Lunes 18 de marzo 2024

Olas que pasan y dejan enseñanzas

Redacción 16/01/2022 - 00.24.hs

En pleno verano, las olas van y vienen. Entre las de Covid y las de calor, a falta de mar y playa, los pampeanos tenemos un panorama para contemplar y no aburrirnos, mientras buscamos el lugar donde pasar los días de "sudar la gota gorda" con algo de frescura.

 

La ola de calor da para una serie de reflexiones, de ésas que la prensa porteña va eludiendo como puede. Porque lo primero que trajo el verano fue el corte de luz, pero parece que no tienen muchas ganas de buscar razones y responsables. Es que el servicio que tienen por aquellos lares está privatizado y entonces hay que señalar fallas y defectos del mismo sistema que defienden a ultranza. Están en un problema, porque hasta hay empresas prestatarias del servicio y medios de comunicación que responden directa o indirectamente al mismo dueño. Y también hay verdaderos caraduras de la oposición que lanzan mensajes de indignación por redes sociales y sin levantarse de sus respectivas reposeras, eludiendo recordar que fueron ellos mismos los que estuvieron al frente de la gestión cuando se registró el peor apagón general de los últimos años.

 

La otra cara de la moneda está en La Pampa. Con un servicio a cargo de la provincia y con concesión en manos de las cooperativas, podemos ver -de día y de noche- una realidad distinta a la de Capital Federal y el Gran Buenos Aires, porque tenemos luz. Y también podemos respirar un poco más aliviados, porque en esta época podemos prender ventiladores y aires acondicionados sin temor a esos prolongados cortes que encima no tienen lógicas explicaciones. Más allá de alguna esporádica interrupción, todo es bien distinto en nuestras tierras.

 

Siempre hay una excusa.

 

Como este país da para todo, siempre y sin tomarse vacaciones, resulta que la ola de calor parece que también puede servir para justificar un nuevo aumento de la carne. ¿Será posible? Es Argentina, para bien y para mal. Pero resulta que nos quieren venir a contar que por culpa de los cortes de luz, de la sequía y de unos cuantos factores más, los precios del asado, el matambre, el lomo y el vacío pueden pegar otra disparada hacia arriba. Y luego seguramente, cuando llueva, los cortes volverán a subir, porque entonces nos van a contar que las inundaciones complicaron la producción. ¿Nunca tienen un momento ideal de producción con precios estables? Antes la echaban la culpa a los combustibles, que hace rato no aumentan. Y dicho sea de paso: con las cotizaciones de petróleo hace rato en baja, ¿por qué la nafta y el gasoil no acompañan como cuando hay tendencia alcista? Algún eminente economista debería esclarecernos algún día sobre estos grandes misterios del mercado capitalista.

 

La otra ola.

 

Y ya que estamos con el campo, vale la pena detenerse en las palabras de un ex dirigente de la Federación Agraria Argentina, que sin pelos en la lengua y sin temor a las desmentidas, dijo lo que casi todos pensamos y más de una vez se ha sostenido desde esta columna. Palabras más, palabras menos, el hombre aseguró que el sector del campo ha ganado más que en los últimos veinte años y que le daba vergüenza ver que se amenace con una nueva protesta porque quieren ganar más aún. Es que son insaciables y además no se bancan que un gobierno nacional y popular intente redistribuir ingresos en una forma más equitativa.

 

Esta dirigencia agropecuaria forma parte de otra ola. En realidad, constituye la avanzada opositora, la que siempre está para agitar problemas, la que es funcional a la dirigencia neoliberal que tiene medios a favor para transformar una pequeña crecida de marea en una amenaza de tsunami.

 

Más allá de todo este panorama, entre olas de calor y olas de Covid, lo que queda en claro es que cuando las cosas se hacen bien, se puede vivir mejor. Con un eficiente servicio de energía para soportar las altas temperaturas, y con un buen plan de vacunación para enfrentar las variantes más temidas del coronavirus, es como contar con las mejores tablas para surfear las olas, para envidia de porteños que se niegan a ver la realidad y a identificar a los responsables de todos los problemas que padecen a diario.

 

DANIEL ESPOSITO

 

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