría pensarse que se trata de momentos de plenitud -no exentos, también, cabe admitir, de problemas y situaciones no deseadas- que nos consumen nuestro tiempo.

 

Nuevos sabores de la vida.

 

Podría ser normal pensar que cuando se entra en otra etapa de la vida obviamente nos empieza a ganar la incertidumbre por lo que vendrá... Porque se producirán pérdidas inevitables, tal vez situaciones no deseadas, pero además -y afortunadamente- cuestiones placenteras al llegar a la edad del jubileo a la que a veces un poco se le teme.

 

Porque a determinada edad es probable que nos envuelvan las dudas, y a veces pudiéramos no saber muy bien qué hacer con las horas que -entonces- empiezan a sobrar.

 

Es la etapa en la que, como dice el poeta, "el lucero de la tarde viene a oscurecer nuestros ojos prendados de futuro".

 

Y por eso no es cuestión de envejecer, simplemente. Sino que cada uno -a veces con ayuda- debiera hallar la motivación que permita encontrarle nuevos sabores a la vida.

 

Y claro que no es fácil... Que va a ser fácil.

 

La vida continúa.

 

Por suerte hay ejemplos palpables de que la vida sigue, y que siempre es posible encontrar algún proyecto realizable que pueda sacar a una persona de una situación existencial de crisis, que podría producirse cuando los años de la juventud y de la adultez plena van quedando atrás.

 

Ada, tal vez un poco ansiosa, nos espera en su linda casita de la calle Aconcagua 1445 -al norte de la ciudad-, y nos recibe junto a una de sus nietas, Agustina, estudiante de Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Pampa.

 

La familia.

 

Y cuenta: "Soy nacida en Santa Rosa, pero mi madre, que se llamaba María falleció cuando yo tenía nada más que un año, y mi padre Eufenio vivía en el campo... así que uno de mis hermanos (tuvo tres, Eduardo, Reynaldo y Ramón) me llevó a vivir con su familia a General Acha, donde hice la escuela primaria", rememora.

 

A los 20 años Ada regresó a Santa Rosa, y a esa edad de casó con Rubén García, con quien tuvo a sus hijos mayores: María Claudia, Liliana Beatriz y Horacio Rubén. Su esposo falleció, y tiempo más tarde volvió a formar matrimonio con Domingo Osvaldo Sumavil, con quien tuvo a sus otros dos hijos: Osvaldo Antonio Sumavil ("árbitro internacional y olímpico de beach vóley", aporta ella), y Analía Celeste. "Lo bueno es que los cinco son uno... y me cuidan muchísimo, igual que mis nietos", se regocija.

 

Tiene nada menos que 15 nietos, que a su vez le han dado 4 bisnietos. "Ella es Agustina, la mayor, que vive aquí conmigo", dice señalando a la joven que, como quedó dicho, estudia Licenciatura en Comunicación Social, y quien la acompañará a inscribirse en la Universidad, la nueva aventura que se prepara a emprender la abuela.

 

Trabajando de portera.

 

Ada trabajó muchos años como portera, primero -durante unos meses- en la Escuela 78 del Barrio Río Atuel, hasta que al año siguiente pasó a la Escuela 218 en Villa Elvina: "Se iba a inaugurar y como no estaba ni designada la directora el ministro de Educación de ese momento (Jorge Picca) me entregó las llaves a mí y quedé como encargada hasta que llegaron las autoridades a hacerse cargo", dice con cierto humor.

 

Más tarde se produjo el pase a la Escuela 243 "Aquiles Badillo", ubicada a pocos metros -a una cuadra- de su vivienda en la calle Aconcagua, donde se jubiló hace un tiempito. "La verdad es que trabajar en las escuelas fue de lo mejor que me pasó... compartir con los docentes, con otros compañeros, con los alumnos es algo que a uno le llena el alma", señala agradecida.

 

Ávida lectora.

 

Ada se reconoce como una ávida lectora. "Siempre me gustó leer... la verdad es que empecé con un libro de Jorge Bucay, 'El camino de las lágrimas'; otro que se llama 'El poder dentro de ti'; y seguí con novelas de Isabel Allende. Ahora mismo estoy con uno del doctor Roberto Ré que se llama 'Educando la mente'... pero me gusta un poco todo, y también leer algo de Metafísica".

 

Agrega que quizás por eso "el secundario no me resultó difícil... por el contrario. Además tuve compañeros muy buenos que me ayudaban, como una vecina de aquí a la vuelta que me pasaba a buscar todos los días... Pero todos fueron muy buenos, porque cuando ella no iba a la escuela nocturna por algún motivo había dos chicos jovencitos, de 18 y 19 años, que me acompañaban hasta aquí, a la puerta de mi casa", señala con alegría.

 

Promesa cumplida.

 

Se pone un poco nostalgiosa cuando recuerda que su esposo Osvaldo enfermó. "Yo tenía decidido dejar de estudiar porque había que darle los calmantes y me llevaba bastante tiempo cuidarlo... no iba a ir más, pero fue él quien me dijo: 'Me pase lo que me pase quiero que termines la escuela'... El falleció hace cinco meses y siento un gran dolor... pero pude cumplir la promesa que le hice", completa.

 

Y ni la pandemia la arredró: "Me adapté a trabajar para la escuela en forma virtual, por zoom... con la ayuda de mi nieta", refiere a Agustina.

 

Pero además, y como dato, llama la atención una serie de pinturas que Ada tiene un rincón de la casa: "Sí, las pinté yo... es para regalarle a cada uno de mis profesores cuando me hagan entrega del diploma", dice un poco emocionada.

 

Un poco más.

 

Y realmente hay que decir que este tipo de notas, con personajes como Ada, son una suerte de aire fresco. Como para seguir creyendo...

 

Porque pareciera -visto su ejemplo-, que siempre hay tiempo para seguir creciendo... y sino que lo diga ella que, en poquito tiempo, a los 83, será estudiante universitaria. Para ayudar a pensar que siempre se puede un poquito más. Claro que sí. (M.V.)

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?